7 maneras en que agregando la “I” [de intersexualidad] al acrónimo LGBTQA+ puede dar la idea equivocada. Por Pidgeon Pagonis

7 maneras en que agregando la “I” al acrónimo LGBTQA+ puede dar la idea equivocada.

Junio 29, 2016, por Pidgeon Pagonis

Publicado originalmente en Everyday Feminism

Traducción de HANA AOI aoihana.1981@gmail.com del artículo «7 Ways Adding ‘I’ to the LGBTQA+ Acronym Can Miss the Point» de Pidgeon Pagonis

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Querida persona indecisa en agregar o no la “I”:

Tras el estreno del más reciente filme de Spike Lee, Chi-Raq, la gente de Chicago como yo atestiguamos el por qué las intenciones no son indicios de resultados. Al tratar de ayudar a “salvar a Chicago”, el filme se apoya en metáforas racistas tales como el mito de que la gente negra se mata entre sí más que otras razas, en vez de enfocarse en los verdaderos componentes del crimen como el racismo estructural, la desigualdad y la pobreza.

El argumento del filme de que las mujeres negras debían negarse a sostener relaciones sexuales con los hombres hasta que bajaran sus armas fue ignorante, sexista y mal dirigido.

En vez de destacar la organización contra la cadena “de la escuela a la cárcel”, la criminalización de la gente negra y morena, y la brutalidad policiaca dirigida por jóvenes negros, especialmente queer y mujeres trans, Spike terminó por apoyar la narrativa que la derecha usa para incrementar la criminalización… lo opuesto a sus intenciones establecidas.

A veces, cuando tratamos de hacer lo correcto con nuestra mejor intención, podemos causar más daño.

Aún así, ponderando si agregar o no la “I” al acrónimo LGTBQA+ en constante expansión, desafortunadamente no hay una respuesta clara.

Al comienzo de la semana, alguien que inició un grupo GSA (alianza gay-hétero por sus siglas en inglés) me contactó por Twitter. Me dijo: “Había una persona en Tumblr que es intersex y que estaba diciendo que es malo que lxs incluyamos a ustedes en nuestra comunidad, ¿es verdad esto? Siempre creí que la ‘I’ estaba incluida.”

Su pregunta enciende el debate implícito en el acto de agregar la “I”.

Los defensores de agregar la “I” apuntan a un incremento de visibilidad, financiación y un mayor apoyo para el movimiento de justicia para la gente intersexual. Pero otros destacan que juntar la intersexualidad (un aspecto biológico) con lo LGBTQ puede tener consecuencias involuntarias debido a la existente cultura hostil hacia lo queer.

Es posible que, como en el filme de Spike Lee, esta acción termine por lograr lo opuesto a nuestras metas.

La siguiente es una lista de consideraciones que destaca los pros y los contras que yo, una persona queer intersexual no-binaria, analizo cada vez que me hacen esta pregunta.

1. La intersexualidad no es una orientación sexual.

Nacer intersexual es una realidad biológica al menos para un 1.7% de la población.

Las variaciones genéticas intersexuales, expresadas usualmente en los aspectos del sexo de una persona, como sus cromosomas, órganos reproductivos o su anatomía, previene que la gente intersexual como yo sea fácilmente categorizada como enteramente masculina o femenina.

Como resultado, mucha gente intersexual experimenta lo que los cirujanos eufemísticamente llaman “cirugías genitales cosméticas” para “normalizar” la apariencia de nuestros genitales.

No toda la gente intersexual tiene genitales intersexuales evidentes al nacer. Sin embargo, cuando se vuelven obvios, es importante mencionar que eso no es garantía de que al crecer, esa persona vaya a identificarse en el espectro de lo queer.

De hecho, muy a menudo las personas crecen y se identifican como adultos heterosexuales sin reparo acerca del sexo o género que les fue asignado al nacer.

Como tal, no estoy segurx de si tiene sentido agregar la intersexualidad, como una variación biológica sexual, al acrónimo LGBTQ+.

La intersexualidad es nuestro sexo, la nave que conducimos a través de nuestra existencia, no una identidad sexual.

Es una experiencia encarnada que en sí es extremadamente difícil de comprender para las personas que no son intersexuales. Agregar la ‘I’ posiblemente complicaría más las cosas si las personas comienzan a dar por descontado que la intersexualidad es solo otra orientación o identidad sexual.

2. La gente queer e intersexual no vive la misma discriminación.

Los defensores de agregar la ‘I’ apuntan a la historia compartida de patologización y explotación de la gente queer e intersexual por el complejo industrial médico.

