Traducción: Laura Inter del artículo “Sexual Assault in Medical Contexts” de Impact Ethics
Fuente: https://impactethics.ca/2018/02/16/sexual-assault-in-medical-contexts/
Celeste Orr considera que las personas con rasgos intersexuales sufren abuso sexual de rutina.
[También ver: ¿Qué es la intersexualidad?]
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Recientemente, Larry Nassar, ex médico de gimnasia, fue declarado culpable de 7 cargos por mala conducta sexual en primer grado, y fue sentenciado a prisión. Sin embargo, más de 160 sobrevivientes testificaron en contra de él. El poder institucional de Nassar, y su posición médica de gran prestigio, lo protegieron por muchos años. Aunque Nassar fue declarado culpable, el sostuvo que “fue un buen doctor”, ya que sus tratamientos funcionaron. Su declaración sugiere que no reconoce completamente que el abuso sexual cometido fue abuso sexual, debido a que ocurrió en un contexto médico. Este caso me llevó a reflexionar sobre la violencia sexual a la que muchas personas intersexuales son sometidas en contextos médicos.
La violencia sexual dirigida a personas intersexuales, es ignorada por el conocido movimiento #Metoo (#YoTambién), que en su mayoría ha sido tomado por las personas blancas de EUA (White-washed). De hecho, no es fácilmente reconocida como violencia sexual, debido al poder institucional que ejercen los médicos sobre las variaciones intersexuales, médicos que han trabajado para “mantener su jurisdicción exclusiva sobre los rasgos intersexuales”.
Existen muchos activistas intersexuales y académicos en estudios intersexuales, que están informando sobre historias de violencia sexual y abuso a manos de (o prescritas por) médicos. Sin embargo, tal violencia no se centra en conversaciones sobre abuso sexual. En parte, esto es debido a que el contexto médico en el cual esos abusos ocurren, y la experiencia que asumimos tienen los doctores, funcionan como una protección institucional para aquellos que cometen (o prescriben) el acto de abuso. El contexto, en un sentido muy importante, hace que el abuso sea invisible, e impide que muchos lo reconozcan como violencia sexual.

El activista intersexual Emi Koyama, explica que muchas las de las prácticas y procedimientos médicos realizados a bebés, niños (as) y adolescentes intersexuales, constituyen un tipo de “abuso sexual infantil ritual”. Dos ejemplos serían: la exhibición innecesaria de los genitales de niños (as) intersexuales frente a varios doctores y estudiantes, como si sus cuerpos fueran un espectáculo al cual observan boquiabiertos; y la dilatación de las vaginas de niñas, las cuales fueron creadas quirúrgicamente, con instrumentos similares a los dildos o consoladores. Koyama sugiere que las historias de las personas intersexuales adultas, a menudo se asemejan a las de las personas que han sobrevivido al abuso sexual infantil, por lo cual hay abuso de confianza, falta de una comunicación honesta, y castigos por hacer preguntas o decir la verdad.
Como se mencionó, en algunos casos, las niñas intersexuales son penetradas por un instrumento duro, de manera rutinaria, para ayudar a “dilatar” la vagina y así esta no se cierre. Algunos médicos deciden dilatar a las niñas ellos mismos. Claudia Astorino, activista intersexual y escritora, explica y documenta su propia experiencia con las continuas revisiones genitales y dilataciones vaginales innecesarias:
“Pasé por procedimientos de dilatación que fueron realizados en casi cada revisión que me hicieron los doctores, desde que tenía 8 años de edad hasta que tenía 16 años […]. Odiaba completamente estos procedimientos. Imagina que un hombre tan viejo como tu padre, o como tu abuelo, al cual no conoces, introduce un dildo o consolador médico en ti, y esto sucede cada vez que lo vez, sabes que no puedes cuestionar las órdenes de los doctores y simplemente tienes que aceptar que tienes que someterte a estos incómodos procedimientos por tu salud. Ahora magina que alrededor de una década después, te das cuenta que estos procedimientos no hicieron nada por tu salud, y solo se hicieron para que esos hombres adultos se sintieran bien, debido al hecho de que, algun día, ahora un tipo podría cogerte como si fueras una “chica normal”. Imagina que todos esos procedimientos traumatizantes, en realidad no eran relevantes médicamente, y que, de hecho, yo tenía el derecho de rechazar esas revisiones”.
Además del hecho de que el testimonio de Astorino claramente documenta un continuo abuso sexual, también llama la atención el hecho de que estos abusos ocurren debido a la intersexfobia o interfobia, cisexismo, heteronormatividad, y a la preocupación cultural falocéntrica de que las mujeres tengan vaginas que puedan “dar cabida” a un pene de tamaño “normal”. El contexto médico, y el hecho de que la dilatación se presenta como médicamente necesaria, enmascaran el abuso sexual como un procedimiento médico de rutina. Algunos activistas intersexuales se refieren a esto como “abuso sexual institucionalizado”.
Sin embargo, estos actos nunca son incluidos en las conversaciones más populares acerca del abuso sexual, debido a que el protocolo médico, o la prescripción, es el acto mismo.
Es frecuente, que a las personas intersexuales que confrontan a sus doctores sobre el daño y trauma que les causaron, estos les digan: “no sabes de lo que estás hablando”.
Los médicos que realizan estos procedimientos, no creen estar abusando sexualmente de los (as) niños (as), y niegan el abuso. El problema es que quienes tienen el poder de determinar lo que cuenta como abuso, también tienen el poder de ignorar los reclamos de abuso sexual.
Tarana Burke, fundadora de la campaña #MeToo, declara: “No importa cuánto siga hablando sobre el poder y el privilegio, siguen trayéndolo de regreso a lo individual”. En lugar de individualizar el abuso, insinuando que simplemente existen muchas “manzanas podridas”, debemos enfocarnos en el poder, privilegio y protecciones institucionales que permiten este abuso sistemático de las personas marginalizadas y devaluadas culturalmente. Para hacerlo, necesitamos incluir las voces de las personas intersexuales en las discusiones acerca del abuso sexual (médico) sistemático.
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Celeste Orr es candidata para doctorado en la Universidad de Ottawa, en el Instituto de Estudios Feministas y de Género.