Intersex: Aprendiendo a amar a mi cuerpo. Por Mir IS

Intersex: Aprendiendo a amar a mi cuerpo

Por Mir IS

[In English]

*Historia compartida exclusivamente con Brújula Intersexual, si deseas publicarla en otro sitio primero contáctanos para comunicarnos con la autora: brujulaintersexual@gmail.com

Miriam 1
Me gusta la fotografía y siempre me han gustado tomar fotos a las flores de durazno.

A un par de años de haber experimentado muchos cambios personales, de lidiar con un cúmulo de emociones, y sobre todo aprender de mí y de mi cuerpo, finalmente tengo la fortaleza necesaria para poder compartir mi historia con ustedes.

Nací en 1979 en una clínica particular en la Ciudad de México, y aunque nací con diferencias genitales, ninguno de los médicos mencionó a mi mamá que hubiera algo diferente conmigo, solo le dijeron que era una niña sana, aunque uno de los médicos de la clínica dijo a mi mamá que debía llevarme a que me revisaran al Hospital Infantil Federico Gómez. Como no tenía ningún problema de salud, mi mamá hizo caso omiso de esa recomendación, pero si notaba que mi cuerpo era diferente al de las otras niñas, y no fue hasta que tenía cuatro años de edad que me llevó al médico para descubrir porqué era tan diferente. El médico me transfirió al Hospital Infantil Federico Gómez, donde el primer diagnóstico fue “clitomegalia” y “ambigüedad de genitales”, me realizaron un examen de cariotipo y el resultado fue 46XY (cromosomas considerados típicamente masculinos).

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Yo a los 8 meses de edad, antes de las cirugías.

Los médicos informaron a mi madre que tenía una “malformación” genital, y que la corregirían mediante cirugía. Así, a mis 3 años me realizaron la primera cirugía que consistió en reducir el tamaño de mi clítoris, durante esa cirugía se determinó que mi uretra y vagina estaban separadas. Un año después, se realizó una segunda cirugía en la que se me extirparon mis dos gónadas y al analizarlas se me diagnostico con “Disgenesia gonadal pura”, según consta en el resumen de mi expediente médico que es el único que he podido conseguir.

De esa época mis recuerdos son muy vagos, he bloqueado la mayoría, solo recuerdo la angustia antes de entrar a las cirugías y el dolor físico que provocaron, sobre todo la segunda cirugía.

Por varios años mi vida fue un ir y venir del Hospital Infantil, entre consultas y revisiones genitales por demás incomodas, en donde se encontraban varios médicos y residentes que examinaban mi pequeño cuerpo desnudo, experiencias muy difíciles de asimilar.

En particular recuerdo una experiencia que marcó mi vida, fue cuando estaba internada y me llevaron a un salón donde daban clases a los estudiantes de medicina, probablemente había más de 15 personas, tenía 4 o 5 años, me llevaron en batita, me pusieron enfrente de ellos y me desnudaron para que todos pudieran verme, como si fuera un show de fenómenos. No recuerdo que decía el médico de mí, pero fue una de las experiencias más horribles de mí vida. Yo creo que por eso, hasta la fecha, me cuesta hablar en público, me transporta a ese momento.

A los 11 años de edad, los médicos decidieron que era momento de iniciar el “tratamiento de reemplazo hormonal”, debido a que mis gónadas sanas fueron extirpadas a los 7 años y ya no contaba con mi producción hormonal natural. Este tratamiento consistía en tomar una píldora por veintiún días cada mes, y cuando cumplí trece se agregaron al tratamiento los estrógenos, cabe decir que los médicos dijeron que debía tomar esos medicamentos para que empezara a desarrollarse mi cuerpo y tomara un aspecto más femenino, y dijeron que debía tomarlo de por vida; era una situación complicada porque a pesar de lo que me habían dicho los doctores llego un momento en que no me gustaba tomarlos y muchas veces me olvidaba de ellos, y deje de tomarlos de manera definitiva cuando tenía como 21 o 22 años. Sé que esto me puede causar distintos problemas de salud, pero ya no quiero tener nada que ver con los médicos y los hospitales. Hasta ahora no me he realizado estudios para ver como estoy de salud.

Entre los cuatro y los siete años de edad también estuve en tratamiento psicológico como consecuencia del diagnóstico, pero no recuerdo que me hayan dado alguna información sobre lo que me pasaba, el tratamiento solamente consistió en sesiones de “terapia de juego”, me ponían distintos juguetes de “niña” y de “niño, y observaban cuales elegía para jugar.

Cuando tenía 15 años, fui al médico a una revisión genital, me acompañó mi hermana mayor, en esta revisión la doctora tomaría una muestra vaginal para realizar estudios, la revisión fue muy incómoda y muy dolorosa, y no pudieron tomar la muestra ya que mi vagina es demasiado estrecha, por lo tanto, la doctora concluyó que tenían que someterme a una vaginoplastia. Recuerdo perfectamente el comentario que hizo la doctora a mi hermana mientras ella me revisaba, dijo “se necesita la cirugía porque se imagina si se llega a casar ¡ahí se va a quedar!…”, yo entendí que se refería a que me podía morir si tenía relaciones sexuales con mi esposo, me dio mucho miedo, fue un comentario bastante desafortunado que me generó un temor a la sexualidad que por mucho tiempo no me pude quitar. Obviamente trate de evitar cualquier relación que pudiera llegar al plano sexual. Esa fue la última vez que visite ese hospital, ya no quise volver a las consultas, aunque seguía tomando el tratamiento hormonal.

