COMO AMAR LA VIDA Y NO MORIR EN EL INTENTO. EXPERIENCIAS INTERSEX
Por Mir Is
*Historia compartida exclusivamente con Brújula Intersexual, si deseas publicarla en otro sitio primero contáctanos para comunicarnos con la autora: brujulaintersexual@gmail.com
Después de un tiempo desde que compartí con ustedes mi testimonio, hoy quiero recordar algunas experiencias que he podido vivir al lado de personas extraordinarias que me han brindado su amistad y apoyo, además de haberme quitado el sentimiento de soledad que por momentos he llegado a sentir, sobre todo después de que mi madre falleció hace casi dos años.
Primero, me gustaría contarles un poco como fue la relación con mi madre. Fui la menor de diez hermanos que somos en la familia y, como se podrán imaginar, fui sobreprotegida por dos razones: una por ser la más chica de los diez y la segunda por ser diferente, al haber nacido con un cuerpo intersexual.

Conforme fui creciendo, me di cuenta de que a mi madre no le gustaba que yo tuviera amigas ni amigos, mucho menos que pensara en un enamorado. Con el tiempo pude ver que su temor principal era el de quedarse sola, pues mi padre había fallecido cuando yo tenía trece años de edad. Para mi mamá, yo era la que debía quedarme en casa la mayor parte del tiempo, pues a pesar de que pude estudiar, por un tiempo no pude pensar en hacer otra cosa con mi vida.
Durante mi adolescencia la rebeldía no se hizo esperar, pero fue apaciguada por mi temor al mundo exterior, las visitas al Hospital Infantil “Federico Gómez” en la Ciudad de México, me volvían a la realidad: yo era diferente y no podía hacer lo que las demás chicas de mi edad hacían, al menos eso era lo que mi mamá decía, y le creí.
Mucho tiempo la pase en casa, sin amigos ni amigas, mis únicos compañeros eran la televisión donde básicamente veía las telenovelas, la radio donde me encantaba escuchar música de ese entonces, y las revistas de adolescentes que también había en esa época, de las que por cierto obtenía la información sobre sexualidad y relaciones de pareja.
También veía a mis vecinos a través de las ventanas de mi casa, me encantaba pasar el tiempo viendo a los chicos y chicas de mi edad, siempre observando como sus cuerpos cambiaban y se desarrollaban, era el cuerpo de ellas el que más me llamaba la atención, deseaba que mi cuerpo tomara esas formas, pero no pasó.
Cuando tenía catorce años, viendo por la ventana, conocí al que sería mi primer novio secreto, nos veíamos a escondidas y estuvimos juntos un tiempo. Lo veía a escondidas porque obviamente en mi casa no querían que tuviera contacto con él, a mi madre no se le hacía “buen partido”, bueno, ni él ni nadie.
Pasaron los años, y a pesar de la negativa de mi madre que no quería que estudiara, logre entrar a la universidad y hacer una licenciatura. Seguía siendo complicada la relación, me rehusaba a que las cosas fueran como ella decía, pero con todo y eso su partida me dolió mucho, y me sigue doliendo, aun la extraño, pero sé que nuestro tiempo juntas ya fue y que ahora debo seguir mi camino, con mis propias reglas y condiciones.
Ahora bien, lo que quiero compartir con ustedes, además de la relación con mi madre, es lo que he hecho con mis amigas de Brújula Intersexual. Son muchas experiencias y muchas emociones, pero quiero empezar con un viaje, mi primer viaje sola lejos de casa fue a Guanajuato, a donde Laura Inter ya llevaba tiempo invitándome, pero por una u otra cosa no se había concretado. Ese viaje, que fue en octubre de 2018, y fue el que me abrió los ojos a nuevas posibilidades.

Solo fue un fin de semana, en compañía de Laura Inter, Mar Is, y pude conocer a Anaid, una amiga de Colombia, y a Karim. A pesar de que solo era un fin de semana llevaba ropa como para una semana (un error que he podido subsanar con creces). Con ese viaje se despertó en mi un espíritu aventurero, que probablemente siempre había tenido. Después de ese viaje seguiría Querétaro, luego seguirían Guadalajara y León, todos en 2019, y Playa del Carmen en enero de este año.

