El Mito de la Testosterona. Por Katrina Karkazis y Rebecca M. Jordan-Young

El Mito de la Testosterona

No es la “hormona sexual masculina”, tampoco es la clave del desempeño atlético. ¿Porqué insistimos en lo contrario?

Por Katrina Karkazis y Rebecca M. Jordan-Young

La Dra. Karkazis y la Dra. Jordan-Young son las autoras del libro: “Testosterone: An Unauthorized Biography” [Testosterona: Una biografía no autorizada]

Traducción: Laura Inter del artículo The Myth of Testosterone de Katrina Karkazis y Rebecca M. Jordan-Young

Fuente: https://www.nytimes.com/2019/05/03/opinion/testosterone-caster-semenya.html

Caster Karkazis
La corredora y campeona olímpica Caster Semenya en un encuentro en Johannesburgo la semana pasada. Una resolución que se acaba de emitir le impediría competir en ciertas carreras debido a que sus niveles naturales testosterona son muy altos. Agence France-Presse – Getty Images

El miércoles, el Tribunal de Arbitraje Deportivo determinó que las atletas con niveles naturalmente elevados de testosterona no podrían competir como mujeres, a menos que hicieran algún esfuerzo por reducir esta hormona en sus cuerpos.

La resolución se produjo en un caso presentado por la corredora de media distancia Caster Semenya contra la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, el cual desafió los mitos que han existido desde hace mucho tiempo sobre la presunta masculinidad de la testosterona y su función en el cuerpo. El que se haya perdido este caso, demuestra lo arraigados que están estos mitos.

Durante un siglo, el hablar de la testosterona como la “hormona masculina” se ha incorporado al folclore en la ciencia, de modo que afirmaciones supuestamente objetivas parecen validar creencias culturales acerca de la estructura de la masculinidad y la relación “natural” entre mujeres y hombres.

Al etiquetar a la testosterona como la hormona sexual masculina, se sugiere que está restringida a los hombres y es ajena a los cuerpos de las mujeres, y ofusca el hecho de que las mujeres también producen y requieren testosterona como parte de una función corporal sana. Incluso los primeros investigadores de las hormonas entendieron que la testosterona tiene efectos de gran alcance en el metabolismo, la función hepática, los huesos, los músculos, la piel y el cerebro en ambos sexos.

Pero debido a que los primeros investigadores de las hormonas estaban obsesionados con la anatomía sexual y la reproducción, no prestaron mucha atención a los innumerables efectos de la testosterona, tratándola con una visión extrañamente estrecha – que es algo que los hombres tienen más – y que es muy poderosa.

Por supuesto, los mitos persisten en la imaginación de la gente. Pero lo que nos ha desconcertado en casi una década de investigación, es como es que estas ideas ganaron tanta fuerza entre las organizaciones que regulan el deporte, cuando la evidencia que se necesita para apoyarlas está ausente o es contradictoria.

La biografía “autorizada” de la testosterona, que incluye la historia sobre como aumenta el desempeño atlético típico de los hombres, es una poderosa distracción de la hormona misma, que ocluye sus acciones fascinantes, diversas y contingentes dentro del cuerpo. La testosterona no conduce a un solo camino hacia el rendimiento deportivo, ni siquiera un pequeño grupo de procesos pueden rastrearse linealmente desde más testosterona a más capacidad.

La idea de que la testosterona es la molécula milagrosa del atletismo, y, en consecuencia, que las personas con niveles altos obviamente tendrán un mejor desempeño, combina muchas creencias: que el “atletismo” es un tipo de rasgo maestro que describe características similares en diferentes atletas, que el “desempeño atlético” en diferentes deportes generalmente requiere las mismas habilidades o capacidades básicas, y que la testosterona tiene un potente efecto en todas estas.

Pero eso simplemente no es verdad. El problema con tratar de nivelar el atletismo en una sola dimensión, está especialmente bien ilustrado en un estudio de 2004, el cual fue publicado en The Journal of Sports Sciences. El estudio analiza la testosterona y diferentes tipos de fuerza, entre hombres deportistas de elite que eran levantadores de pesas y otros ciclistas, u otros que no eran deportistas, pero tenían una buena condición física. Los levantadores de pesas tenían niveles de testosterona más altos que los ciclistas, y mostraron contar con más fuerza explosiva. Pero los ciclistas, que tenían menos testosterona que los otros grupos, obtuvieron puntuaciones mucho más altas que los otros en “carga de trabajo máxima”, un tipo de fuerza de resistencia. En los tres grupos, no había relación entre la testosterona y la fuerza explosiva, y había una relación negativa entre la testosterona y la carga de trabajo máxima. Aunque pequeño, ese estudio no representa un caso atípico: En toda la literatura se pueden encontrar patrones complejos similares o mezclados, y relaciones positivas y negativas con la testosterona, que involucran una amplia variedad de deportes.

