Caster Semenya: La atleta en la lucha de su vida
Por Michelle García | OUT
Traducción: Laura Inter del artículo “Caster Semenya: The Athlete in the Fight of Her Life” de Michelle García | OUT
Fuente: https://www.out.com/sports/2019/7/23/our-cover-star-caster-semenya-athlete-fight-her-life

Caster Semenya alza su puño cuando su nombre es anunciado por el altavoz: La corredora sudafricana se encuentra en el carril ocho en la pista en Doha, Qatar, en la competencia Diamond League celebrada el pasado mayo. Se le ve enojada.
Como es usual, la multitud en las gradas la ovaciona ruidosamente, notablemente más que a casi todas las otras mujeres de los otros carriles. Mientras las corredoras toman sus marcas, Semenya se concentra en la línea de salida delante de ella. Cuando la carrera comienza, ella y Noélie Yarigo de Benín toman la delantera, sus pasos se sincronizan cuando cruzan los carriles exteriores para formar un grupo con las otras corredoras. El cabello de Yarigo, recogido en cola de caballo, se agita sobre sus hombros mientras mantiene su liderazgo junto con Semenya. Yarigo toma la delantera, sus pasos son largos y firmes. Al principio es impactante – ¿podría realmente romper la racha ganadora de Semenya? – entonces, Yarigo ve sobre su hombro izquierdo que Semenya le está pisando los talones. Cuando las mujeres llegan a la mitad de la carrera, el paso de Yarigo cambia, su cuerpo trabaja de más para mantener una pequeña ventaja. Pronto, retrocede y se desvía de la pista, dejando camino para que Semenya se haga cargo. Con el liderazgo, Semenya no retrocede – sino que continúa. Con cada paso de Semenya, Francine Niyonsaba de Burundi se queda más y más atrás. Semenya podría relajarse y aun así ganar, pero no lo hace. Corre a toda velocidad, superando a Niyonsaba por casi 20 metros cuando cruza la línea de meta.
Una vez que la carrera termina, Semenya toma su ramo de flores de felicitaciones y lo lanza a la multitud. Respira con dificultad, pero no le falta el aliento. La multitud está llena de energía al igual que ella, gritando y ovacionándola. Las otras mujeres, sus competidoras, se desploman en el piso al pasar la línea de meta.

La multitud enloquece, como ahora normalmente lo hace por Semenya, pero no solo por las razones típicas. Las razones usuales podrían ser: Semenya ganó y su habilidad atlética es prácticamente un milagro del que son testigos. En lugar de eso, esta victoria decisiva vino con una nube oscura. En ese momento, parecía que esta sería la última carreta de 800 metros en la que correría Semenya bajo la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), que es el organismo rector del atletismo mundial. Esta organización, tan solo dos días antes, anunció que la forzaría a reducir sus niveles de testosterona – que su cuerpo produce de manera natural – si quería continuar corriendo en su mejor evento.
A Caster Semenya, una de las mejores corredoras del mundo, se le estaba prohibiendo competir.
La más Grande de las Grandes
Corriendo en el campo, pateando una pelota con amigos durante horas, y jugando partidos de béisbol hasta que el sol se ocultaba, día tras día – esta era la libertad de la infancia rural para Mokgadi Caster Semenya. Ser una niña en Fairlie, una remota aldea en Limpopo, Sudáfrica, significaba una vida de quehaceres, ir a buscar agua y limpiar la casa. Pero los juegos con los niños locales eran su descanso de los quehaceres de la casa; para escapar de las burlas y acoso por ser una chica tomboy, corría tan lejos como sus piernas la pudieran llevar.
“Cuando hago deporte es cuando me siento feliz. Me siento libre”, dijo a Out en nuestra sesión de fotografía un sábado por la tarde en Seattle, EUA. “Desde que tengo memoria, todo se trataba de ser libre”. Resultó que la libertad proveyó un suelo fértil para que floreciera su increíble talento para el atletismo. Cuando era una adolescente, un entrenador local se dio cuenta de su gran talento, y le contó que muchas de las más grandes atletas del mundo eran africanas – y agregó, “pienso que tú puedes ser mejor que cualquiera de ellas”.
