Más allá del binario (4/10)
Creciendo intersexual
“Algunos doctores solo saben que existe un párrafo en sus libros de medicina acerca de las condiciones intersexuales”.
Fuente: https://elizabethhan.atavist.com/beyond-the-binary#chapter-3985057
Traducción: Laura Inter
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Desde el momento del nacimiento, lxs niñxs intersexuales son percibidos como atípicos, sus características ambiguas a menudo incitan miedos y preocupaciones entre los miembros de la familia. Mientras que el nacimiento de un niño no intersexual es acompañado de risas y felicitaciones, el nacimiento de un niñx intersexual es seguido por las lágrimas. Y la vergüenza por parte de la familia, ya que frecuentemente creen que el niñx crecerá y será una rareza que no pueda ser amada, destinadx a vivir en la soledad al margen de la sociedad. El miedo es porque no saben que vendrá después, si sus hijxs estarán sanos y salvos, si podrán lidiar con las experiencias de la vida al igual que otros.
Nadie lo sabe mejor que la activista intersexual Emily Brehob. Nació con síndrome de Swyer el 3 de noviembre de 1992, Brehob tiene cromosomas XY, la composición genética típica del sexo masculino, pero tiene una apariencia física femenina. En lugar de tener órganos sexuales completamente desarrollados, tales como ovarios o testículos, posee gónadas rayadas indiferenciadas que no pueden producir hormonas sexuales, como los estrógenos o los andrógenos, ni iniciar el desarrollo de características sexuales secundarias.
“Tengo mucha suerte de tener una condición intersexual donde existen algunas diferencias internas en hormonas y cromosomas, pero contar con una apariencia típicamente femenina”, dijo Brehob. “Sin embargo, cuando llegué a la pubertad me administraron estrógeno y progesterona, por lo que había la expectativa de que debía encajar en los roles de género típicos de una mujer”.
De hecho, estas normas sociales de lo que significa ser un hombre o una mujer, plagaron la vida de Brehob, llegaron a influenciarla en especial mientras crecía y transitaba a la edad adulta. Durante este tiempo, un torbellino de preguntas daba vueltas en la cabeza de Brehob: ¿Soy normal?, ¿encajo con los demás?, ¿todo está bien conmigo? – todos ejemplos del típico comportamiento adolescente. Sin embargo, también se descubrió a sí misma lidiando con problemas más allá del habitual acné y los cambios de humor, y las clases de educación sexual en la secundaria no la ayudaron.
“La educación sexual que recibí en mi secundaria era mejor que en otras, en esta hablamos acerca de una o dos condiciones intersexuales”, dijo Brehob. “Y aunque esto fue más de lo que la mayoría de la gente recibe, no se utilizó la palabra intersexual. No hablamos acerca de muchas condiciones intersexuales, ni de como es que las personas intersexuales atraviesan la pubertad, así que no aprendí mucho acerca de mí”.
Para Brehob, los temas cubiertos en la educación sexual no se aplicaban a su propio desarrollo sexual, o a la falta de este. Descubrió qué en las mujeres no intersexuales, la hormona del estrógeno actúa junto a progesterona para espesar el revestimiento del útero, hacer crecer los pechos, y regular el ciclo menstrual mensual. Pero para personas como ella, que de otra forma evadirían los marcadores biológicos típicos del desarrollo sexual femenino, estas hormonas tuvieron que ser administradas artificialmente.
Así que, durante toda la adolescencia, Brehob realizaba visitas periódicas a una clínica especializada en Dearborn, Michigan, donde le recetaron una terapia de reemplazo hormonal. Sin embargo, incluso entonces, a pesar de que sus doctores le aseguraron en repetidas ocasiones que atravesaría la pubertad como todas las demás, Brehob dudaba y se sentía insegura, temía de lo que pudiera esperarle del otro lado.
“Cuando la mayoría de los niños y niñas atraviesan la pubertad, cuentan con ejemplos de lo que les sucederá, acerca de que apariencia tendrán”, dijo Brehob. “Pero en ese entonces, nunca había conocido a otra persona con mi condición, y no es que no creyera en mis doctores, pero simplemente no podía imaginarlo”.