Al final decidí no realizarme la cirugía y seguir con mi vida, ya no quiero volver a los hospitales, les he generado un rechazo muy grande y, en lo posible, evito cualquier contacto con los médicos y hospitales.

Fue hasta los 21 años que inicie una relación con un hombre al que no le dije sobre mi cuerpo, y siempre evite que pudiéramos llegar más allá, es decir a tener una relación sexual con penetración, él nunca pregunto nada, no sé hasta qué punto eso fue bueno porque nunca supe lo que mi cuerpo era capaz de tolerar sexualmente, esa relación duró 5 años.

Por mucho tiempo no tuve la necesidad de decirle a una posible pareja lo que me pasaba, por qué me limitaba mucho en el tema sexual. Hasta hace más de 2 años que conocí a otro hombre del que me enamore, él quiso tener intimidad conmigo, era la primera vez en mucho tiempo que sentía lo que sentí por él, me sentí deseada como nunca antes, me sentía tan especial, y por eso me atreví de hablarle con la verdad, a decirle el porqué de mi negativa a hacer el amor con él, por un momento tuve la esperanza de que me aceptara y dijera que no había problema, que aun así él estaría conmigo, pero no fue así, se alejó. Me quedé con tanta frustración por no poder estar con él, porque sentía que con mi cuerpo no podía demostrarle lo que sentía por él, sentí que no pude desahogar, no sólo el deseo, sino también el amor que llegue a sentir por él, fue tan triste, tan frustrante.

Creo que pocas personas pueden entender como nos sentimos cuando ocurre algo así, sentirnos rechazados, inadecuados y anormales, cuando nuestro cuerpo no encuadra con la idea que tiene el resto de la gente.

En 2015, pedí mi expediente médico en Hospital Infantil Federico Gómez, solo me dieron resúmenes clínicos de endocrinología, urología, y psicología, lo único que me dijeron es que “no era posible conseguir mi expediente completo”. Y como en ese momento vivía una profunda depresión, no tenía energía para insistir más. Fue muy duro volver al hospital e imaginar que tal vez en ese momento había niños que pasaban por lo mismo que yo pasé o por situaciones peores. Una doctora me dijo que era obvio que no me darían mi expediente completo porque el hospital se estaba protegiendo de una posible demanda por todo lo que me habían hecho.

Todas estas situaciones que viví me causaron muchos problemas, mi cuerpo era sano cuando nací, durante mis primeros 3 años de vida no tuve ningún problema de salud, pero debido a la primera cirugía de reducción de clítoris me dejaron un cuerpo con cicatrices y con insensibilidad en mis genitales, y debido a la segunda cirugía en la que extirparon mis gónadas, me hicieron dependiente a un tratamiento de reemplazo hormonal, el cual he dejado de tomar y no sé qué consecuencias pueda traer a mi salud en el futuro. También, todas las situaciones humillantes que viví en los hospitales, como las revisiones genitales en presencia de varios médicos, las cirugías medicamente innecesarias, los tratamientos postquirúrgicos y las constantes visitas al hospital cuando era niña, me dejaron con un sentimiento de ser inadecuada, con dificultades para establecer relaciones románticas, así como una profunda depresión que no he podido superar del todo. Debido a esto, he estado en tratamiento psicológico en varias ocasiones para superar esta depresión, pero actualmente no he podido reanudar mi terapia ya que no tengo el dinero suficiente para pagarla.

Para mí todo lo que viví en los hospitales es como si los nazis aún estuvieran entre nosotros, experimentando con nuestros cuerpos indefensos. No sé si esté bien la comparación, pero así lo veo, aún tengo pesadillas con las terribles experiencias que viví.

Este tiempo ha sido muy difícil porque he tenido que enfrentar a mis demonios internos que habían estado dormidos mucho tiempo y un día, todos juntos despertaron. En ningún momento pensé que todo lo sucedido pudiera afectarme tanto en mi salud física y emocional, sobre todo, al grado de estropear mis planes de titularme y conseguir un empleo, pues llego el momento en que me paralice y no sentía fuerzas ni ánimos para hacer nada.

Hace un par de años, logré ponerme en contacto con otras personas intersexuales, el conocer a otras personas que han pasado por situaciones similares a la mía, me ha ayudado a no sentirme sola y a saber que hay personas con las que puedo platicar y que sentimos empatía unos por otros.

En relación a la pareja aún tengo la esperanza de conocer a alguien que me quiera como soy. Aunque también sé que antes debo trabajar mucho en mi propia autoestima, la cual está muy dañada, y es por eso que en ocasiones he aceptado involucrarme en relaciones que me han dañado más que brindarme bienestar y felicidad.

Espero que mi historia pueda ayudar a que otros niños y niñas no vivan lo que yo viví, ese es mi mayor deseo.

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