Permaneciendo en las intersecciones: Navegando en la vida como un hombre negro intersexual. Por Sean Saifa Wall

Permaneciendo en las intersecciones: Navegando en la vida como un hombre negro intersexual

Por Sean Saifa Wall

Traducción: Laura Inter del texto “Standing at the Intersections: Navigating Life as a Black Intersex Man” de Sean Saifa Wall

Historia contenida en “VOICES Personal Stories from the Pages of the NIB: Normalizing Intersex” páginas: 32 a 34.

 NIB Journal intersex

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Mientras me siento para escribir este relato, mi mente está reflexionando sobre el año pasado. Este año ha visto numerosas protestas contra la violencia ejercida por el estado, que declaran que “las vidas de las personas negras importan” (“Black Lives Matter”). Como un hombre negro intersexual, he sido testigo del impacto de la violencia ejercida por el estado en mi familia y en mi comunidad, tanto de parte de la policía estatal como de la comunidad médica. Acuso a la policía estatal y a la comunidad médica de la violencia ejercida por el estado: Cada una tiene como objetivo a los cuerpos no normativos – primero a través de la encarcelación y ejecución, y después por medio de la intervención quirúrgica y hormonal. Como hombre negro intersexual, permanezco en la intersección, dando testimonio de cómo esta violencia ha encarcelado a mis amistades y seres queridos, y también he sometido a intervenciones quirúrgicas médicamente innecesarias. Aunque ahí es donde ahora permanezco, tanto social como políticamente, no siempre he existido aquí.

Nací en el invierno de 1978 en el Hospital Presbiteriano de Columbia en la Ciudad de Nueva York. Fui el más joven de cinco hijos, y uno de tres niños en mi familia que nacieron con un rasgo intersexual, ahora conocido como síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA). En ese entonces, al SIA se le conocía como “síndrome de feminización testicular”. Años después, al recibir mis informes médicos a la edad de 25 años, me di cuenta que, los garabatos y la avalancha de notas, indicaban el proceso por el cual los doctores asignaron mi género como femenino. Aunque tenía genitales ambiguos, que causaron confusión inicial entre los doctores, los cromosomas XY no fueron suficientes para que fuera criado como varón. A mi madre se le dijo que debería ser criado como niña y, de acuerdo con los informes médicos, “funcionar como una.”

A diferencia de mis hermanas, que también nacieron con SIA, mi mamá no se dejó influenciar por las recomendaciones quirúrgicas que hicieron los doctores en relación a mi cuerpo. Como una cuestión de protocolo, las gónadas de mis hermanas fueron extirpadas en la infancia, sin embargo, mi mamá tomo la decisión de que mis testículos permanecieran conmigo hasta que tuvieran que ser extirpados.

Debido a un intenso dolor en el área de la ingle, mis testículos fueron extirpados cuando tenía trece años. El dolor que sentí después de la cirugía quizá fue el peor dolor que haya experimentado en toda mi vida. Después de la cirugía, mi pediatra prescribió estrógeno y Provera como régimen de reemplazo hormonal. Los depósitos de grasa cambiaron la forma y los contornos de mi cara. Mis muslos que una vez fueron robustos y contorneados ahora albergaban celulitis. Lo que parecían los inicios de vello facial y visible vello corporal, se hicieron finos y no inexistentes. Lo que era duro y definido se convirtió en suave.

En ningún punto se me preguntó lo que yo quería hacer con mi cuerpo.

De hecho, extrañaba los efectos de mi testosterona natural, tales como una voz más grave, aumento del vello y de la masa corporal; cuando pregunté si podía tomar tanto testosterona como estrógenos después de la cirugía, mi madre advirtió: “Tendrías una apariencia demasiado extraña.”

La terapia hormonal fue acompañada por un intenso condicionamiento social. Siento que el condicionamiento social para mujeres jóvenes criadas con SIA es sofocante. Cuando los doctores prescribieron hormonas para que yo las tomara, mi madre constantemente me recordaba lo “hermosa” que me harían esas pequeñas píldoras amarillas. Como una forma de consuelo, mi pediatra le dijo a mi mamá que “muchas modelos famosas” tenían SIA y que ciertamente sería hermosa. En nuestra cultura dominante en los EUA, las normas de género pueden ser opresivas, pero para las mujeres con SIA; existe el impacto de las normas de género, y el miedo subyacente de que las mujeres con SIA no son realmente mujeres, debido a que tienen cromosomas XY. Yo no sucumbí a la presión de ser más femenina, sino que de hecho gravité más hacia la masculinidad. Antes de transicionar a vivir como hombre, me consideraba a mí mismo como una mujer butch. Cuando salí del closet a los catorce años de edad, y me presenté como una joven mujer masculina, nunca me sentí segura. Debido a que salía con mujeres que eran más femeninas que yo, mi relación con esas mujeres parecía amenazante a los hombres, quienes constantemente me recordaban, mediante acoso y amenazas, que “yo no era un hombre.” Por supuesto que en ese entonces no estaba tratando de ser un hombre, pero esto a menudo era un desagradable recordatorio de como nosotros como sociedad, confundimos género y sexualidad.