Esta incertidumbre, junto con la presión adicional de ser una mujer y llegar a la edad adulta, asustaba a Brehob, era algo que la perseguía, de una u otra manera, la hacía sentir como si fuera rara, y finalmente se convenció de mantener sus características sexuales en secreto – al menos ocultándolas a la mayoría de las personas.
“Solo les conté que era intersexual a mis amigos más cercanos”, dijo Brehob. “Cuando iba a un campamento de verano, solía contarles a las personas que se quedaban conmigo en la cabaña, porque sentía qué si no reaccionaban bien, de todos modos, nunca volvería a verlos, así que no era la gran cosa. Pero en general, solo les contaba a mis amigos más cercanos, y generalmente lo aceptaban bien”.
Aunque estaba inmensamente agradecida de que sus seres queridos la aceptaran y cuidaran, y de que tenía los medios económicos suficientes para recibir una atención médica adecuada – dos cosas que muchas personas intersexuales no tienen – Brehob pasó gran parte de sus años de juventud sintiéndose distante y un poco aislada.
Después de años de bullying, tanto en su hogar como en la escuela, Leggette se sentía igual: aislado. A diferencia de sus compañeros que tienen una identidad masculina, a él le crecieron los pechos en la escuela secundaria y nunca le creció vello en sus piernas. Experimentó un crecimiento repentino, pero su voz nunca se hizo grave. Leggette era diferente, y por eso, sus compañeros de clase lo acosaban, diciendo que tenía “los pechos más grandes de la escuela secundaria” y que sus muslos eran demasiado gruesos.
Aunque Leggette seguía con su vida sin prestar atención a los matones que le gritaban en el salón de clases, la etapa de la adolescencia lo dejó más confundido que nunca. No sabía que hacer con sus características físicas atípicas, y no tenía nadie con quien relacionarse, nadie a quien pudiera pedir ayuda.
Los encuentros que tuvo con la comunidad médica tampoco ayudaron. Encontrar a un especialista en intersexualidad, que no hiciera preguntas inadecuadas a los pacientes y que estuviera educado en la ciencia detrás de las diferencias del desarrollo sexual (DSD por sus siglas en inglés), fue un desafío para Brehob y Leggette.
De hecho, Brehob recuerda que hace unos años, un doctor en el hospital de preguntó: “¿Tienes útero? ¿Tienes periodo menstrual? ¿Cuál es tu régimen de reemplazo hormonal?” Su expediente médico explicaba todo, pero el doctor buscaba una explicación profesional específicamente de Brehob. Con cada pregunta, su frustración aumentaba.
Tales sentimientos empeoraban cuando Brehob se enfrentaba a: “marca ‘H’ si eres hombre o ‘M’ si eres mujer” en los documentos, debido a que se identifica como de género no binario, y no se siente ni hombre ni mujer.
“Soy biológicamente diferente, de manera que esto afectará el tipo de atención médica que necesito, y no ser capaz de aclarar esto en el formulario de admisión, me hace sentir que no sabrán algo de mí que es necesario para proporcionarme una atención adecuada”, dijo Brehob.
Por esta razón, Leggette y Brehob recurren a doctores que son amigables con la comunidad trans cuando necesitan atención médica. Aunque ambos están de acuerdo en que no existen recursos ideales, estos doctores conocen al menos la fluidez del género, que posee cierta conexión con las características intersexuales. Pero incluso con los médicos que son amigables con la comunidad trans, Leggette dice que encontrar al indicado es cuestión de prueba y error.
Algunos doctores ni siquiera saben que es la intersexualidad”, dijo Leggette. “Algunos doctores solo saben que existe un párrafo en sus libros de medicina acerca de las condiciones intersexuales”.
Leggette cree que esta es una de las causas principales del estigma que rodea a la intersexualidad. Cree que las personas a menudo están atrapadas en la información medicalizada que rodea las características intersexuales, y olvidan que, bajo la configuración genética, las hormonas y los cromosomas: también existe un ser humano que respira y vive.
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