Semenya se encontró con las carreras de media distancia – una combinación única de la resistencia del maratón y velocidad – cuando era adolescente, básicamente debido a las circunstancias. Su remota aldea no tenía los recursos que tenían los niños y niñas de las ciudades para aprender las habilidades técnicas requeridas para las velocistas de primer nivel. “Así que simplemente decidí, bueno, en media distancia simplemente puedo correr a donde quiera. Puedo correr de una aldea a otra. Puedo simplemente correr sin ninguna supervisión”. Así que eso hizo exactamente.

Un debut de doble cara – y el comienzo del escrutinio internacional
En el verano de 2008, a los 17 años, Semenya ganó la carrera de los 800 metros en los Commonwealth Youth Games con 2:04:23; un tiempo excelente para las mejores corredoras jóvenes en los circuitos nacionales e internacionales, pero no para una de las mejores corredoras adultas que compiten a ese nivel. Después, alrededor de su cumpleaños 18, en enero de 2009, Semenya se unió al club de atletismo de la Universidad de Pretoria, poniendo su talento bajo entrenamiento constantemente.
Para agosto de 2009, ya había disminuido algunos segundos a su mejor tiempo personal en los 800 metros, y participó en el carril cuatro en la final de los 800 metros en el Campeonato Mundial de la IAAF en Berlín. La pistola se disparó, y las mujeres se pusieron en posición. A los 200 metros, Semenya se deslizaba cerca de la parte delantera del grupo y, a mitad de la carrera, tomó la delantera. Semenya fue ampliando su ventaja cada pocos metros, con su paso largo y dominante. Se veía poderosa mientras corría, como si nada pudiera imponerse entre ella y la línea de meta, y, sin embargo, la relajación en su rostro y cuerpo, mostraban un increíble – envidiable – nivel de naturalidad y facilidad. Mientras corría en la curva final, miró por encima de su hombro. El grupo estaba muy por detrás de ella. Se apresuró incluso más en la recta final, manteniendo sus pasos largos, mientras las mujeres detrás de ella luchaban por el segundo y tercer lugar. La multitud estaba asombrada, la ovacionaba mientras cruzaba la línea de meta, con cerca de dos y medio segundos entre ella y Janeth Busienei de Kenia. La tomboy que alguna vez corría de una aldea rural a otra, acababa de irrumpir por completo en el atletismo de élite, logrando registrar el tiempo más rápido para los 800 metros de 2009.
Los 800 metros apenas califican como una carrera de distancia, aunque ciertamente no es una carrera solo de velocidad. Sin embargo, Semenya tiene la complexión de una velocista – esbelta y ágil, aunque con la suficiente musculatura para correr de manera explosiva y veloz – pero sobresale al ser ágil, veloz y con buena aceleración, permaneciendo así por más tiempo que sus competidoras, quienes tienen una complexión hecha para correr distancias más largas. Piénsenlo de esta manera: Correr casi tan rápido como tu cuerpo tenga la posibilidad de hacerlo, por alrededor de media milla, y entonces correr a tu absoluta máxima capacidad por más de dos cuadras. Eso es lo que ella hace en la pista. Semenya constantemente domina una de las carreras mas difíciles en la pista, al ampliar su ventaja en el último cuarto de la carrera; cuando todas están exhaustas y tratando de mantener su ritmo, ella da un último golpe de energía para lograr una victoria decisiva. Esta consistente estrategia da sus frutos; Semenya ha tenido una racha ganadora desde 2015. Es también la razón por la que ha sido objeto de escrutinio e insultos a lo largo de su carrera en el atletismo de élite.

El mundo contra Caster Semenya
Inmediatamente después de esa asombrosa final de los 800 metros en el Campeonato Mundial de 2009, algunas compañeras competidoras de Semenya, fueron a la yugular. Elisa Cusma Piccione de Italia (sexto lugar), insistió que ella era un hombre. Mariya Savinova (quinto lugar), instó a los periodistas a “solo mirarla”. Otras atletas susurraron, la observaron, y se burlaron de ella. Entonces vino la IAAF.