Si bien esto es cierto, también es cierto que la gente intersexual ha sido tratada por la comunidad médica en formas totalmente diferentes. Por ejemplo, lxs bebés intersexuales experimentan clitorectomías en los Estados Unidos y en otros países, todos los días.

Estas clitorectomías, y otras cirugías genitales innecesarias, a menudo remueven la capacidad de la gente para reproducirse, crear hormonas y experimentar placer sexual.

Y no estamos solxs.

Casi cualquier grupo marginalizado (especialmente la gente de color, personas con discapacidad, personas con enfermedades mentales y gemelos vinculados) tienen experiencias similares de abuso.

Y aún así, nadie promueve que estas identidades se incluyan al acrónimo LGBTQ+. Es ampliamente entendido que estas son experiencias únicas que merecen su propia atención individual.

3. La ‘I’ puede (o no) ayudar a incrementar la representación.

Gracias a la combinación de un intenso estigma y vergüenza, a la gente intersexual se le deja a menudo extremadamente aislada. Como una persona intersexual recientemente me dijo: “somos incapaces de ver nuestro reflejo en ninguna parte de la sociedad”.

En contraste, la conversación en torno a las identidades LGBTQA+ ha evolucionado para convertirse en parte cotidiana del discurso nacional.

Debido a nuestra experiencia de ser hiper-patologizados por el complejo industrial médico, nuestra vergüenza y aislamiento no está a la par, creo yo, con la mayoría de las personas LGBTQA+ que no son intersexuales.

Es verdad que agregar la ‘I’ al bien establecido acrónimo LGBTQA+ definitivamente ayuda a difundir el mensaje de que aquí estamos y que existimos.

Y aún así, ¿de algo vale la representación incrementada si para ello tenemos que disimular parte de nuestras identidades y de nuestro ser a fin de encajar en una política de identidad establecida?

Con la representación, es importante preguntar quién está siendo representado, quién no, y por qué.

Gran parte de la historia, el rostro de movimiento queer ha sido a menudo blanco, cisgénero, cristiano, sano de cuerpo, y heteronormativo.

En 2001, Sylvia Rivera, “una incansable abogada de todxs aquellxs que han sido marginalizados conforme el movimiento por los ‘derechos de los homosexuales’.. se convirtió en parte de la corriente principal”, argumentaba: “Lxs travestís son el grupo más oprimido en la comunidad homosexual… La única razón por la que ellxs [la corriente principal del movimiento por los derechos de lxs homosexuales] toleraban a la comunidad transgénero en algunos de esos movimientos era porque nosotrxs éramos entusiastas, estábamos en la primera línea… No teníamos nada que perder. Ustedes tenían todos los derechos. Nosotros, nada que perder.”

¿Cuál será el efecto dominó de fusionar nuestro movimiento con un propagado movimiento por los derechos de lxs homosexuales que tiene una historia de volver invisible el trabajo y la identidad de sus miembros más marginalizados?

4. Agregar la “I” crea nuevas oportunidades para financiamiento de los grupos intersexuales.

En la conferencia “Creando el cambio” de este año, Reina Gossett y Charlene Carruthers retaron a organizadores y participantes a entender que la conferencia era hipócrita e insegura para la gente LGBTQ+ de color porque había invitado a un grupo sionista que presumía de defender los derechos de la comunidad LGBTQ+, y al ICE (servicio de control de inmigración).

Demandaron la creencia del movimiento (y su dependencia) en un sistema criminal de justicia, que criminaliza, encierra y asesina gente LGTBQ+ de color cada día.

En vez de hacer gay-friendly a instituciones como el ICE y a ocupaciones como la de Palestina, argumentaron, debemos más bien luchar por una liberación queer que no involucre a la policía, a la milicia o al sistema industrial penitenciario.

Debido a esto, tengo dudas sobre si la corriente principal del movimiento LGBTQ sería un lugar seguro para todas las personas intersexuales de color (negros o cafés).

¿Vale la pena dejar de lado la seguridad por dólares para financiamiento?

Durante la mayor parte de la historia de nuestro movimiento, virtualmente no hemos tenido financiamiento alguno.

Desde que se ha agregado la “I” al acrónimo de forma más reciente, activistas intersexuales y organizaciones alrededor del globo han visto abrirse nuevas avenidas de financiamiento.

Estoy súper agradecidx por esta nueva fuente de financiamiento que ayuda a pagar el trabajo que muchxs activistas intersexuales alrededor del mundo han estado haciendo sin fines de lucro durante tanto tiempo. Pero me pregunto, ¿por qué no somos financiables como un movimiento por sí solo?

Siempre he creído que el movimiento intersexual debería amasar apoyos de todo tipo de personas interesadas en financiar el activismo de derechos humanos.

