Quería ser soldado
Por Caster Semenya
Traducción: Laura Inter del artículo “I Wanted To Be A Soldier” de Caster Semenya
Fuente: http://projects.theplayerstribune.com/caster-semenya-gender-rights/p/1
Cuando era una pequeña niña, quería ser soldado.
Quería proteger a mi país. Quería representar a mi país. Quería ser una heroína.
De dónde vengo, no muchas chicas jóvenes sueñan con ser soldados. Estamos muy orgullosos de Sudáfrica, pero el ejército no es trabajo para una chica.
Crecí en una zona rural con mis hermanos. Todos éramos buenos chicos, pero yo era un poco problemática. Jugaba futbol soccer todos los días. No había un club para chicas, así que jugaba con los chicos. Pensaban que era muy buena, así que me permitieron jugar con ellos.
Mi madre era maestra y cuidaba de mí y de mis hermanos. Ella estaba en casa la mayoría del tiempo. Mi papá trabajaba en la ciudad de Victoria y solo venía a casa una vez al mes. Tenía una relación cercana con ambos. Ambos me criaron con respeto y me enseñaron a respetar: a dejar que las personas sean lo que quieren ser. Mis padres me dijeron que podía hacer cualquier cosa.
Cuando tenía 12 años, comencé a correr. Era muy buena en eso. Me hacía feliz. Nunca pensé en el dinero – en correr como un trabajo – porque, para mí, no quería sentirme confundida sobre el motivo por el que corría. ¿Ves? Al final del día, corro porque amo correr.

Cuando era mayor, en 2009, tuve la oportunidad de representar a mi país. Tenía 18 años y era mi primera carrera profesional: los 800 metros en Berlín. Fue en el Campeonato Mundial de la IAAF. Gané el oro. Mi primera carrera profesional y gané el oro. Era la mejor del mundo.
Pero la gente no lo celebró. Eso no fue lo que dijeron de mí. Dijeron que yo era un hombre. Que tenía una ventaja. Que mi testosterona era demasiado alta.
No dijeron que fui la primera mujer Negra sudafricana en ganar oro en el campeonato mundial. No dijeron que era la mejor.
No me veían como una mujer de 18 años. No me veían como una joven chica proveniente de una zona rural que era la mejor del mundo. Ni siquiera me veían como un ser humano.
Me vieron como ciencia. Querían realizar pruebas a mi cuerpo.
Pero ¿sabes lo que hago? Los ignoro. No leo esas cosas. No los escucho.
Existen dos tipos de personas en este mundo. Están las personas educadas: las que respetan a las personas. Personas que permiten a las demás personas ser quienes son, ser quien quieren ser. Mis padres son personas educadas. Mi familia son personas educadas. Yo soy educada, y puedo ver quién eres.
Y luego están las otras personas. Personas que se sienten amenazadas por la grandeza. Personas que son inseguras o que tienen que criticar a las otras personas por quienes son. Esas son las personas a las que ignoro. No existen. Las excluyo.
He tenido que ignorar a muchas personas durante mi vida, y, hasta ahora, lo he hecho durante los 10 años que llevo como corredora.
Han realizado pruebas a mi cuerpo. Han tratado de hacer que cambie mi cuerpo, que tome medicamentos para reducir mis niveles [naturales] de testosterona. No quiero cambiar a mi cuerpo. No sé que efectos podría tener esa medicina en mi cuerpo por el resto de mi vida. Sé que el motivo de todo esto es debido a que soy genial. Si tuviera niveles altos de testosterona y no estuviera ganando, ¿les importaría? Sé que es una forma de tener el control.
La gente en Sudáfrica sabemos sobre control. Sabemos sobre dominación y poder. No soy como las otras corredoras. Eso es una amenaza.
Ha habido reglas establecidas que me habían permitido correr hasta ahora. Ahora el presidente de la IAAF quiere cambiar esas reglas. Esto es grande. Sé que ellos – quienes están en el poder – tienen hijas. Sé que algunos tienen esposas. Al final del día, van a casa y no hacen esto a sus propias hijas. Les creen a sus hijas o esposa cuando les dicen quienes son. Pero ¿quieren cambiar mi cuerpo? ¿Hacerme atravesar vergonzosas pruebas cuando les digo quién soy?
Soy la niña de alguien. Soy la hija de alguien. También soy la esposa de alguien.
No le harías eso a ellas, pero me lo haces a mí.
Sé quien soy. Sé que soy la mejor corredora del mundo. Sin embargo, sé lo que significa para mí, como mujer, ser la mejor.
Sé que inspiro a las chicas jóvenes. Si una chica se acerca a mi en la calle y me pregunta: “Caster, ¿qué debería hacer con mi vida?”, le digo, “Chica, ¿qué es lo que ves? ¿Qué es lo que deseas? ¿Qué te hace feliz? Al final del día, eso es lo que deberías hacer”.
Lo que vemos y lo que queremos es quienes somos. Diría lo mismo a los chicos jóvenes.
Pueden hacer cualquier cosa. Pueden ser felices. Al final del día, quienquiera que digan que quieren ser, es quien pueden ser.
Algún día les contaré a mis nietos sobre mi vida. Les contaré sobre mi infancia. Sobre quien era. Les diré que su abuela fue la mejor corredora del mundo. Les diré como me sentí cuando perdí una carrera por primera vez. Les diré que la familia es lo más importante. Sobre como el resto del mundo no es nada. La familia lo es todo. Les enseñaré acerca del respeto. Y a conocerte a ti misma. Y que el resto del mundo no siempre creerá en ti.
Quería ser un soldado. Y ahora, de alguna manera lo soy – luchando por la justicia. Luchando por los derechos relacionados al género. Este es un trabajo para una chica. Pero como un verdadero soldado, cuando te vas, es posible que nunca regreses a casa.
Todos los días regreso a casa y veo la hermosa sonrisa de mi esposa.
Quería representar a mi país. Lo hago cada vez que corro. Soy Caster Semenya, la chica de la zona rural de Sudáfrica que es la mejor corredora en el mundo.
Quería ser una heroína.
Aun no puedo ser una heroína porque no he terminado.