Estas complejidades también existen en los eventos de atletismo. Incluso el propio análisis de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo sobre la testosterona y el rendimiento, que involucra más de 1100 mujeres que compiten en eventos de atletismo, muestra que para seis de los once eventos de carrera, las mujeres con niveles de testosterona más bajos, de hecho, lo hicieron mejor que las que tenían niveles más altos.

En otras palabras, en la mayoría de los deportes, los niveles de testosterona no se correlacionan con un desempeño superior. Y, sin embargo, incluso ante la evidencia abrumadora, los mitos están tan profundamente arraigados en nuestras suposiciones acerca del género y el atletismo, que el máximo órgano de gobierno en el deporte cree lo contrario.

El resultado obvio es la discriminación contra las mujeres atletas, como Semenya, que de manera natural cuentan con niveles altos de testosterona. Pero el daño no acaba ahí.

La asociación de atletismo insiste en que Semenya aun puede competir, siempre y cuando se someta a intervenciones médicamente innecesarias para bajar sus niveles de testosterona. (Debido a que las reglas sobre la testosterona aun no han entrado en vigor, fue capaz de correr – y ganar – la carrera de 800 metros en un encuentro en Doha el viernes.) La asociación minimiza el riesgo de tales medidas, diciendo que las mujeres con niveles altos de testosterona pueden reducir sus niveles dramáticamente al tomar un anticonceptivo oral.

Pero los anticonceptivos orales a menudo son insuficientes para reducir la testosterona al nivel arbitrario y permisible. Esto significa que las atletas deben tomar medicamentos más fuertes y soportar efectos secundarios crónicos e importantes.

El Tribunal de Arbitraje Deportivo expresó su preocupación sobre los efectos secundarios, diciendo que podrían hacer que su cumplimiento fuera una “imposibilidad práctica” para los atletas. De hecho, por esa razón, el tribunal dijo que su decisión fue provisional, y que los daños necesitaban ser investigados.

Sin embargo, el presidente de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, Seb Coe, dio motivos de preocupación, cuando se le preguntó si deberían posponer las regulaciones para los 1500 metros y las carreras de una milla – eventos regulados para los cuales el tribunal dijo que no había evidencia de una diferencia en el rendimiento entre las atletas con diferentes niveles de testosterona. Mostrando un descarado desprecio por esta precaución, Coe simplemente contestó: “No”, lo que nos deja preguntándonos quién controlará el nivel de daño, y como se reportarán y registrarán los problemas cuando surjan. ¿Cuánto daño será aceptable para el tribunal antes de que reconsidere su posición?

La cuestión del daño no puede dejarse a los organismos deportivos, porque los problemas que involucra son más amplios. Una resolución de las Naciones Unidas aprobada en marzo, afirma que las regulaciones de la asociación violan “las normas y estándares internacionales de derechos humanos”, incluyendo los derechos a la estar libres de tortura, y otros tratos o penas crueles inhumanos o degradantes, y el derecho al pleno respeto de la dignidad, integridad corporal y autonomía de la persona. La resolución también advierte acerca de las posibles y más amplias consecuencias en la participación de las mujeres y niñas en el deporte, debido al reforzamiento de los estereotipos de género.

Una cantidad cada vez mayor de mujeres atletas con niveles más bajos de testosterona, han afirmado que es injusto que se permita competir a las atletas como Semenya. Abordar ese tipo de sentimientos es importante. Pero como socióloga, Madeleine Pape, quien alguna vez compitió contra Semenya, ha afirmado que los órganos rectores como las asociaciones atléticas, han hecho esto de la manera incorrecta, al validar mitos y avivar los temores de las atletas.

Quizá lo más importante al considerar un tema que cada vez es más polémico, es que el Tribunal de Arbitraje Deportivo moderó su decisión al señalar “los problemas científicos, éticos y en las regulaciones, en los que las mentes razonables e informadas puedan legítimamente diferir”, y, por tanto, Semenya pueda apelar. Pero la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, ya ha causado un inmenso daño al reforzar ideas anticuadas y erróneas acerca de la testosterona – y discriminando a atletas que tienen todo el derecho a competir en su deporte sin que se viole su integridad corporal.

 

Katrina Karkazis es la investigadora principal en Global Health Justice Partnership en la Universidad de Yale. Rebecca M. Jordan-Young es profesora en el Departamento de Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad en Barnard College. Ambas son autoras del libro que se publicará próximamente, titulado: “Testosterone: An Unauthorized Biography.

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