Carta de agradecimiento a mis médicos | Por Free, mujer intersexual con HSC

Carta de agradecimiento a mis médicos

Por Free

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Retrato de Free, realizado por la artista Gabrielle Le Roux. El texto en la imagen dice: «Tener HSC no es una enfermedad. Es una condición de vida. Que algo sea diferente o desconocido no significa que sea «anormal». Tus hijas(os) no necesitan que sus cuerpos sean «corregidos». Amo tener HSC, porque me ha hecho ser quien soy. Amo quien soy»

*Free es una mujer intersexual con una variación conocida como Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC). Puedes leer su historia en este enlace: Free!, una orquídea en un jardín de rosas. Por “Free!”, mujer intersexual (HSC)

Carta de agradecimiento a mis médicos

Estimados médicos que me han atendido a lo largo de mi vida,

Jamás creí que les escribiría una carta, mucho menos una de este tipo, pero decidí hacerlo para expresarles mis sentimientos hacia ustedes y hacia sus acciones, sus palabras, sus crueldades.

Al Dr. Hernández, (Hospital Regional Presidente Juárez ISSSTE, Oaxaca de Juárez)

Aquel endocrinólogo que, siendo yo una pequeña e indefensa niña, se negó a recibirme en su consultorio al revisar mi expediente. Aquel médico que les dijo a mis padres que no tenían porqué llevarme a un hospital porque yo no estaba enferma y el proceso por el que mi cuerpo estaba atravesando era completamente normal: pubertad precoz a los 3 años de edad, la típica pubertad masculina. Durante muchos años le eché la culpa a usted de todas mis inseguridades, le eché la culpa de la virilización de mi cuerpo, le eché la culpa de mi aspecto masculino. Pensaba que, si usted me hubiera recibido y prescrito la medicación adecuada, yo habría crecido y disfrutado mi infancia y, así como las demás niñas, mi cuerpo no se habría virilizado y yo me sentiría segura conmigo misma.

Ahora, a mis 26 años de edad, me doy cuenta de que el que usted se haya negado a tratarme fue lo mejor que me pudo haber sucedido. Ahora me doy cuenta de que lo que usted dijo era completamente cierto: no estoy enferma, nunca lo estuve y, a pesar de que la edad en la que atravesé la pubertad no fue la más apropiada, fue un proceso por el que todas las personas pasamos en algún punto de nuestras vidas. Ahora le agradezco por ello, porque, de lo contrario, habría pasado por algún tratamiento invasivo, doloroso y/o inapropiado a tan corta edad. Hoy le doy gracias, porque usted fue el primero en tratarme como a cualquier otra persona, usted fue el primero en no darme un trato diferente, en no verme como una aberración de la naturaleza, en no silenciarme, en no tratarme como a una rata de laboratorio. Gracias.

A la Dra. Escobar y los otros dos pediatras que me atendieron cuando tenía 14 años, (Clínica Hospital ISSSTE, Tehuantepec)

Ustedes fueron los primeros que me trataron con violencia dentro de un hospital, ustedes fueron los primeros en decirme cosas horribles acerca de mí misma. Ustedes fueron quienes me hicieron sentir que era un fenómeno de circo al decirme que yo no era normal. Jamás olvidaré sus palabras, sus frías e insensibles palabras que, como una bola de demolición, me rompieron la autoestima en mil pedazos. En mi mente, aún conservo el frío recuerdo de sus caras asombradas y extasiadas de ver a semejante monstruosidad frente a ustedes, mientras pronunciaban lo siguiente:

“tú no eres normal. Sabes que lo normal es que existan hombres y existan mujeres, y tú no eres ni hombre ni mujer, eres anormal, tú no eres normal.”

Ustedes no se imaginan lo duro que fue para mí el que me repitieran esas palabras una y otra vez. No saben lo difícil que fue tener que desvestirme tres veces en la misma consulta para poder saciar su curiosidad, no saben lo que me afectó el trato que recibí de parte de ustedes ni todo lo que tuve que atravesar para lidiar con los obstáculos e inseguridades que sus acciones generaron en mi persona. Sin embargo, todo eso contribuyó en la formación de mi carácter y personalidad, y hoy les doy gracias por ello. Gracias por tener una mente tan pero tan cerrada, que en su mundo no hay cabida para lo que es diferente. Gracias, porque me dieron la oportunidad de vencer la depresión, de luchar contra mí misma y por mí misma, porque me volví capaz de entender que ustedes no son nadie para decidir lo que es normal o anormal, porque pude comprender que todos somos diferentes, y si las cosas son así, todos somos anormales.

