Si pudiera conocerme mejor | Por Naniis

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Esta flor fue un regalo que le di a Laura cuando nos conocimos en diciembre de 2019.
Descripción de imagen: Fondo negro, con rosa de hojas de palma color blanca con tonos amarillos y verdes.

Si pudiera conocerme mejor

Por Naniis

La verdad no sé por dónde empezar, son tantas cosas, sentimientos y pensamientos, que no tengo por dónde empezar.

Si tuviera que elegir una frase por la cual empezar, sería: «Nada es lo que parece». Y es la verdad, ya que en realidad nadie, nunca, somos capaces de descubrir lo que una persona oculta en su interior. Muchísimas veces ni siquiera nos percatamos de que existe algo particular en alguien. En mi caso, esa particularidad es la intersexualidad. Con el tiempo, he llegado a comprender que no es algo malo, sino más normal y común de lo que nos imaginamos, incluso más de lo que yo misma imaginaba. Sin embargo, debido a la escasa y deficiente información que nos dan en los hospitales, que lo consideran como «algo que no es bueno», acaban causando muchas negligencias médicas en personas que nacemos con cuerpos intersexuales. Hay personas que pueden pensar que lo que vivimos “no es para tanto”, pero en ocasiones es algo súper confuso, incluso para quienes nacemos con estas corporalidades.

Explicación y contexto desde mi experiencia

Nací con un cuerpo típico de mujer y al llegar la adolescencia desarrollé pechos, cadera, y todas las características esperadas para una chica, con excepción de que nunca llegó mi periodo menstrual.

Desde pequeña, recuerdo que siempre me preguntaba cuando llegaría mi periodo, pues conforme iba creciendo mis amigas me comentaban que a ellas ya les había llegado, y a mí no. Mi madre siempre me decía que seguro me llegaría a los 15 años, que solamente era un retraso.

Cuando tenía 13 años, me detectaron una hernia inguinal, en ese momento no sabía que esto sería el detonante de todo mi trauma personal. Y, aunque fue detectada a esa edad, por causas personales y familiares, no me operaron inmediatamente.

El 23 de enero de 2019, a mis 15 años, fue cuando por fin me operaron. Yo pensaba que debido a la hernia no me bajaba la menstruación, y creía que después de la cirugía mi vida al fin sería “normal”. Así que después de la cirugía me sentía más tranquila y continué con mi vida.

A finales de mayo de ese mismo año, un fuerte dolor me despertó, corrí al baño, pensando que era una simple indigestión, pero el dolor no cesaba, a las 2:30 am tuve que despertar a mis padres a gritos pidiéndoles que me llevarán al hospital, ya que sentía que ese dolor me mataba. Mis padres, temerosos, no lo pensaron y me llevaron al hospital.

Fuimos al área de emergencias del hospital, y me tuvieron en la sala de espera aguantando el dolor desde que llegamos hasta las 8 de la mañana, puesto que los doctores no consideraban que mi situación fuera grave. Cuando por fin me atendieron, simplemente me realizaron un ultrasonido, me tomaron muestras de sangre y lo único que hicieron fue darme medicamento para el dolor.

Cambiaron de turno los doctores, y los nuevos doctores me realizaron diferentes estudios, al llegar los resultados, un doctor dijo: “Son dos quistes en los ovarios, uno de ellos ya se reventó y tiene un líquido regado”. Entonces decidieron trasladarme al Hospital del Niño y la Mujer. Llegando al hospital, durante 3 días me tuvieron aislada de mi familia y sedada, aunque para mí pareció que solo hubieran transcurrido unas cuantas horas. Sin embargo, aunque estaba sedada, sí tengo algunos recuerdos borrosos, en los que entraban doctores a mi habitación para hacerme “chequeos” en los que me manoseaban, y no solo un doctor, sino varios y estaban acompañados de enfermeras y enfermeros.

Cuando por fin me pasaron a otra habitación, se pasó el efecto de los sedantes y pude ver a mis padres, nuevamente un dolor intenso me llegó por sorpresa. Las enfermeras me llevaron a realizar un ultrasonido, donde la persona que lo realizaba dijo: “Se le reventó el quiste del ovario y al parecer su apéndice también tiene un problema”. Así que comenzaron a prepararme para cirugía, me pusieron una sonda para la orina de la manera más dolorosa posible y, cuando ya íbamos camino al quirófano, una de las ginecólogas detuvo la camilla y comentó que no me operarían en ese hospital, puesto que no sabían cómo tratar mi situación, y me trasladarían al Hospital General.

Recuerdo que llegando al nuevo hospital me realizaron más análisis de sangre y una tomografía, pero al ver los resultados, los doctores no querían operarme y solicitaron más estudios.

Al día siguiente, yo seguía con dolor, pero me continuaron realizando otros exámenes, resonancias magnéticas, entre otros. No nos informaban nada de los resultados, y cada vez que uno de los doctores leía mi expediente médico, se negaba a operarme.