Crecí como una visible niña queer. Sin embargo, no siempre me sentí diferente de mis compañeras. Lo que me hizo sentir diferente fueron las exploraciones y los exámenes genitales invasivos, que los doctores realizaban en mi cuerpo. Debido al estigma relacionado a tener tres hijas intersexuales, mi madre siempre estaba atenta a los doctores y se aseguraba de estar presente durante cualquier tipo de examen médico, pero todavía me sentía diferente. A medida que fui creciendo, el intenso escrutinio alrededor de mis genitales, constantemente me hacía sentir incómodo y como si fuera un objeto. Puede ser que lo que me hizo sentir más incómodo, fue el hecho de que nunca me dijeron lo que estaba sucediendo durante esos exámenes, y nadie nunca me explicó porque estaban tan interesados en mi cuerpo. Recuerdo claramente un incidente en la universidad, cuando fui al doctor por un examen ginecológico. Aunque ya me habían dicho que tenía una “vagina ciega”, y que nunca menstruaría ni podría tener hijos, no entendía completamente mi anatomía sexual. Así que me senté con miedo en la oficina de la doctora. Cuando me pasaron al consultorio, me pidieron que me desvistiera, y poco después el doctor comenzó su exploración. Intentó introducir un hisopo en el orificio y apenas logro que entrara la punta. Entonces introdujo un dedo en mi recto, sin decirme que era lo que intentaba comprobar. Esta no sería la última vez que me analizarían analmente, ya que los doctores estaban buscando una próstata.

Mi altura, además de otras características asociadas con la masculinidad, tales como pies y manos grandes y una voz grave, mezcladas con una cara femenina, creaban una apariencia andrógina. Aunque estaba comenzando a verme a mí mismo como más masculino, frecuentemente me frustraba porque el estrógeno feminizaba mi cara y otras partes de mi cuerpo. Cuando decidí transicionar de mujer a hombre, me encontré con la resistencia de los médicos, debido a que ellos asumieron incorrectamente que todas las personas con SIA se identifican como mujeres. Al principio de mi transición, los doctores frecuentemente me decían: “leí un capítulo sobre condiciones intersexuales en la escuela de medicina” o “no sabemos cómo trabajar con personas como tú” o simplemente: “tú cuerpo es demasiado raro.” A pesar de estos obstáculos, comencé con mi transición a principios de 2004.

De manera similar a mis amigos que eran hombres transgénero, una vez que empecé la terapia de testosterona, experimenté un aumento en el deseo sexual, más energía, y cambios en relación a la manera en que mi cuerpo almacenaba la grasa. Mi insensibilidad parcial a la testosterona significa que también experimenté efectos estrogénicos, tales como dolor en los pezones y retención de líquidos, que fueron bastante frustrantes. Debido a mi incapacidad de producir vello facial, y otras características sexuales secundarias, fui, y algunas veces aun soy, confundido con una mujer. Los doctores que estaban dispuestos a experimentar con las dosis, fueron los que más apoyaron mi transición, pero frecuentemente se rendían cuando mi cuerpo no respondía de la manera que ellos pensaban. Aunque no tengo del todo claro lo que la testosterona está haciendo a mi cuerpo a nivel celular, continuaré tomándola, debido a que es lo que me ayuda a sentirme vivo. Como dice mi amigo, que es un doctor especialista en transgénero e intersexualidad: “Tienes que poner a las personas en el ambiente hormonal en el que se sientan cómodos”.

Hoy en día, independientemente de cómo es interpretado mi género, ya sea que me vean como un hombre gay, una mujer butch, o un hombre joven. A pesar de estas variaciones en cómo es que las personas perciben mi género, es más frecuente que sea visto en el mundo como un hombre negro joven. Cuando transicioné de mujer a hombre, no sentí el mismo nivel de vulnerabilidad que sentí como una mujer masculina queer que salía con mujeres femeninas. Antes de la transición, me sentía asustado y a menudo era acosado, tratado sin respeto y en algunos momentos temía por mi integridad física. Ahora mi miedo es algo que se remonta a los anales de la historia de Estados Unidos: cuando los hombres negros eran linchados con desenfreno, y ahora estamos encarcelados en cantidades desproporcionadas. Como hombre negro intersexual, me da miedo ser arrestado y ser sometido a revisiones desnudo, donde una vez más mis genitales serían exhibidos en un entorno institucional que es inherentemente violento. Ahora estoy navegando este mundo como un hombre negro intersexual.

En mi deseo de vivir como un hombre intersexual, tuve que decidir si trataría de encajar en el mundo, o hacer que el mundo se acomodara a mí. Escogí la segunda opción, debido a que mi vida depende de eso.

Por eso estoy poniendo mi cuerpo y experiencias de vida en evidencia como un activista intersexual, debido a que quiero crear un mundo en el cual, las personas que nazcan con variaciones en la anatomía sexual sean libres de vivir una vida con dignidad y respeto. Estoy realizando activismo para que en el mundo, los niños y niña intersexuales puedan disfrutar de autonomía corporal, y donde la singularidad de sus cuerpos, y nuestros cuerpos como personas adultas intersexuales, sean respetados en su integridad y belleza.

 

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