Gracias.

A la Dra. Catalina, ginecóloga particular, (Juchitán)

Usted me trató con violencia en una ocasión cuando mi mamá me llevó con usted para pedirle que nos recomendara a un endocrinólogo. El cuerpo presiente cosas y, antes de ingresar a su consultorio, yo me temblaba de miedo. Me eché a llorar sin motivo alguno, le decía a mi mamá que no quería entrar a consulta, le decía a mí mamá que no quería estar ahí. Abracé muy fuertemente una de las columnas que sostenían la clínica y, llorando de miedo, decía una y otra vez que no quería entrar a ese consultorio.

Tenía razón en sentir tanto miedo, tenía razón porque, lo único que recibí de usted fue violencia física y psicológica. Me hizo muchas preguntas incómodas, me preguntó si tenía novio, y cuando le dije que no, comenzó con el largo e incómodo interrogatorio acerca de mi orientación sexual, comenzó a criticarme porque no tenía novio. Procedió a revisarme, me jalaba el clítoris con violencia, le dije que me dolía y, como si fuera poco, me regañó por decirle que me dolía. Después quiso obligarme a orinar para que usted pudiera ubicar mi uretra y, como no lo hice, volvió a regañarme. Después comenzó a hacer comentarios acerca de que yo no era mujer, tampoco era hombre, dijo que yo era hermafrodita y que jamás sería como las demás personas.

Sus palabras me hirieron profundamente, cada vez que entraba a un consultorio, salía con el corazón destrozado, con una herida que, en lugar de sanar, se abría más y me decía a mí misma que era cierto todo lo que me habían dicho los médicos: yo era un fenómeno, una aberración, una criatura monstruosa que ni siquiera el mismo Dios quería. Sin embargo, hoy le agradezco porque sus palabras, que en algún momento fueron hirientes, hoy me resultan llenas de sabiduría y verdad: jamás he sido ni seré como las demás personas, jamás seré como las otras mujeres, porque yo soy yo y nadie es como los demás; todos somos diferentes y esas diferencias hacen del mundo un lugar diverso y maravilloso.

Gracias.

Al Dr. González, endocrinólogo particular (Juchitán),

Desde la primera vez que entré a su consultorio me hizo sentir bien, jamás mencionó la palabra “hermafrodita”, ni mucho menos dijo que yo fuera anormal. Usted fue el primer médico en explicarme acerca de mi variación intersexual y todo lo que ocurría en mi cuerpo. Siempre tuvo una actitud amable hacia mi persona y evitó el uso de palabras hirientes. Me sentí muy cómoda con el trato que recibí de usted, aunque en algunas ocasiones tomó fotos de mi cuerpo y de mi zona íntima, aunque en las últimas consultas les haya dicho a mis padres que había necesidad de someterme a una clitoridectomía debido al tamaño de mi clítoris. A pesar de ello, yo le agradezco en gran medida esa amabilidad y calidez con la que siempre me trató, le agradezco por el tiempo que destinó para mí en cada consulta, le agradezco el no haber utilizado palabras inapropiadas.

Gracias por todo.

A la Dra. Curiel, endocrinóloga (IMSS Salina Cruz),

Usted siempre me atendió con gentileza, paciencia y candidez, siempre fue tan considerada conmigo. Recuerdo muy bien que cuando le dije que el médico anterior había decidido que me intervinieran quirúrgicamente, usted me explicó que esa cirugía era simplemente estética y totalmente innecesaria, además de que era yo quien debía tomar la decisión de aceptarla o no. Usted siempre pensó en mi bienestar e hizo lo que consideraba más adecuado para mí, siempre tomando en cuenta mi opinión. No tengo palabras para expresarle mi agradecimiento por todo lo que hizo por mí.

Gracias por tanto.

Gracias a todos los médicos que he mencionado en este escrito. Gracias por haber coincidido conmigo en esta vida. Gracias por haberme tratado de la manera en que lo hicieron, porque eso ha contribuido en la formación humana del ser que soy ahora. Gracias a la violencia física y psicológica que sufrí por parte de algunos de ustedes, me volví una persona fuerte, una persona que ha podido luchar contra todo y contra todos, incluso contra mí misma. Gracias, porque esos obstáculos que colocaron en mi vida me impulsaron a no rendirme nunca y a salir adelante. Gracias al Dr. González y a la Dra. Curiel por hacerme saber que no debo temerles a los médicos, que no todos son iguales y que hay quienes sí saben tratar con personas y no solamente con enfermedades.

Saludos,

Free

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