Inicialmente, los cuestionamientos acerca de su drástico progreso fueron vinculados a sospechas de dopaje. Cuando los resultados de las pruebas fueron negativos, fue sometida a rondas de pruebas de sexo, que supuestamente involucraron que fuera analizada por un endocrinólogo, un psicólogo, un experto en género y un internista; lo más humillante fue un examen ginecológico que incluyó fotografías de sus genitales mientras sus pies estaban en estribos. Eventualmente, fue autorizada para competir nuevamente en el circuito internacional, pero no sin antes perder casi un año de competiciones durante la deliberación de la IAAF sobre los resultados de sus pruebas.
El oscuro secreto es que las pruebas de sexo son comunes para las mujeres atletas – y sí, solo se realizan a las mujeres atletas. Las pruebas de sexo obligatorias para las mujeres atletas, fueron impuestas por el Comité Olímpico en 1968, mediante una prueba en la que se toma una muestra de dentro de la mejilla. Antes de eso, era un examen ginecológico. Se temía que los hombres pudieran entrar a las carreras de mujeres, simplemente para ganar. (Sin embargo, la broma sería para ellos – ganar en el deporte femenil rara vez trae consigo notoriedad y riqueza). Finalmente, en 1992, el Comité Olímpico Internacional decidió abandonar las pruebas obligatorias, pero las mantuvo como una opción, por si acaso.
Para Semenya, increíblemente, la investigación fue pública. A los ojos de muchas personas Negras de Sudáfrica, este tipo de pruebas evocan la objetivación colonial de los cuerpos de las mujeres Negras. Después de todo, Semenya nació durante el apartheid, durante el cual, pruebas racistas fueron utilizadas para determinar la raza – y, por lo tanto, justificar la discriminación – contra las personas Negras. Por ejemplo, como un intento de solucionar la ambigüedad racial, una de las pruebas involucraba el colocar un lápiz en el cabello de una persona Negra para ver si se caía (¡blanca!) o si permanecía en el cabello (¡Negra!). Aún más perturbador, algunas pruebas raciales invasivas de la era del apartheid, involucraban inspeccionar el color de la piel alrededor de los genitales de la persona. No es de extrañar que las noticias sobre la inspección genital realizada a Semenya, hayan evocado horrendos recordatorios de esta historia.
Semenya regresó a la pista en 2010, pero después de un año sin competir, un menor entrenamiento, y una lesión, entró en una especie de periodo oscuro. Sin embargo, aguanto todos estos disparates, con el apoyo de su país. En 2012, calificó para las Olimpiadas y llevó la bandera sudafricana en el estadio Olímpico durante el desfile de naciones en la ceremonia de apertura, ante casi 1 billón de espectadores de todo el mundo. Durante los Juegos Olímpicos, ganó plata con un tiempo de 1:57:23 contra el tiempo de 1:56:19 de la rusa Savinova. Irónicamente, resultó que Savinova, quien se había quejado de Semenya en 2009, más tarde fue descalificada por dopaje, convirtiendo la medalla de plata de Semenya en una de oro.
Mientras tanto, en 2011 la IAAF estableció reglas para impedir que las corredoras compitieran si tenían niveles naturales altos de testosterona (o hiperandrogenismo). En las Olimpiadas de 2012, cuatro mujeres de áreas rurales de naciones en vías de desarrollo, entre las edades de 18 a 21 años, fueron identificadas por tener estas características – y se les expulsó de la competencia. En 2014, la velocista de la India Dutee Chand, impugnó las políticas de la IAAF en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (CAS, por sus siglas en inglés) después de que fuera expulsada. El tribunal dictaminó en 2015 que Chand tenía el derecho a competir, y que los hallazgos de la IAAF eran ineficientes al concluir que “las mujeres atletas con hiperandrogenismo podían beneficiarse de tan significativa ventaja en el rendimiento” y, por lo tanto, innecesariamente fueron excluidas para competir en la categoría femenina.
