OBTENIENDO EL CARIOTIPO SIENDO INTERSEX EN ARGENTINA
Por Cecilia L.
* Este texto fue compartido exclusivamente con Brújula Intersexual, si quieres publicarlo en otro lugar, por favor escríbenos para pedir autorización a la autora: brujulaintersexual@gmail.com

Hace un par de meses comencé la travesía para desmantelar las mentiras que por tanto tiempo me dijeron los médicos y mi familia.
Crecí con una versión adulterada sobre mi diagnóstico médico y sobre las cirugías que practicaron sin consentimiento sobre mi cuerpo infante, las cuales se extendieron durante la mayor parte de la pubertad.
Cirugías irreversibles y dolorosas, estudios médicos sin ninguna justificación, múltiples miradas sobre mis genitales que sembraron en mi vergüenza, impotencia y un sentimiento equiparable al de una violación.
Desnudarme ante cualquier “profesional” de la salud para que tratara de corregir esa “malformación / aberración” que portaba mi cuerpo. Pastillas rojas cada 24 horas, vómitos, mareos, somnolencia, depresión, dolor, sangrados espontáneos. Todo eso, y muchas otras cosas que nunca podré describir en palabras, me acompañaron durante gran parte de mi vida.
Hace aproximadamente un año, empecé a cuestionarme e informarme sobre las cosas que la medicina imponía sobre mi cuerpo. Algunas personas pensarán que, con 30 años, debería haber comenzado esta investigación hacía mucho tiempo atrás, pero al vivir en una mentira tan cuidadosamente planteada y acordada, acabaron por convencerme que verdaderamente era un error de la naturaleza y que todos los tratamientos invasivos, dolorosos y sin justificación, eran por mi bien.
Si ustedes leyeron mis anteriores escritos compartidos en Brújula intersexual, se habrán dado cuenta que fui sometida a varias cirugías, las primeras que realizaron, no las recuerdo, ya que tenía solo meses de vida y la historia clínica “misteriosamente se extravió”, pero se olvidaron que las cicatrices físicas y psicológicas de estas intervenciones no se borran tan fácilmente. A los 14 años me sometieron a una nueva cirugía “reconstructiva” (aclaro que hasta ese momento no tenía información de las operaciones practicadas anteriormente). Era el plan perfecto: donde la víctima “aceptaba” mediante mentiras, los procedimientos de los torturadores.
No quiero detenerme mucho en esta parte de la historia, ya que ustedes la conocen por mis publicaciones anteriores. Lo que ahora me gustaría, es poder plasmar lo que sucedió cuando quise dar un paso más en esta búsqueda de la verdad.
Hace aproximadamente 3 meses, decidí cambiar de médico ante los diferentes malestares que sufría mi cuerpo, y que nunca supieron tratar. Encontré una doctora en la provincia donde vivo que, inmediatamente, me mando a realizar un cariotipo [estudio para saber que cromosomas tiene una persona]. Ella se sorprendió que nunca hayan realizado ese estudio después de tantas cirugías a las que fui sometida – o puede ser que sí lo hicieron y nunca me lo dijeron.
Ahora bien, el valor de un cariotipo en Argentina ronda aproximadamente entre los $7.000 pesos argentinos (alrededor de $95 dólares estadounidenses). Es gratuito en algunos hospitales públicos del país, pero con una demora de 1 año para el turno de la extracción de sangre y aproximadamente 6 meses para la entrega del resultado. Yo decidí hacerlo de forma particular ya que no quería esperar casi dos años para obtener la verdad.
El análisis en un laboratorio privado es igual, te extraen una muestra de sangre, pero con la diferencia de que el resultado estaría listo en solo 3 meses.
En esta espera, muy angustiante por cierto, se me cruzaron muchos pensamientos por la mente, noches sin dormir y crisis de ansiedad que no podía controlar.
Hace un par de días me llamaron del laboratorio donde me hice la extracción, dijeron que tenían que corroborar la muestra que me hicieron hacía dos meses atrás.
¿Corroborar?
Llegue al laboratorio bioquímico esa mañana y me hicieron toda clase de preguntas, muchas de ellas fueron muy incomodas, además que involucraban aspectos de mi vida personal, algunas de ellas fueron:
¿Cuál es tu identidad [de género]?
¿Siempre fuiste Cecilia?
¿Tuviste alguna operación de reasignación de sexo?
¿Tus padres saben que vos te quieres hacer este estudio?
¿En qué influiría el resultado?
¿Para qué lo quieres hacer?
Y otras más que prefiero no compartir…
Argentina avanzo enormemente en el tema de derechos humanos, pero todavía sigue teniendo una deuda muy grande con las personas intersexuales. Las prácticas médicas no consentidas, medicamente innecesarias, irreversibles, que causan dolor y sufrimiento, tanto físico como mental, sin evidencia de beneficios para las personas afectadas, siguen vigentes en todo el territorio, con el simple fundamento de ajustar nuestros cuerpos a estándares binarios del sexo. Además, la mayoría de las ocasiones, las personas intersexuales enfrentamos toda clase de preguntas invasivas e innecesarias, atropellos y discriminación. No sé si es el temor que tienen las personas al ver a alguien que no se ajusta a sus expectativas de “hombre” o de “mujer”, pero a lo largo de estos 30 años de vida, me “mal acostumbre” a que estas preguntas se hagan frecuentes, en turnos con el odontólogo, en la universidad, en un boliche, en el bioquímico, en una entrevista de trabajo, o simplemente para usar un baño público… siempre tenemos que afrontar toda clase de miradas despectivas y de preguntas desubicadas.
Volviendo al tema de las preguntas del personal bioquímico.
– ¿Mis respuestas cambiarían el resultado?
– ¿Que tan “mal” puede salir un resultado que necesitan una nueva muestra para corroborar con otra extracción?
– Si mi identidad fuera masculina, femenina, no binaria, ¿importa? ¡Es un servicio que estoy PAGANDO!
– Actualmente tengo 31 años, ¡¿por qué mis padres tendrían que saber que estudios me estoy haciendo?! Además, después de todo, ¡fueron ellos quienes acordaron con el médico ocultarme la verdad desde un principio!
– ¿Para qué quiero el resultado? ¡No debería importarles! Pero es ¡PARA EMPEZAR A SABER MI VERDAD! Toda persona debería tener derecho a esa información.
Tengo la esperanza que algún día seremos escuchadxs, y que todo el atropello que enfrentamos desde nuestro primer respiro en este mundo se termine. Mientras tanto, diferentes activistas a lo largo y a lo ancho del país, y del mundo, luchan pidiendo que se respeten nuestros derechos y que se termine con la tortura a la que se viene sometiendo a nuestros cuerpos.
Espero que todxs lxs niñxs intersexuales puedan acceder a su verdad, y que su vida no sea manipulada como la mía y como las de muchxs hermanxs intersexuales repartidos en el mundo.
Ojalá que nuestra diversidad corporal sea respetada con alguna política pública que nos abrace y nos integre como personas en la sociedad. Son muchas personas intersexuales que viven en este país en condiciones de extrema vulnerabilidad, y necesitan ser escuchadas de una vez por todas. Mientras tanto, desde Tucumán, jardín de la República Argentina, sigo luchando por saber mi verdad.
Continuará…