Una introspectiva sobre ser intersexual
Por Jackie On-Air
Traducción: Laura Inter del texto “An introspective on being intersex” de Jackie On-Air
Fuente: http://jackieonair.blogspot.mx/2017/10/an-introspective-on-being-intersex.html

Una de las cosas más aterradoras que he hecho fue hacer público que tengo una condición intersexual. Estaba muy asustada de que la gente no aceptara que soy diferente a ellos. Pero la realidad es que no tenía miedo de que la gente no me aceptara, simplemente yo no me aceptaba en realidad.
El jueves 26 de octubre es el Día de la Visibilidad Intersexual. Siempre supe que el 1.7 por ciento de la población nace con algún tipo de variación intersexual. Aunque no fue hasta que comencé a escribir sobre mi propia vida y experiencias que me di cuenta de cuán grande puede ser un número tan pequeño como 1.7.
Obviamente, no puedo hablar por todas las personas intersexuales… pero para mí, si me detengo a pensar en esto demasiado, mi cabeza comienza a dar vueltas y comienzo a sentir como me recorre un sentimiento de ansiedad. Cromosomas, género, identidad, masculino, femenino, gónadas, ovarios, testículos, todo comienza a dar vueltas en mi cabeza mientras intento darle un significado.
Soy femenina, soy una mujer, soy yo… pero tengo cromosomas XY, y tengo gónadas, no ovarios, ni útero. Incluso ahora, aunque puedo parecer valiente, y que me acepto a mí misma, mientras escribo esto mi corazón se acelera más y más. Puedo sentir el sudor en mi cabello, mientras las preguntas que me gusta evitar, surgen en mi mente.
Cuando era pequeña, mis padres se sentaron conmigo y me dijeron que algún día necesitaría una cirugía. Que un doctor que aún no conocía, dijo a mis padres que había algo diferente en mí, y que necesitaría que me extirparan algo. Me dijeron que nunca sería capaz de tener hijxs propios.
Recuerdo no haber pensado mucho en ello… pregunté si podría adoptar, como una niña que conocía de la escuela que era adoptada, y me dijeron que si podría. Dije que estaba bien, y corrí a jugar. Pero la lejana operación aún estaba en el fondo de mis pensamientos.
Siempre me gustó escribir, simplemente no siempre fui buena en ello (¡pregunten a cualquiera de mis maestros o profesores jaja!) Escribí que me sentía asustada en mi diario color rosa, con su cubierta de plástico y su pequeño candado.
Recuerdo que dibujé la figura de una niña con una bata acostada en una mesa en el hospital, y abajo escribí: “Estoy asustada”.
Eso fue cuando tenía alrededor de 8 años de edad. Viví asustada de mi propio cuerpo durante 7 años más. La operación que no llegaba a comprender, se avecinaba. Cuando estaba en 9no grado, mis padres me dijeron que había llegado el momento para esa operación que tanto temía.
Fui al doctor una vez, y finalmente conocí a esta amenazante doctora a la que había estado temiendo durante 7 años. Hizo un ultrasonido para encontrar mis gónadas. En ese entonces, la biología era muy confusa para mí. No entendía por qué nunca tendría un periodo menstrual, no entendía cómo podía ser una niña, pero necesitaba que me extirparan los ovarios.
La doctora me explicó lo pequeñas que eran estas gónadas que buscaba. Solo tenían unos centímetros de diámetro. Seguí llamándolas ovarios, y recuerdo que me corrigió un par de veces y me dijo que eran gónadas. Pero nadie se molestó en decirme que era una gónada.
Después del ultrasonido, decidieron realizar la cirugía una semana antes de las vacaciones de invierno en la escuela. La semana que falté, fue una semana de exámenes del primer semestre, y mis maestros dijeron que podría hacerlos cuando regresara.
Hacía mucho frío, y recuerdo que nevaba. Con toda la familia nos dirigimos a Ann Arbor, al Hospital Infantil Mott donde me realizarían mi cirugía.
Nos registramos y me senté en la sala de espera hasta que me nombraron. Mi mamá y hermana habían ido al baño cuando los doctores fueron por mí, así que me despedí de mi padre y me fui sola. Me sentía más asustada y confundida que nunca en mi vida.
Tenía miedo mortal a las agujas, estaba acostada en la mesa y trataron poner la intravenosa, entré en pánico y comencé a llorar. Les rogué que no usaran agujas, entonces decidieron solo usar gas, y cuando me durmiera insertarían la intravenosa.
Pregunté antes de caer dormida si me dolería cuando sacaran mis ovarios. AUN en este punto, no sabía/entendía que nunca había tenido ovarios, tenía gónadas, también llamadas testículos. Los doctores y enfermeras en la sala, se veían un poco incómodos, y no sabía por qué. Me dijeron que estaría bajo medicación cuando despertara, y que me recuperaría y estaría bien.
Aún nadie me decía lo que estaba sucediendo con mi cuerpo.
La siguiente cosa que recuerdo, es despertar en el hospital y sentirme adormilada. Compartía un cuarto con otra pequeña niña que tenía algo en la cabeza y le dolía mucho. Ella durmió todo el día, y yo permanecí despierta y lloré toda la noche.
Estaba bajo analgésicos muy fuertes, y me sentía adormilada. Me despertaba y veía el canal de televisión de Disney (esto significaba mucho para mí, ya que el canal de Disney no estuvo incluido en el paquete básico del cable mientras crecía jaja) y luego volvía a dormir.
El último día en el hospital, llamaron a la puerta. Mi padre abrió y eran dos tipos, uno era un jugador de baseball de los tigres de Detroit y el otro era un jugador de hockey de los Red Wings de Detroit. Entraron y me saludaron, y trajeron pequeños y divertidos regalos. Preguntaron como me sentía y yo les dije que bien.