A medida que pasaron los años, Semenya continuó ganando, y en 2015, comenzó una racha ganadora en las carreras de los 800 metros que continúa hoy en día. Incluso amplió sus eventos para incluir los 400 metros y los 1500 metros, acumulando importantes logros. Pero en 2018, después dejar a sus descontentas contrincantes en el polvo – y a algunas en lágrimas – la IAAF creó una nueva política: Para competir, las mujeres atletas tendrían que mantener un nivel de testosterona de 5nmol/L o menos, ya sea de manera natural, o mediante terapia hormonal. Añadiendo sal a la herida, la regla solo aplicaría a las carreras femeniles de los 400 metros, 800 metros y 1500 metros. Semenya era claramente el objetivo.
Ella también había tenido suficiente. “No es justo que me digan que debo cambiar”, dijo en ese entonces. “No es justo que las personas cuestionen quien soy. Soy Mokgadi Caster Semenya. Soy una mujer, y soy veloz”. Poco después, al igual que había hecho Chand antes que ella, Semenya comenzó una batalla legal contra la IAAF. ”No quiero hablar por ella, pero mucho de lo que hemos visto en los medios de comunicación, en realidad a sido que Caster ha sido empujada a esta situación y obligada a tomar una posición”, dijo Sarah Axelson, la directora de la Women’s Sport Foundation. “Gracias a dios que lo hizo”.

La cultura de la controversia
Basándonos en la manera en la que la IAAF ha continuado descartando los resultados de su propia investigación y una política basada en ciencia incuestionable, aun podría quedar un largo camino por recorrer. Katrina Karkazis, una investigadora de la Universidad de Yale y coautora del próximo libro Testosterone: An Unauthorized Biography [Testosterona: Una biografía no autorizada], dijo que la relación entre la testosterona y el género, desde hace mucho ha sido en gran medida malentendida. En todo caso, las hormonas como la testosterona y el estrógeno han sido simplificadas en exceso para determinar que hace a un hombre y que hace a una mujer, en especial en el deporte.
Sí, la testosterona es la hormona generalmente identificada con la masculinidad. Pero también está presente en las mujeres cisgénero. La Testosterona es necesaria para la función del hígado, el desarrollo de los huesos, y muchos otros procesos en el cuerpo. Es producida por los ovarios. “Hombres y mujeres la tienen. Hombres y mujeres la necesitan, y tiene un efecto mayor en el cuerpo que las características sexuales”, dijo Karkazis a Out. Sin embargo, la mayoría de las personas simplemente asumen que “la testosterona es para los chicos y los estrógenos para las chicas”.
Aún más importante para Semenya, un nivel alto natural de testosterona no necesariamente tiene como resultado un mejor desempeño atlético. Pero debido a que la hormona es asociada con la masculinidad, la cual se asocia más con el atletismo, se cree que los niveles altos que tienen algunas personas con cuerpo femenino, les da una ventaja injusta “típicamente-masculina” sobre sus contrincantes.
Las mujeres con niveles altos de testosterona son más comunes de lo que la gente cree, dijo Karkazis, y también lo son los hombres con testosterona baja. Sin embargo, ambos grupos aun sobresalen en sus deportes, pero por supuesto, el que la IAAF reconozca eso, sería que admitiera lo complicado que es regular el género. Así que persiste la idea de que la testosterona es responsable del desempeño de los hombres. “¿Cómo explicas que hombres con testosterona baja están obteniendo medallas de oro, o que hay mujeres con testosterona baja a las que les va mejor? La investigación de la IAAF muestra qué en tres de los 11 eventos, las mujeres con testosterona baja, de hecho, lo hicieron mejor”.
Karkazis dijo que la así llamada sabiduría popular sobre el género y las hormonas nos limita. La IAAF está utilizando la sabiduría popular en torno a la testosterona, para imponer políticas sobre quien puede competir en qué categoría. Y como señaló Axelson, la regla del CAS perpetúa la idea de que es “necesaria” para mantener separada la clasificación del atletismo femenil – más lenta – que la de los hombres. Tanto el Congreso Nacional Africano, como las académicas feministas, han dicho que las repercusiones de las pruebas realizadas a Semenya, sugieren que las mujeres son incapaces de tener un desempeño a velocidades aparentemente reservadas solo para los hombres.