En noviembre del año pasado tuve la oportunidad de leer mi testimonio de vida, mi historia como persona intersex, frente a una audiencia de más de 80 personas en un taller sobre INTERSEXUALIDAD que impartió Brújula Intersexual en la UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO, CAMPUS LEÓN, finalmente todo salió bien y me sorprendió la seguridad con la que leí mi testimonio, era la segunda vez que lo leía ante una audiencia de desconocidos, al principio tenía temor, porque mi anterior experiencia fue diferente:
Se cumplía un año de la primera vez que leí mi testimonio en CONAPRED, en un taller sobre Intersexualidad que también impartió Brújula Intersexual ante funcionarios públicos, fue una experiencia nada fácil considerando que lo hacía ante personas desconocidas y conocidas. Pasado ese momento, puedo decir que lo leí aferrándome a las hojas de papel que me cubrían la cara, y haciendo la metáfora de que me aferraba a ellas como lo hacía a la bata de exploración que cubría mi cuerpo cuando de niña era sometida a las revisiones de los médicos en el hospital infantil, revisiones que tenían lugar dos veces al año, por momentos parecía en vano tratar de cubrirme pues a los médicos poco les importaba que yo no quisiera ser revisada, al contrario decían que si no ponía de mi parte no terminarían rápido.

Leer mi testimonio frente a un número no muy grande de personas, hizo que viajara en el tiempo y recordara esos momentos en el hospital. Es una experiencia parecida a la de desnudarse, pues cubría mi cara con las hojas de papel por vergüenza de que me vieran llorar, me temblaba la voz y el nudo en la garganta por poco no me dejaba terminar de leer, las lágrimas comenzaron a salir y con ellas se abría la herida de los recuerdos que por mucho tiempo estuvo cubierta por piel muy delgada, que hizo las veces de cicatriz pero que era demasiado sensible. Al terminar de leer mi testimonio, toco el turno a otra compañera de hacer lo propio, así termino esa parte del taller, momento que aproveche para retirarme un poco a secar mis lágrimas. Estando a solas, una mujer que escucho mi historia se me acercó para darme un abrazo y decirme que había sido muy valiente, que me admiraba y que le enojaba mucho lo que me había pasado.
Los días pasaron y mi vida trascurrió con normalidad, con el ajetreo del trabajo y las presiones normales de mis actividades no me permitieron ver el cambio que ocurrió en mi interior, tras haber leído mi historia, de manera inmediata.
En esos días yo tenía una relación con una persona a la que no le había hablado de mi variación intersexual, y con la que no había tenido acercamiento sexual, más allá de los besos. Después de leer mi testimonio pude hablar con él y plantearle la posibilidad de un encuentro más íntimo, en ese momento sentí que era comprendida y querida -no sé porque digo que me sentí así si fui yo quien se lo propuso, es decir, no me sentía del todo deseada por él porque no me lo había propuesto.
Varios meses pasaron y la gente me empezó a decir que me veía diferente, pues también empecé a bajar de peso. Los comentarios más comunes, hechos por compañeros de trabajo, eran que me veía alegre, contenta, como suelen verse las personas que están enamoradas, y querían saber quién era el afortunado, como si ese fuera el único motivo para estar contenta, ¿no?, también me preguntaba: ¿Por qué necesariamente tiene que ser hombre y no una mujer? No culpo a la gente pues su desconocimiento de muchas cosas los llevo a hacer esos comentarios, aclaro que no es que me disgustara sentirme halagada y que notaran mi cambio, sino que lo atribuyeran a alguien en particular.
La cuestión aquí es que sí, yo estaba con alguien, pero ese alguien no estaba conmigo… entonces ¿de quién estaba enamorada si no era de él? Tarde meses en darme cuenta de quién era la persona de la que estaba enamorada: ¡era de mí misma! Tal conclusión fue a la vez esperanzadora y bastante sorpresiva, me daba esperanza porque en el fondo sabía que la “relación” que tenía podía terminar y no me dejaría un vacío, y sorpresiva porque nunca me lo habría imaginado que sucediera.
Ahora siento que pase del enamoramiento al amor, el amor por mí misma, por mi cuerpo, amor que a veces es bastante frágil, pero ahí está.
Cada que se abre la herida es una oportunidad de lavarla y curarla para que empiece a sanar y pueda cicatrizar.
Pero les contaré el porqué de este último pensamiento en la siguiente parte de mi historia.
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