Mentes cerradas: Semenya, Chand y la Violencia del Escrutinio Público
Por Katrina Karkazis
Traducción de Laura Inter del artículo “One-Track Minds: Semenya, Chand & the Violence of Public Scrutiny” de Katrina Karkazis
Caster Semenya es una mujer. Uno pudiera pensar que esto está en duda, sin embargo, está determinado por la avalancha de recientes comentarios que se encuentran alrededor de internet, tanto en noticias como en redes sociales, relacionados a la aplastadora victoria de la corredora sudafricana en los 800 metros el pasado viernes en Mónaco. “La Controversia sobre el Género Resuena, mientras Semenya va por el Oro,” decía un encabezado, apareciendo en todas partes, desde Times Live en Sudáfrica, hasta France 24 y Yahoo Sports.
La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF por sus siglas en inglés), declaró que Semenya podía competir en 2010. Aún las personas se reúsan a desvincular a esta atleta del periodo en el cual, en sus palabras, fue:
“sometida a un escrutinio injustificado e invasivo sobre los detalles más íntimos y privados de mi ser… [que] transgredieron no solo mis derechos como atleta, sino también mis derechos a la dignidad y privacidad.”
Incluso ahora, seis años después, mientras se prepara para Rio, casi todos los informes acerca de los tiempos de carrera de Semenya, tenazmente se refieren a esta investigación, y a las cuestiones acerca del su género que surgieron de esta.
Historias como estas son dañinas. Continúan con las especulaciones crueles y humillantes en los medios de comunicación, que ella ha soportado y que vuelven a encender el fuego de la especulación y los rumores. Esto tiene que parar.
La velocista Dutee Chand, la primera mujer de la India en las Olimpiadas en 36 años, que competirá en los Juegos de Rio, se enfrenta a un escrutinio público similar. También es una mujer. Pero puede que los lectores hayan asumido lo contrario, al verla en la portada de la revista New York Times a principios de este mes. Sobre su imagen [en la revista], están estampadas letras gigantes color rosa que dicen “XX” y “XY” – representando lo que muchos entienden que son los cromosomas “sexuales” femeninos y masculinos.
Aunque el artículo “La Humillante Práctica de Comprobar el Sexo de las Mujeres Atletas” hay una aguda crítica a las normas del IAAF referentes al hiperandrogenismo, y expresa la humillación sufrida por Chand al decirse que no pertenece a ningún género, el arte en la portada cuestiona el sexo, género y la identidad de género de Chand. Al hacer esto, se perpetúa el mismo daño que el artículo pretende criticar.
En 2014, Chand fue investigada y descalificada bajo las políticas de la IAAF, que establecen un límite para los niveles de testosterona en las mujeres, esto basandose en presunciones de una ventaja injusta. El Tribunal de Arbitraje Deportivo, ya ha fallado a favor de la apelación de Chand y ha suspendido las políticas, y hoy en día, las mujeres compiten sin que se les requiera someterse a intervenciones innecesarias para bajar sus niveles de testosterona.
Chand y Semenya, se han ganado su derecho a competir en la pista de Rio, después de años de dedicación y trabajo duro, como todos los demás. Tienen el apoyo del tribunal más importante en el mundo del deporte. Han superado el prejuicio con coraje y determinación. Y merecen nuestra admiración y respeto. No solo por su valor, sino por su talento atlético excepcional.
En cambio, estas especulaciones deshumanizantes, comentarios, y representación, se están intensificando mientras nos acercamos a los juegos de Rio, donde las dos competirán.
Los incesantes comentarios, incluyen la voluntad de los medios de comunicación y del público, para inspeccionar sus cuerpos, cuestionar su identidad, e invadir su privacidad con impunidad. Tales representaciones, invitan a especulaciones no deseadas, acerca de la configuración de los genitales de estas atletas, si tienen ovarios o testículos, y si sus cromosomas son XX o XY. Muchos han hecho suposiciones acerca de sus niveles hormonales, basándose en su apariencia y en su desempeño, cuestionando si se les debería permitir competir, o incluso si siquiera se les debería considerar mujeres. Un periodista, de manera perturbadora, dijo que las mujeres que son objeto de investigación están: “sin categoría” – una declaración indicativa del tipo de privilegio que viene al tener un cuerpo, o género, que escapa a tal escrutinio.
La violación a la privacidad, ha tenido lugar de maneras horribles y, sin embargo, predecibles. Karla Holloway, profesora de inglés en la Universidad de James B. Duke y profesora de Derecho en la Universidad de Duke, ha notado que la privacidad está reservada de forma implícita a grupos socialmente privilegiados: hombres, blancos, heterosexuales. El vivir fuera de estos privilegios entrelazados, significa habitar un cuerpo que siempre es, en cierta medida, tratado como público y abierto al escrutinio, exploración, y coerción, de una manera que es invisible para las instituciones e individuos que observan esto. Por tanto, no es sorprendente que la gran mayoría de las mujeres investigadas bajo las políticas de la IAAF, hayan sido mujeres de piel morena o negra provenientes del hemisferio sur.
El trato específico que recibieron Chand y Semenya durante la investigación oficial, y después de ella, ha hecho terrible resonancia con el uso, medicalizado y racista, de los cuerpos de las mujeres negras para “obtener información.” Este tipo de inspecciones – examinar a las mujeres atletas como si fueran especímenes – apesta inquietantemente, a las historias que se han venido contando, de la fascinación científica por las imaginadas peculiaridades sexuales de las mujeres de color. Esto incluye la exhibición de Sartje Baartman como la “Hottentot Venus”, y los exámenes ginecológicos públicos y cirugías, realizadas en mujeres esclavas afroamericanas por J. Marion Sims.
Estas representaciones en la historia e imagenes, están conectadas, y propician la discriminación y las formas físicas de violencia de género, que son sorprendentemente comunes alrededor del mundo. Sólo dos días después de que Chand apareciera en la portada de la revista Times, el periódico informó de una “epidemia de violencia contra los homosexuales” en Rio.
Muchos en los países del hemisferio norte, no han apreciado las ramificaciones de ser investigados e inspeccionados para el sustento de los individuos en cuestión, sus relaciones, su libertad de movimiento, y su seguridad. El estigma resultante, puede llevar a la marginación social, a amenazar con terminar con una trayectoria profesional y a disminuir los salarios, a la capacidad para contraer matrimonio, y a que alguien pierda el sentido de sí mismo.
¿Qué será de su experiencia en Rio y después, durante toda su vida, mientras ellas navegan por un mundo de medios de comunicación y deportes, que parece etiquetarlas firmemente y a su antojo, haciendo caso omiso de la ciencia y, sí, de sus sentimientos?
Estos comentarios e imágenes importan. Ponen en duda el sentido de sí mismas de las atletas, su identidad, después de que ellas dijeron de manera explícita que: “Esto me duele y me hace daño,” es violencia. Aquellos que están en posición de decir sus historias, y los que comentan en ellas en la esfera pública, tienen la responsabilidad ética de abstenerse de agredir los espíritus, cuerpos y autonomía de las atletas. Esta es una obligación que todos tenemos y que debemos cumplir.
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Katrina Karkazis
Antropóloga & eticista en Stanford. karkazis@standord.edu
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