No digo que debamos aislarnos nosotrxs mismxs y no trabajar con otros para alcanzar nuestras metas de autonomía corporal y justicia para la gente intersexual.

Pero, ¿no tiene sentido considerar vincular el movimiento con otros que tienen experiencias más semejantes, y que por ende tienen más por ofrecer (como los movimientos por la justicia reproductiva y por los derechos para los discapacitados)?

Sin embargo, la gente tiene que comer. Y la realidad es que el financiamiento no ha venido sin comprometernos con el acrónimo sombrilla LGBTQA+.

Por otra parte, no creo que las organizaciones sin fines de lucro y la estructura de financiamiento que utilizan, que abarcan grandes sumas de dinero y luego las distribuyen en un modo competitivo, sea un camino sustentable para ayudarnos a alcanzar nuestras metas.

Como señala Paul Knivel, hay un conflicto de intereses embebido en un complejo industrial sin fines de lucro que tiene salarios que se pagan gracias a las desigualdades que supuestamente busca eliminar.

Este dilema me hace escépticx sobre si nuestro movimiento obtendrá al final autonomía corporal y justicia para la gente intersexual a través del complejo industrial sin fines de lucro.

5. Agregar la “I” puede distraer la atención del mensaje de que la intersexualidad es un tema de derechos humanos.

Recientemente, hemos visto también cómo se incrementa el financiamiento y la consciencia como resultado de reorientar estratégicamente nuestro movimiento como una lucha de derechos humanos.

A fin del año pasado, el alto comisionado para los derechos humanos de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein, se reunió con un grupo de activistas intersexuales y establecieron formalmente que la gente intersexual está experimentando violaciones a sus derechos humanos con las prácticas de normalización genital a menudo disfrazadas como “tratamiento clínico”.

Esta reorientación de nuestro movimiento en dicho contexto es inteligente, y ya está rindiendo frutos. El impacto positivo puede verse en la reciente aprobación de una ley en Malta que evita que médicos practiquen cirugías de normalización genital en bebés intersexuales.

Pero si agregamos la “I” al acrónimo LGBTQA+, ¿nuestras demandas específicas se perderán entre las demandas del movimiento mayor?

¿Que tanto realmente puede abarcar dicha sombrilla, antes de fallar en prevenir que algo de lluvia caiga sobre aquellos que se apiñan debajo de ella?

Al ser unx de lxs últimxs hijxs en trasladarse al bloque LGBTQA+, podríamos (de forma involuntaria) quedar expuestos a los elementos mucho más que el resto de las otras letras.

6. Agregar la “I” podría ser dañina para los niños intersexuales gracias a la cultura queerantagonista.

Agregar la “I” a LGBTQA+ puede dejar fuera a la mayoría de la gente en la comunidad intersexual debido a que no se identifican como queer, y posiblemente haga que algunas personas intersexuales heterosexuales se sientan como si no tuvieran nada qué ofrecer al movimiento.

Pero ese no es mi mayor temor.

Vivir en una sociedad temerosa a lo queer significa que debemos ser estratégicos con las decisiones que tomamos en cuestión a la representación queer en público.

Todos los días, escuchamos ejemplos que van de terapia de conversión a violencia insensata y asesinatos dirigidos principalmente a mujeres trans de color de clase trabajadora.

Como tal, mi mayor temor es que agregar la “I” a LGBTQA+ tenga la consecuencia involuntaria de hacer que los padres de bebés intersexuales den por descontado que su hijx crecerá y se identificará como queer, y por ende, opten por las cirugías como una forma retorcida de cortar con lo gay.

Nuestra comunidad ya tiene la evidencia que sugiere que cirugías, diagnósticos prenatales para rasgos intersexuales y abortos subsecuentes ocurren con mayor frecuencia cuando la criatura intersexual en cuestión tiene una mayor probabilidad de llegar a identificarse como queer.

Por ejemplo: “Un estudio que examina las decisiones de los padres de permitir cirugías cosméticas en niñas con HSC descubrió que un gran porcentaje de los padres ‘consideraban importantes factores sociales o culturales, tales como ‘apariencia genital’ u ‘orientación sexual’ en la toma de la decisión.’”

Hay necesidad de tener una mayor conversación sobre si implicar la intersexualidad con lo queer pueda atraer “tratamientos” viles y fóbicos a lo queer en niños intersexuales.

 ***

Esta es obviamente una cuestión difícil. Conforme avanzamos como movimiento, espero las conversaciones que ojalá tengamos a medida que luchamos con ella.

Pidgeon Pagonis escribe para Everyday Feminism. Es activistx intersexual, basada en Chicago, trabajando para ayudar a crear un mundo en que cada bebé intersexual que nace tenga el derecho a la autonomía corporal.

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