“Existe una larga historia de vigilancia sobre los cuerpos de las mujeres, tratando de trazar brillantes y claras líneas, basándose en estas ideas normativas sobre la apariencia que deberían de tener los cuerpos de las mujeres y qué características sexuales deberían de tener”, dijo Karkazis. “Son mujeres porqué están siendo reguladas. El hecho es que están regulándola porqué es una mujer. Y están tratando de vigilar aún más la categoría, para ver lo que es apropiado para el cuerpo de una mujer y su desempeño”.
Madeleine Pape, que corrió los 800 metros en el Campeonato Mundial para Australia en 2009 contra Semenya, ahora estudia biomedicina y segregación de género en el deporte como candidata a doctorado en la Universidad de Wisconsin. Ha visto como las prácticas como el restringir las hormonas naturales de Semenya, han sido forzadas en mujeres atletas durante generaciones para mantenerlas separadas de los hombres. Al entrevistar a atletas para su investigación, Pape dijo que sus puntos de vista están cambiando, pero pocas están dispuestas a alzar la voz en solidaridad por temor a la reacción pública. Sin embargo, Semenya no está completamente sola. Organizaciones como Athlete Ally y Women’s Sports Foundations, reclutaron a más de 60 atletas de clase mundial (incluyendo a Pape) para firmar una carta conjunta desafiando las regulaciones de la IAAF. En mayo, el Grupo de Trabajo Internacional sobre las Mujeres y el Deporte emitió una carta conjunta en la que condenaba la decisión del CAS. Incluso la Asociación Médica Mundial aconsejó a los médicos de todo el mundo no adoptar las directrices de la IAAF en sus prácticas, diciendo que la prescripción de bloqueadores hormonales, sin una causa médica clara, “no era ético”.
Más allá de Semenya, ha habido una batalla sobre el deporte femenil de parte de una secta de feministas radicales y conservadoras, para excluir a las personas trans, intersexuales y de género no conforme. Aunque se reconoce que se está discriminando a Semenya, la actual poseedora del récord de maratón Paula Radcliffe, dijo que Semenya tiene una ventaja injusta y que debería ser excluida del deporte. Y la jugadora de tenis Martina Navratilova tuvo que disculparse por decir que las mujeres trans en el deporte intrínsecamente hacían trampa. Sin embargo, Pape sugiere que podría ser el momento para que algunas atletas acepten lo que saben que es intrínsecamente cierto: “No existe un campo de juego con igualdad para todas las personas”.

Vivir por encima del escándalo
Estos días, Semenya permanece vigilada, pero con claridad acerca de dos cosas: Ella está sobre eso, y por encima de eso. Lleva una década de relación con la IAAF, sus compañeras competidoras se quejan de su participación en el deporte, y medios de comunicación entrometidos están obsesionados con lo que tiene bajo sus pantalones. Semenya ha atravesado un infierno, y ha regresado, todo bajo la mirada pública. Y aún así parece que vive a través de un conjunto de mantras: “Las opiniones [de quienes me critican] no son hechos”, dijo en una ocasión. “Si tienes amor propio”, añadió en otra ocasión, “nunca podrás ser destruida”.
El amor propio y la autodeterminación que le inculcaron sus padres, Dorcas y Jacob Semenya, han sido la clave de su supervivencia como atleta. Han inspirado su carrera y han sido sus más fervientes defensores. También está su esposa, la corredora Violet Raseboya. En 2007, de todos los lugares posibles, se conocieron en un baño antes de que Semenya llegara al escenario mundial. Irónicamente, Raseboya estaba siendo escoltada por funcionarios de dopaje al baño para realizarse una prueba. Al igual que cualquier buena comedia romántica, primero se llevaron mal, pero después se convirtieron en amigas, y más tarde en amantes. Finalmente, en 2015, se casaron, y Raseboya ha estado al lado de Semenya durante los buenos y malos momentos. “Ella es alguien en quien puedo confiar, en las buenas y en las malas”, dijo a BET Africa en 2017.
