Reformulando el Monólogo de la Vagina
Por Thea Hillman (mujer intersexual)
*Año de publicación: 2003
Traducción: Laura Inter, del artículo “Reshaping the Vagina Monologue” de Thea Hillman
Fuente: http://www.intersexinitiative.org/vday/thea-monologue.pdf
Las organizadoras de la obra Los Monólogos de la Vagina, me pidieron que les dijera como pensaba que sería el mundo sin la violencia contra las mujeres. Así que muchas imágenes pasaron por mi mente. En un mundo sin violencia contra las mujeres, mis amigas Donna, Jordan y Rickie serían capaces de obtener un seguro de salud. Molly nunca hubiera sido violada, tampoco Rina. En un mundo sin violencia contra las mujeres, Lynne, Karen y Brett, no hubieran comenzado sus vidas creyendo que un primo, hermano, o padre, podía tocar sus partes privadas. ¿Y yo? me pregunté, ¿cómo hubiera sido diferente mi mundo, mi vida, sin la violencia a la que he sido sometida? Ahí fue cuando me di cuenta del problema al escribir esto para ustedes. Porque, al solicitarme escribir acerca de un mundo sin violencia contra las mujeres, cuando dicen mujeres, ¿esa palabra me incluye? Puede ser que no. Cuando hablamos acerca de un mundo sin violencia contra las mujeres, no estoy segura de que estemos hablando del mismo mundo o de las mismas mujeres.
Para hablarles acerca de como se ve mi mundo sin violencia contra las mujeres, tengo que contarles sobre las mujeres que conozco. Tengo que contarles acerca de sus vaginas. Me imagino que esto solo es justo si comienzo con la mía.
Cuando tenía 4 años, me comenzó a crecer vello púbico. Mi mamá me llevó al doctor, quien le dijo que tenía una condición llamada Hiperplasia Suprarrenal Congénita. La Hiperplasia Suprarrenal Congénita es una de las condiciones que causan intersexualidad. Una persona intersexual es alguien que nace con una anatomía sexual o reproductiva que alguien decide que no es la estándar para un hombre o para una mujer. Es lo que la gente solía llamar “hermafrodita”. En ese entonces no sabía eso. Solo sabía que tenía vellos especiales donde otras niñas no los tenían. En la actualidad, para mi no es tan importante el ser intersexual, normalmente no surge ese tema. Pero si surgió el día que vi Los Monólogos de la Vagina.
Ahí estaba, en un teatro del centro de San Francisco, en la puesta en escena de Los Monólogos de la Vagina, protagonizada por Eve Ensler. Estaba rodeada por cientos de mujeres y algunos hombres, reíamos, llorábamos, pataleábamos, aplaudíamos tan fuerte que nuestras manos dolían. Éramos madres, hijas, secretarias, escritoras, trabajadoras de la construcción, hermanas, amigas, y compañeras de trabajo, todas juntas, unidas en nuestro estatus como mujeres y niñas. Entonces, [durante la obra] Eve contó un cuento de la vida real acerca de una chica que nació sin vagina. Dijo que una chica en Oklahoma le dijo que había nacido sin vagina, y que se había dado cuenta hasta que tenía 14 años. Estaba jugando con su amiga, compararon sus genitales, y se dio cuenta que los suyos eran diferentes, algo estaba mal. Fue al ginecólogo con su padre. En el camino de regreso a casa, después de ver al médico, en un noble intento por consolarla, su papá dijo: “Querida, tenemos una situación interesante, tú naciste sin vagina. Pero la buena noticia es que tendrás la mejor vagina fabricada en Estados Unidos. Y cuando conozcas a tu esposo, el sabrá que la fabricaron especialmente para él”. Eve concluyó que Oklahoma ama las vaginas.
La situación es que, yo sí conozco a chicas que nacieron sin vagina. Chicas que nacieron con una condición, una condición intersexual, igual que la chica de la historia. Una de mis amigas, Kath, nació con genitales ambiguos completamente funcionales y sin vagina. Nació con sensibilidad en sus genitales, podía disfrutar del tacto, y experimentar placer sexual con su cuerpo tal cual era. Sin embargo, en nuestro mundo actual, el procedimiento estándar que se realiza a niñas con genitales ambiguos, como Kath, es la cirugía infantil [reducción de clítoris], y un tiempo después son sometidas a vaginoplastía, una cirugía para crear una vagina falsa. A Kath le dijeron que necesitaba cirugía para poder ser una verdadera mujer, para que algún día pudiera ser capaz de tener sexo con un hombre. Ella se sometió a la cirugía, y perdió toda función sexual. Ya no puede sentir orgasmos ni tiene sensibilidad. Su vagina falsa gotea, se infecta, y literalmente se está saliendo de su cuerpo. Ni a ella ni a sus padres les dijeron que la cirugía puede quitar la sensibilidad y la capacidad de sentir orgasmos. Nunca se les dijo que las cirugías son experimentales y que frecuentemente fallan. Y más importante aún, nunca se les dijo que Kath podía ser una verdadera mujer, tuviera o no tuviera una vagina.
