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Un sueño no cumplido

Por Yela (Venezuela)

Aunque mis padres nunca han querido hablar conmigo sobre mi nacimiento y mi variación intersexual, sé que al nacer me asignaron como niña y así me criaron. Desde una edad muy temprana, tuve la certeza de quién quería ser. Siempre supe que quería ser un niño, nunca tuve dudas. Crecí admirando a mis hermanos, jugando con ellos, soñando con vestirme y actuar como ellos. Desde mis primeros años, expresé mis gustos y mi forma de ser, pero mi papá, siendo un hombre muy machista, me limitaba y reprimía, solo me permitía hacer cosas que, para él, eran “propias de una niña”. Con el tiempo, aprendí a reprimir mi deseo de ser un niño, también reprimí mi forma de ser y aprendí a disimular muy bien. Ante el mundo y ante mí misma era una niña, y sentía que debía comportarme como tal.

Los años han pasado y ese deseo se quedó solo como un sueño. Actualmente, sigo viviendo como una mujer, tengo una vida hecha y, en estos momentos, siento que empezar de cero sería muy duro para mí y para las personas que me rodean. No sé si a esta decisión llamarla comodidad o miedo, pero ya he pasado por situaciones muy difíciles en mi vida y siento que ya no tengo fuerzas para hacer un cambio de esa magnitud. Así que no creo que en esta vida se cumpla ese sueño.

Quiero decirles a todas las madres y padres que no repriman a sus hij*s ni les obliguen a ser algo que no son. Vivir teniendo que ocultar quién eres lastima y deja cicatrices de por vida.