Mi pensamiento: amando a una persona intersexual. Por Diana Rentería

Mi pensamiento: amando a una persona intersexual.

Por Diana Rentería

  • Esta historia fue compartida exclusivamente con Brújula Intersexual y con Youth & I, si quieres publicarla en otro lugar, por favor escríbenos para pedir autorización a la autora: brujulaintersexual@gmail.com

*Texto originalmente publicado en inglés en la revista YOUTH & I

tulipanes

Kaleb es mi pareja desde hace más de 6 años, y es una persona que nació con un cuerpo intersexual.

Desde que nos conocimos, ella fue honesta conmigo, me dijo que su cuerpo no encajaba dentro de lo típicamente femenino. No lo entendí en ese momento. Me dijo que tenía miedo, que pensaba que era posible que la abandonara en cuanto me diera cuenta de eso. ¿Cuál era la diferencia?

Aunque no lo crean, mi respuesta fue: “¿Qué es ser mujer en estos tiempos?”. No me acobardé ante esto. Sinceramente amo lo andrógino, me encanta Erika Turner, Tina Jittaela, entre otras chicas de apariencia andrógina. Kaleb encajaba en lo que amo. Esa sutileza para tomarme en entre sus brazos, la rudeza para defenderme si alguien me lastima, la valentía para enfrentarse a un mundo desconocido en el que muchas veces sufría rechazo y discriminación por no ajustarse a la idea que mucha gente tiene de lo que debería ser una “mujer”.

Verán, desde que la conocí, siempre se ha movido entre lo femenino y lo masculino. Su físico es muy andrógino, y a primera vista a muchas personas les resulta complicado saber su género. Tiene características consideradas masculinas como hombros anchos, barba y vello corporal abundante, pero también características consideradas femeninas, como su pecho y voz. Además de contar con otras variaciones en sus características sexuales que solo se pueden conocer en la intimidad. Incluso algunas veces usa pronombres masculinos para referirse a sí misma, y eso nunca me molestó, al contrario, lo entendía y me gustaba jugar de esa manera.

Con el tiempo, nos fuimos haciendo cada vez más cercanas hasta el punto de conocer bastantes secretos de la otra.

Debo aclarar que esto no es una historia cursi de amor, no lo fue así desde sus inicios, fue más que algo empalagoso y dulce. Fue un viaje de autoconocimiento para ambas, caminando de la mano de la persona que más amas. No fue fácil para ella descubrir quién era, porque siempre la reprimieron, en gran medida cargaba el estigma de “no eres normal”. Pero ¿qué es lo normal? era una pregunta que nos hacíamos frecuentemente. “Lo normal es aquello que es aceptado en un lugar, pero no lo es en otro sitio”, a esa conclusión llegábamos mientras recorríamos juntas este viaje.

¿Qué era eso por lo que ella se avergonzaba? ¿La barba que le crecía en forma de candado?… ¡Por favor!, ¡me parecía tan linda su barba!, incluso pude saber a qué ascendencia pertenecía su familia: vikinga y española. ¿Era el vello que cubría todo su cuerpo? ¡A mí me encanta! es como un peluche en forma de oso: abrazable, tierno, algo enojón, pero siempre conmigo.

Su orgullo era su fuerza, con ella me sentía protegida. No me importaban las veces que llegó a romper cosas, simplemente no podía controlar su carácter, pero con tiempo y paciencia lo logró controlar.

Ella no sabía porqué su apariencia era diferente a la de otras chicas, constantemente era algo que se cuestionaba y eso le causaba malestar, entonces un día le dije: “¡Estoy harta de tratar de encajar en esta sociedad!, sólo estemos juntas sin esperar a que nos vean igual que a las demás personas. Porque en realidad así es la humanidad: diversa y pluricultural. Así como los japoneses están hartos de que los comparen con chinos, no hay que compararnos con nadie más”. Ella rio al escuchar lo que dije, pero sé que le ayudó, y juntas seguimos adelante con nuestro viaje. La apoyé en su búsqueda para descubrir que era lo que le hacía tan diferente de otras personas. Ella creía qué si yo descubría toda la verdad, esto sería motivo suficiente para que me alejara, pero no fue así, al contrario.

Quienes trabajan para “curar” a las personas (los médicos), tienen enormes traumas y prejuicios hacia los cuerpos diversos, pero sus opiniones me impulsaron a acrecentar mi curiosidad, a buscar más, a entender, sobre todo a no quedarme en una sola respuesta y continuar en la búsqueda de una segunda opinión en otras fuentes de información. Y aquí fue donde nuestro viaje comenzó a tener un rumbo, comenzaron a aclararse esas nubes que a menudo se nos presentaron, comenzamos a luchar por la visibilidad en todos los lugares posibles, no a quedarnos en la victimización, sino hacer ver qué a pesar de las diferencias, todos somos seres humanos. Esto no lo aprendimos de buena forma, lo aprendimos a la mala, en caídas, subidas, peleas.

Se podría pensar qué al tener una pareja con un cuerpo intersexual, y además con una identidad no binaria, la estoy idealizando, pero no es así. Todos los seres humanos tenemos cosas buenas, pero también malas. Debido a la inseguridad y la represión que había vivido toda su vida, además de tratamientos hormonales mal administrados, Kaleb comenzó a convertirse en alguien que no podía reconocer, ni siquiera ella misma podía estar tranquila, sus experiencias pasadas crearon un ser con miedos e inseguridades, y sé que no importa lo mucho que me esfuerce en apoyarla a estar mejor y cambiar, esos demonios estarán ahí.

¿Represión? Vivimos en una sociedad donde dos rosas no pueden estar juntas, ni siquiera los claveles pueden estar juntos, mucho menos los tulipanes deberían de existir. Son silenciados, se intenta “corregirles” desde su nacimiento, extirpando desde pequeños lo que piensan estorba para seguir a la perfección con el estándar para los cuerpos binarios.

No niego que parte de sus experiencias pasadas puedan justificar los ataques de ansiedad de Kaleb, así como la inseguridad o los celos que llegó a sentir, como dije, no es una cursi historia de amor, esto es real. Es lo que las personas reales somos, muchas hemos sido lastimadas, y actuamos de diversas maneras debido a esas heridas.

Kaleb y yo estamos juntos por una razón, pero nuestra relación nunca ha sido como las historias típicas de amor nos lo han planteado. Sin embargo, aquí estamos, diciéndole al mundo que se puede amar, se puede querer, aceptar a otras personas, con todo lo que conllevan, no importa si el amor es a distancia, si viven juntos, si tienen heridas. “El amor no requiere que ambas personas se miren de frente, sino que miren hacia el mismo horizonte”.[1]

[1] Frase de Antoine de Saint Exúpery

 

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