Luego me preguntaron por qué estaba en el hospital. Contaban con información del hospital sobre lo que sufría cada niño, o sobre el porqué estaban ahí, excepto de mí.
Reflexionando, ahora creo saber por qué no sabían el motivo por el que me encontraba en el hospital, aunque si sabían el motivo por el que mi compañera de cuarto y los otros niños estaban ahí. Les dije que me habían extirpado mis ovarios debido a que tenían quistes.
Esa fue la primera vez que le dije eso a alguien, y no fue la última. Nadie me corrigió cuando lo dije. Recuerdo que pensé que ese debería de ser el motivo por el que estaba ahí. Debía de tener quistes o tumores, y ese debería de ser el motivo por el que me los extirparon, porque cuando dije eso a estos deportistas que vinieron a visitarme, nadie dijo nada…
Esa noche me dijeron que finalmente me permitirían ir a casa. La doctora me visitó por última vez para hablar conmigo, y dijo que me prescribiría unas pastillas que necesitaba tomar.
Una era Vicodin para el dolor, una era Motrin 800 y la otra era estrógeno. Inocentemente pregunté por cuanto tiempo necesitaría tomar la medicina, parecía que sería mucho tiempo.
Me dijo que el Vicodin lo tomaría hasta que se terminara, lo mismo con el Motrin, pero que necesitaría el estrógeno para siempre… era algo que simplemente ahora necesitaba.
Me sentía confundida e intranquila: “¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tengo que tomar eso para siempre?! ¿¿Qué sucede si no lo tomo??”
Me dijo que sería bueno para mis huesos, y que debido a que extirparon mis gónadas (palabra que AÚN no se habían molestado en explicarme) ya no producía hormonas por mi cuenta, y necesitaba el estrógeno para compensar lo que se pierde al no tener hormonas.
Me dijo que me preparara para una muy mala noche de sudor y bochornos. Me dijo que me dolerían los pechos, y que sería algo con lo que tendría que lidiar por un tiempo, hasta que pudieran “regular la dosis”, básicamente a mis 15 años de edad estaba atravesando la menopausia.
Fui a casa, descansé y vi televisión. Llegó navidad y se fue, recuerdo que ya estaba olvidando la cirugía y me había cansado de pensar en ella. Estaba más preocupada por el rompimiento con mi primer novio, que con la pérdida de mis gónadas y lo que eso significaba.
Me habían enviado a casa con mucha tarea, obras de Shakespeare, libros de matemáticas, y cuestionarios de estudios sociales.
No hice nada de eso. Traté de concentrarme en Romeo y Julieta, pero mi abdomen bajo me dolía constantemente por haber sido abierto hacía unos días, y la noche que me convencí a mí misma de que no necesitaba el Vicodin, desperté gritando en medio de la noche, cubierta en sudor, llorando para que mi mamá y papá me ayudaran a que desapareciera el dolor.
Regresé a la escuela antes de que me diera cuenta, y fui forzada a realizar todos los exámenes que me había perdido. Reprobé todos.
Sentía que todos pensaban que era estúpida. Reprobaba todas las clases que mis amigas encontraban tan fáciles. Durante mucho tiempo no volví con la doctora que realizó la cirugía. La llamé y le dije que desde hace mucho tiempo no tomaba mi estrógeno, y que comenzaba a preocuparme de que algo malo pudiera pasarme si seguía sin tomarlo como ella me había indicado hace años.
Me hizo una cita para regresar al hospital de la Universidad de Michigan, me reuní con ella y me hizo una nueva prescripción.
Cuando estuve ahí le realicé algunas preguntas que siempre había tenido: ¿Por qué me habían realizado esta cirugía?, ¿Qué era lo que estaba “mal” conmigo que tuviste que abrirme y cambiar mi vida de esta manera?
Recuerdo que me miró casi confundida y dijo: “Jackie ya hemos hablado de esto, te extirparon tus gónadas para que no se volvieran cancerosas”.
Pregunté: “Pero, ¿Qué son las gónadas? Pensé que habían extirpado mis ovarios”.
Nuevamente me dijo que ella me había corregido en ese entonces y me había dicho que eran gónadas, y luego cambió su argumento y dijo que si mis padres no me habían dicho que son las gónadas que lo sentía mucho… pero que básicamente eran testículos internos.
Comencé a llorar. Estaba enojada con ella por culpar a mis padres cuando ella era mi doctora, estaba enojada porque ella no me había dicho lo que estaba sucediendo cuando era joven y estaba confundida, y estaba enojada de que ahora, a mis 22 años, ella me observara como si yo fuera estúpida, igual que cuando tenía 15 años.
Pueden ver que ahora publico mucho acerca de la conciencia intersex. Eso es porque sé que otrxs niñxs como yo aún están siendo sometidos a cirugía sin SU consentimiento. A sus familias se les dicen grandes mentiras acerca del cáncer, y de lo que podría suceder si no cambiamos un cuerpo que no es perfectamente masculino o perfectamente femenino.
Ahora esxs niñxs se sienten como yo me sentía. Confundidxs, solxs, y simplemente quieren saber qué es lo que está tan mal en ellos que necesitan someterse a una cirugía que los modifique. Merecen saber que sucede.
Nadie, ni un niñx ni un adulto, deberían ser operados sin contar con toda la información acerca de lo que le sucede a sí mismxs o a sus cuerpos.
Si quieres aprender más acerca de lo que están haciendo los grupos de derechos intersex para detener las cirugías no consensuales, visita InterAct.