Aún pinto la historia de mi vida | Por Remedios González

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Fotografía de Remedios y su pareja. Descripción de imagen: La imagen muestra a Remedios a la izquierda y a su pareja a la derecha. Están abrazadas y posan frente a un paisaje natural con árboles de follaje amarillo y montañas al fondo. Remedios viste de negro, su pareja lleva puesta una camiseta rosa y usa lentes. Ambas sonríen.

 

Aún pinto la historia de mi vida

Por Remedios González

 

Recuerdos vagos de la infancia abren la herida.

Grito, grito en silencio desde mi interior toda la impotencia que siento.

Desbordan lágrimas.

Recuerdos palpitantes, como si hubiera sido ayer, acaso unos minutos antes.

Aún sigo pincelando el gris, el negro… y el arcoíris depende solo de mí.

 

No sé por dónde comenzar.

Soy una chica intersexual.

Aparte, soy bisexual.

Nunca había tenido pareja.

¿Quién se fijaría en mí?

Un cuerpo como el mío sentía que no podía ser deseado.

Empecé a ver de manera positiva el estar sola.

Vivía con mi familia, que siempre me ha amado.

 

A mis 37 años conocí a una chica por TikTok, ya que tengo una cuenta en esa red social donde publico mis poemas y otras cosas. Comenzamos a enviarnos mensajes todos los días. Desde el principio le dije que era una chica intersexual y le mandé el enlace con mi historia de vida, la cual publiqué en Brújula Intersexual. Me respondió que no había problema.

Me enamoré de ella sin haberla visto físicamente, y decidí ir a conocerla.
Uno de tantos días que dejaba pasar sentí que había llegado el momento de hablar con mi madre. Le conté que había conocido a una chica y que éramos pareja. Se quedó sin palabras. Ella no sabía que yo era lesbiana, aunque algunos de mis familiares ya lo sabían. Le dije que viajaría para conocerla en persona, y al escucharlo, lloró. Creo que lloró porque presentía lo que iba a pasar: que no regresaría.

Llegó el día de mi viaje. Mi corazón latía con fuerza. El viaje duró 7 horas. Al llegar me sentía emocionada y nerviosa a la vez. Nos vimos por primera vez; ella me recibió con un ramo de rosas rojas. Yo no podía dejar de mirarla: era hermosa.

Desde el inicio encajamos a la perfección. Los días pasaron rápidamente y llegó el momento de mi regreso. Sentía que se me partía el corazón al tener que separarme de ella. Entonces hablé con ella y le dije: “No me quiero ir”. Ella me respondió que me quedara. Nunca imaginé que todo se daría de esa forma.

Hablé con mi familia y les dije que me quedaría. No lo podían creer. Yo sé que me apoyan y me aman como soy, por eso la separación fue difícil para ellos. Constantemente recibía mensajes preguntándome cuándo regresaría.

El lugar donde vivo con mi novia es un rancho en el que todas las personas se conocen y son muy conservadoras. Eso ha hecho que mi estancia aquí sea complicada. La gente me mira con una mezcla de curiosidad y rechazo, solo por mi forma de vestir o por mi corte de cabello. En una ocasión, un señor en la calle, con el rostro lleno de odio, me gritó “joto” (una palabra despectiva para referirse a personas gays). Al escucharlo, me puse a llorar.

No me gusta ser el centro de atención, ni que la gente me mire tanto, pero es el lugar en el que me ha tocado estar… y me gusta estar aquí con mi novia.

Me parece injusto que otras parejas puedan caminar tomadas de la mano sin problema, mientras nosotras somos señaladas por mostrar el amor que nos tenemos.

Aunque vivo bien con mi pareja, nos queremos y nos llevamos muy bien, sé que a algunos de sus familiares no les agrado. Incluso, cuando uno de ellos se enteró de que somos novias, quiso que nos fuéramos de la casa. Afortunadamente, su mamá nos acepta y no tiene problema con que seamos pareja.

Debido a todo esto, tampoco he podido conseguir trabajo. Sin embargo, mi pareja siempre me apoya y me dice que no me preocupe.

Es un estilo de vida diferente al que yo estaba acostumbrada, y aunque el entorno es complicado, la vida con ella es hermosa y nos tratamos con cariño. He aprendido a hacer muchas cosas nuevas: ella me enseñó a bordar servilletas de tela, aprendí a cocinar, entre muchas otras cosas.

Nunca imaginé estar con una mujer tan maravillosa. Siento mucha confianza con ella. Nos llevamos muy bien y, aunque a veces tenemos diferencias, siempre las resolvemos hablando.

Aún tengo inseguridades sobre mi cuerpo y me siento nerviosa de que ella me vea, pero ella me dice que le gusta mi cuerpo tal y como es, y que lo que más le importa es lo que hay en mi corazón.

Sé que la vida tiene momentos difíciles y otros hermosos. Por eso, yo decido con qué color pintar la historia de mi vida… con la mujer que amo.

 

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