Salgo a la luz como intersexual después de años de mantenerlo en secreto
Por Shana Knizhnik
Traducción: Laura Inter, del artículo “I’m Coming Out as Intersex After Years of Keeping it a Secret” de Shana Knizhnik
Fuente: https://www.teenvogue.com/story/coming-out-as-intersex
Finalmente estoy lista para compartir esta parte de mi vida con el mundo
En este artículo de opinión, Shana Knizhnik explica porqué sale a la luz pública como persona intersexual.
Soy muy buena fingiendo. Lo he practicado durante casi toda mi vida. Es fácil fingir cuando todo mundo hace suposiciones acerca de ti y tú simplemente no los corriges.
Me asignaron mujer al nacer, me criaron como niña, y ahora me identifico como mujer. Según la mayoría de las definiciones, esto me hace una persona “cisgénero”, o “cis”. Sin embargo, lo que hace que mi experiencia sea diferente de la de la mayoría de las mujeres cisgénero, es que cuando tenía 17 años, descubrí que tenía cromosomas XY – el conjunto de cromosomas que es típicamente masculino.
A los 11 años, mis padres me habían dado la noticia de que nuca tendría un periodo menstrual, que no sería capaz de tener hijos biológicos, y que tendría que tomar suplementos hormonales para poder atravesar la pubertad (y tendría que continuar tomándolos por el resto de mi vida). Sin embargo, la razón de esto nunca me fue explicada. Hubo una vaga explicación acerca de que tenía ovarios cancerosos que tuvieron que ser extirpados cuando era bebé, pero esa explicación no tenía del todo sentido. Mis padres también me dijeron, como les aconsejaron los médicos, que “no debía decirle a nadie” sobre esto. Ciertamente, las nociones más básicas que antes había imaginado de una vida “normal”, se vieron gravemente afectadas al conocer estas situaciones, pero a medida que pasaron mis años de adolescencia, lo que se convirtió en mi problema más compulsivo, no fueron los síntomas en sí mismos, sino el secretismo y la vergüenza alrededor de cualquier cosa que tuviera que ver con estos.
Años después, estaba en la cocina cuando encontré un boletín informativo con las letras “AISSG” en la parte superior. Recordé a mi madre decir algo cuando tenía 14 o 15 años acerca de asistir a una reunión para “niñas como yo”. En ese entonces, desesperadamente quería saber exactamente que significaba eso, pero no pude reunir el valor necesario para simplemente preguntar. Así que, años después, cuando finalmente lo descubrí, sentí un gran entusiasmo y alivio al finalmente saber toda la verdad. Inmediatamente corrí a mi computadora, escribí el acrónimo en el buscador, y pronto encontré el sitio web de un grupo de apoyo para personas con “Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos” (SIA).
Mientras leía una y otra vez las palabras en la pantalla que describían mi condición, permitiéndoles penetrar completamente en mi conciencia, me sentí abrumada por el devastador cambio en mi propio paradigma de mi existencia. De repente pasé de sentirme como una chica “normal” que tenía algo mal, a ser empujada a una categoría de la sociedad a la que nunca había imaginado pertenecer.
Fue la primera vez que leí la palabra “intersexual”, y, además, aprendí que esta palabra aplicaba a mí. Fue la primera vez que aprendí que la explicación simplista del desarrollo sexual humano que había aprendido en la clase de salud de la escuela secundaria – es decir: “XY=hombre” y “XX=mujer” – era lamentablemente inadecuada. Sucede que existen muchas formas en las cuales los seres humanos pueden apartarse biológicamente de estas ecuaciones, lo que resulta en una miríada de posibles diferencias en los genitales, en las hormonas, en la anatomía interna y/o en los cromosomas. Estas diferencias no suelen implicar una amenaza a la salud de las personas intersexuales; más bien, se percibe que los cuerpos intersexuales implican una amenaza a la sociedad – es decir, al rígido binarismo que define como es que tratamos a las personas – lo que ha causado que la institución médica occidental históricamente haya visto nuestros cuerpos como un problema que tiene que ser corregido, como una realidad que tiene que ser borrada, en lugar de un conjunto de variaciones naturales, que son tan comunes (según algunos cálculos) como tener cabello pelirrojo.
Durante la mayor parte de mi vida intenté desesperadamente no ser definida por este secreto. Había conformado toda mi identidad social en torno a una imagen en particular: la de una chica femenina, heterosexual y cisgénero, lo que parecía depender de que suprimiera todo lo que tuviera que ver con mi “problema”. Después de descubrir toda la verdad sobre quien era yo, de como mi yo físico trascendía esta comprensión básica del mundo en el que crecí, creo que me aferré aún más a esta persona. Al hacerlo, simplemente estaba evitando los aspectos más vulnerables de mi identidad. Pensé que, si podía seccionar esta parte de mi vida, si simplemente la ignoraba, esta dejaría de existir – o, por lo menos, dejaría de importar. Y cada día que no lidiaba con eso, era otro día que la fachada exterior que había construido tan cuidadosamente se endurecía aún más, haciendo la posibilidad de romperla cada vez más onerosa.