Además de su familia, la habilidad y resiliencia de Semenya han hecho que sea exaltada como una heroína en su país natal. Después de todo, fue la primera sudafricana Negra en ganar una medalla de oro en el Campeonato Mundial de la IAAF, algo muy distintivo en un país que ha usado el deporte para reconstruir su nación después del apartheid. Su éxito, es el éxito de la Sudáfrica Negra. Mientras las feministas del país estaban luchando por la igualdad de género en el deporte, el escenario estaba listo para que la nación la levantara sobre sus hombros. Al igual que humillantes “pruebas científicas” fueron utilizadas para justificar la segregación durante el apartheid, el racismo encubierto como ciencia ha manchado la credibilidad de los científicos en general. Cuando combinas ese escepticismo con el CAS sosteniendo que la regla de la IAAF es una discriminación “necesaria”, no es de extrañar que la fuerza de Sudáfrica impulse el viento en las velas de Semenya.
“Representar a nuestro país lo es todo”, dijo Semenya. “No solo lo hago por mí misma. Pienso que he alcanzado todo lo que quería alcanzar, pero ahora se trata de mi gente, que me admira, que me apoya, que está inspirada por mi trabajo”.

La campeona del pueblo
Semenya no pudo hablar con Out sobre el caso de la IAAF, ya que aun está resolviéndose. Pero por sus palabras se infiere que está viviendo por encima de la contienda, porque simplemente tiene que hacerlo. La crítica solo la impulsa a desempeñarse aún mejor – para fastidiar a sus contrincantes. “Estoy motivada, trabajo duro, simplemente estoy loca. Hago cosas que las personas no hacen en la pista”. Esta perspectiva más amplia de la vida ha creado un increíble escudo para una de las atletas que más han sido sometidas al escrutinio en el mundo. En mayo, el CAS con sede en Suiza, dictaminó que la IAAF podía imponer una política para limitar los niveles de testosterona de una mujer atleta. El tribunal abiertamente admitió que la regla era una “discriminación necesaria”, lo que obligaría a Semenya y a otras atletas, con niveles naturales altos de testosterona, a tomar fármacos para suprimir estos niveles.
Después de que Semenya lanzó otra apelación en junio, un tribunal federal suizo intervino, ordenando a la IAAF que suspendiera la política. Eso significa que Semenya, a través de este amparo temporal, podrá ser elegida para correr en los eventos que planeó para este verano y otoño, incluyendo otro Campeonato Mundial en Doha. Al cierre de esta edición, a mediados de junio, no está claro si este amparo es permanente. Si lo es, podría permitir a Semenya competir en 2020 para su tercera medalla de oro en las Olimpiadas de Tokio.
Aun así, para Semenya, todo este arbitraje es claramente algo por lo que ya ha pasado. Su mirada está más allá de septiembre, en Tokio. Como siempre, se está concentrando en representar a Sudáfrica. Dirige la Semenya Foundation para brindar oportunidades a jóvenes atletas marginadas, como alguna vez ella misma lo fue. Hace hincapié en el auto-empoderamiento, y en dar prioridad a la educación – en especial siendo alguien que constantemente habla sobre la importancia de su propia educación – como los pilares de su trabajo con niñas y niños. Entrena día tras día, compitiendo durante todo el año y soportando las mismas agotadoras preguntas y calumnias.
No se sabe cómo las reglas de las IAAF van a cambiar o no, pero la mera existencia de Semenya en el atletismo femenil, tendrá un gran impacto. Las medallas que lleva en su cuello pueden marcar los momentos de su vida en los que ganó en la pista, pero el impacto de Semenya como atleta, como lesbiana, como mujer Negra, como sudafricana, van mas allá de sus rápidos tiempos y trofeos. Sus padres realmente tuvieron una visión cuando le dieron su primer nombre Mokgadi, que en sepedi, su lengua nativa, significa “la que guía”. Es una verdadera campeona para la evolución del deporte – ya sea que el mundo esté listo para esto o no.
“No es acerca del desempeño; es acerca de inspirar al mundo, cambiar al mundo… cambiar la manera en que la gente ve la vida”, dijo. La mayoría de la gente verá esto como una tarea abrumadora – pero no Semenya. “Cuando estoy en la pista”, dijo, “es cuando me siento libre”.