Me sentí herida cuando escuché a Eve contar ese cuento sobre la vagina. Me lastima el estar en un lugar donde se suponía me debía sentir segura de ser una mujer, pero en su lugar terminé sintiéndome como en un lugar que promovía la violencia contra las mujeres como yo. Así que escribí a Eve Ensler, y me siento muy honrada y sorprendida de poder estar aquí. Esta noche realmente estamos ayudando a crear un mundo sin violencia contra las mujeres, porque en lugar de que alguien esté parada aquí contándoles esa historia, yo estoy aquí contándoles esta historia.
En un mundo sin violencia contra las mujeres, las chicas que conozco que nacen sin vaginas, crecerán sin cirugías, sin miedo a los médicos, sin miedo a sus padres, y sin miedo de que nadie las ame tal cual son. En un mundo sin violencia contra las mujeres, estas niñas y sus familias recibirán información, asesoría, apoyo, y se les enseñará a aceptar su cuerpo como uno hermoso y que está bien. En un mundo sin violencia contra las mujeres, estas niñas crecerán con los cuerpos con los que nacieron, sabiendo que algún día ellas podrán elegir si desean una vaginoplastia, sabiendo que una vagina no las hace mujer, y sabiendo que todas necesitamos aceptar que, incluso si naces con una vagina, eso no necesariamente te hace una mujer.
Conozco a una chica que nació con una vagina, pero no se siente como una mujer típica. Estoy enamorada de ella. Ella es mi novia. En el mundo en el que vivimos en la actualidad, existen niñas que crecieron sintiendo que su apariencia externa no coincide con su interior, que el género con el que fueron criadas no es el mismo que sienten en su interior. Algunas personas pueden ser mujeres masculinas o butch o andróginas o transgénero. Algunas personas llaman a mi novia “señora” o “señor” o “señorita”, las personas observan su pecho tratando de descubrir que es. Ella nunca se siente segura al entrar a los baños públicos, ni siquiera puede decidir cual utilizar. Guardias de seguridad han llegado a sacarla del baño de mujeres, y teme ser víctima de violencia de parte de los hombres al entrar al baño de hombres. Teme qué si usa el baño de hombres, alguien descubra que es una chica, y pueda meterse en problemas, sea golpeada, o abusada sexualmente. Le da miedo ir al baño sola, y aunque le preocupe, me pide que vaya con ella. El no ser capaz de usar el baño de manera segura, es violencia contra las mujeres. En un mundo sin violencia contra las mujeres, sin importar si una persona es un hombre o una mujer, no tiene que ser universalmente aceptada y reconocida solo para que sea capaz de ir a orinar.
Quiero contarte acerca de otra mujer en el mundo en el que vivo. Su nombre es Cindy, y es transexual. Aunque tiene pene, Cindy es más femenina de lo que yo nunca podría llegar a ser. Ella es hermosa, hombres y mujeres caen a sus pies. Pero ese no es el punto, el punto es que cientos de mujeres como ella son asesinadas cada año, mujeres trans que comenzaron sus vidas como niños, incluso si no se sentían así en su interior. Ustedes conocen a estas mujeres, ustedes conocen sus nombres, ellas viven y mueren en sus vecindarios. El pasado octubre, tan solo a 30 millas de aquí, en la ciudad de Newark, perdimos a Gwen Araujo, que solo tenía 17 años, al ser golpeada y estrangulada hasta morir. En un mundo sin violencia contra las mujeres, las personas entenderán que algunas mujeres nacen con genitales que son considerados masculinos, simplemente es así. En un mundo sin violencia contra las mujeres, todas las mujeres, incluyendo a las mujeres que nacen con genitales considerados masculinos, estarán seguras al caminar por las calles, de día o de noche, sin miedo. En un mundo sin violencia contra las mujeres, las mujeres trans, travestis y las personas bigénero, serán capaces de conseguir un trabajo, un lugar donde vivir, atención médica, y relaciones amorosas. Nadie las acosará porque no son “verdaderas mujeres”, ni les preguntará si son una “mujer de verdad”, simplemente lo sabremos.
Cuando sueño con un mundo sin violencia contra las mujeres, veo a cuatro mujeres caminando por la calle tomadas de la mano. Tres usan faldas. Bajo la primera falda está la vagina de la que escucharon hablar toda la noche; bajo otra falda hay genitales que podrían llamarse intersexuales, libres de cirugía, capaces de experimentar placer sexual; bajo la tercera falda hay un pene, o el lugar donde solía haber un pene. La cuarta mujer no usa falda – usa unos jeans, que dejan mostrar parte de unos boxers. Las cuatro mujeres están sonriendo, todas son libres. Sueño con mujeres que mantengan sus frentes en alto, porque viven en un mundo donde la diferencia es abrazada, en lugar de corregida, reparada, suprimida o borrada. Un mundo donde aprendí de otras mujeres y niñas a mi alrededor, acerca de las innumerables, múltiples, variadas y hermosas formas de estar viva: alegre, absurda, amorosa y ligera. Porque si lo sueño, realmente puede suceder, y si comparto el sueño contigo, podría hacerse realidad.