Navegar por mi propia sexualidad mientras ignoraba esta parte de mi vida, resultó prácticamente imposible. A pesar de saber desde una edad relativamente temprana que me sentía atraída hacia las mujeres, fue algo que me negué a aceptar y que reprimí durante años. Mi profundo deseo de ser una chica “normal”, a pesar de ser intersexual, y el estereotipo externo impuesto que dice que el resultado médico más exitoso es que seas una mujer heterosexual bien adaptada, socavó mi verdadera identidad.
Se necesita una cantidad extraordinaria de esfuerzo para vivir la vida en negación constante, fingiendo constantemente, pero se necesita aún más esfuerzo para contrarrestar la presión y las expectativas externas de toda una vida, así como la confusión y la represión internas. No fue hasta después de terminar la universidad que finalmente comencé a salir con mujeres y, por lo tanto, “salí del closet” como queer. Aún así, no estaba lista para salir a la luz pública como intersexual, solo lo sabían mis parejas románticas y algunas amistades cercanas. Me había quitado un aspecto de la fachada que había creado, pero parte de mí, aún se aferraba al privilegio de ser capaz de pasar como una persona “normal”, ese siempre elusivo concepto que me había evadido toda mi vida.
Aunque no hablaba públicamente de ser intersexual, anhelaba crear un mundo mejor para mí y para otras personas intersexuales. El conocer a otras personas intersexuales por primera vez, incluyendo activistas como Pidgeon Pagonis, eventualmente me llevó a ser una de las integrantes originales del grupo de activismo de interACT Youth – parte de interACT, una organización de activismo intersexual que desde entonces a trabajado mucho para incrementar la visibilidad intersexual y cambiar políticas relacionadas a la manera en que se trata a las personas intersexuales en todo el país y el mundo. La cantidad de progreso, particularmente en términos de visibilidad, que se ha logrado en los últimos 10 años es increíble – como la modelo Hanne Gaby Odiele que salió a la luz pública como intersexual y se convirtió en activista intersexual, el primer personaje principal que es intersexual en el programa de televisión de MTV Faking It, y el estado de California, EUA que se convirtió en el primero en formalmente condenar las cirugías “correctivas” en bebés intersexuales – pero queda mucho por hacer.
Debemos participar en un continuo activismo para poner fin a las cirugías intersexuales, y aprobar leyes como el proyecto de ley 1748-2019 del Consejo de la ciudad de Nueva York, concientizar al público en general y difundir estos temas. Debemos cambiar el sistema médico que tiene como consecuencia que las personas intersexuales informen resultados en la salud desproporcionadamente peores que la población en general. Debemos también apoyar a nuestros hermanos transgénero y luchar contra las innumerables leyes que les afectan, y también implicar a las personas intersexuales como yo, incluidas las llamadas “propuestas de ley de los baños” que intentan regular el uso de los baños basándose en el “sexo biológico”, así como luchar contra un sistema que, en particular, perpetúa la violencia contra las mujeres trans a un ritmo alarmante.
Le debo mucho a las y los activistas que han ayudado a hacer del mundo en el que vivimos actualmente uno un poco más llevadero, uno en el que puedo revelar toda mi verdad – el salir a la luz pública, aquí, por primera vez. Por supuesto, esto incluye a las y los activistas intersexuales, como Pidgeon, Hanne, y muchas otras personas, pero también incluye el arsenal de guerreras y guerreros por la justicia de género: el movimiento por los derechos de las mujeres, generaciones de activistas por los derechos de personas gay y lesbianas, y, por supuesto, incontables activistas transgénero, en particular mujeres trans de color, quienes han liderado el camino desde antes de los disturbios de Stonewall por la liberación de género para todas las personas. Para ser claros, aunque algunas personas intersexuales también de identifican como trans o no binarias, estas categorías no son lo mismo que la intersexualidad, y no creo que se ajusten a mi situación. De hecho, muchas personas con características intersexuales en realidad se identifican como heterosexuales y no sienten que son parte del acrónimo LGBTQ+. Sin embargo, yo me siento afortunada de ser parte de la comunidad queer, cuya fuerza y solidaridad entre nuestras diferencias, me ha inspirado a vivir toda mi verdad y a seguir adelante. En última instancia, no hay dos historias de personas intersexuales que sean iguales, y espero que alzar la voz sobre mi historia inspire a otras personas que se ocultan en las sombras a hacer lo mismo.
Como defensora pública y abogada de derechos civiles, no he elegido que el activismo intersexual sea mi trabajo principal. Pero ser intersexual ha transformado profundamente mi perspectiva del mundo. A pesar de la naturaleza aparentemente traumática de mi historia personal, reconocer esa historia a través de mi travesía de autodescubrimiento y afirmación, me ha permitido ver más allá de las limitaciones binarias de las normas sociales imperativas y me ha dado una perspectiva más íntima sobre como es que esos conceptos socialmente construidos como la raza, la clase social, así como el género y la sexualidad, perpetúan sistemas de privación de derechos que aún no se han desmantelado. Como Audre Lorde dijo antes de que yo naciera: “No soy libre mientras otra mujer no lo sea, incluso aunque sus grilletes sean muy diferentes a los míos”. Ser intersexual me ha permitido empatizar más profundamente con personas cuyas luchas pueden ser muy diferentes a las mías, pero, en última instancia, están interconectadas con las mías. Eso es, en cierto modo, un regalo.
Cuanto más podamos todas las personas vivir nuestras verdades, más fácil será quitar todos los grilletes. Yo, por mi parte, he dejado de fingir.