Al tercer día, un doctor que tomo mi caso, se animó a realizar la operación, pero dijo que antes me haría otros exámenes. Uno de los exámenes que mencionó fue un ultrasonido vaginal, al escucharlo sentí que mi mente era un caos, no sabía en qué consistía, no me explicaban nada y a mis 15 años, me daba vergüenza que me realizaran ese estudio frente a mis padres. El estudio lo realizó el doctor que había tomado mi caso y un ginecólogo, y escuché que entre ellos murmuraban: “No me gusta lo que estoy viendo, lo que ella tiene parecen ser gónadas testiculares”, sé que ellos murmuraban para que yo no escuchara, pero escuché y entendí cada palabra, noté cada gesto que hacían y la manera en la que me observaban. Para mí, esas palabras hicieron que me desconectara de todo mi ser, sin poder expresar ninguna simple emoción, y en mi cabeza surgían muchos cuestionamientos y pensamientos, como: “¿Esto significa que soy hombre?”, “¿Tengo vagina?”, “¿Tengo testículos?”, “Me han realizado demasiados ultrasonidos ¿Cómo es que nunca notaron que eran gónadas testiculares?”, “Dijeron que tenía quistes en los ovarios, ¡OVARIOS! ¿Cómo demonios tengo testículos?”, “Siempre he sido una mujer, tengo un cuerpo femenino, tengo pechos… ¿cómo puedo tener testículos?”, entre muchas preguntas más.

Esto hizo que me olvidara completamente del dolor, solo sentía unas inmensas ganas de llorar, sentía que me quería morir, puesto que no entendía nada de lo que estaba pasando, y ninguno de los doctores nos explicaba nada.

Ya que estaba en la habitación del hospital, entraron a tomarme una muestra de sangre, y tiempo después entró el doctor con los resultados. Sin ninguna explicación previa, comentó que mis cromosomas eran XY. Yo no entendía mucho de cromosomas, pero obviamente entendía que eran cromosomas “masculinos”.

El doctor hablaba de esto como si se tratara de una enfermedad muy grave, y nos comentaba que tendrían que operarme urgentemente. Dijo que lo que me provocaba el dolor era una hernia inguinal, pero que no me operarían solo para corregir la hernia, sino para quitarme las gónadas. Según él, había un 98% de posibilidades de que mis gónadas desarrollaran cáncer, y argumentó un sinfín de problemas. Escuchar todo lo que decía el doctor me provocó mucha angustia y una extraña sensación en el pecho.

Llegó el momento de la operación, todo me parecía confuso, puesto que no me explicaban nada de manera clara. Vi como mis padres firmaron una hoja que decía que cualquier cosa que me pasara en la cirugía no sería responsabilidad de los doctores ni del hospital. Tengo muchas imágenes que se me quedaron grabadas: mi madre trenzándome el cabello antes de la operación, cuando iba en la camilla directo a ese frío quirófano, cuando de la camilla me pasaron a la dura cama metálica del quirófano, cuando empezaron a inyectar en mis venas la anestesia y la sensación de ardor mientras esa sustancia entraba en mi cuerpo, la brillante luz que veía en el techo del quirófano, y cómo mis ojos se cerraron poco a poco por efecto de la anestesia hasta quedar inconsciente.

Cuando desperté, estaba sola en una sala de recuperación, sentía un dolor intenso en el abdomen y un vacío muy extraño dentro de mí. Sentía una sensación de inquietud como si algo dentro de mi hubiera muerto, puede parecer que estoy exagerando, pero así lo sentía en ese momento. Horas más tarde me pasaron a piso, donde pude ver a mi madre, y así transcurrió la tarde y la noche.

Al día siguiente, los doctores pasaron a revisarme, me seguían haciendo estudios. Le pidieron a mi madre que fuera con el patólogo, quien le confirmó que lo que me quitaron eran gónadas “masculinas” y que estaban sanas. Más tarde, pasó el doctor a volver a confirmarnos que mis cromosomas eran XY, y nos dijo que de ahora en adelante tendría que llevar un tratamiento hormonal, para lo cual tendría que asistir con una ginecóloga al hospital materno. También nos dijo que mi vagina era estrecha, que tendría que meterme unos dilatadores, y que “solo así podría tener relaciones sexuales”.

Al día siguiente que me dieron de alta en el hospital y asistí a la cita con la ginecóloga, quien resultó ser una persona cero profesional. Al contarle mi situación y comentarle de la cirugía, me dijo: “Mejor piensa bien que quieres ser, hombre o mujer, yo te veo más con cara de hombre”. Aquí, cabe mencionar que la variación que tengo es “insensibilidad a los andrógenos completa”, eso quiere decir que mi físico es completamente femenino, así que solo me dijo eso por crueldad. Al escucharla, inmediatamente pensé: “¿Hombre? Si tengo más pechos que usted, más cintura y facciones más femeninas”, pero no dije nada … Nunca he entendido como alguien que supuestamente es “profesional”, pudo decirle algo así a una chica de solo 15 años. Saliendo de ese consultorio me sentía tan triste, tan destruida, no podía entender nada de lo que me pasaba. Y es comprensible que me sintiera de esa manera, considerando que los hospitales no tienen información adecuada sobre las variaciones intersexuales. Los médicos a menudo las ven como enfermedades graves, y solo te hacen sentir peor con sus palabras.

Lamentablemente, la operación en la que me quitaron las gónadas, la hicieron a base de mentiras y lo digo abiertamente así porque nos pintaron la situación como algo muy grave, dijeron que de no someterme a la operación era un hecho que enfermaría de cáncer. Ahora sé que el riesgo de cáncer es menor al 10% en casos como el mío (similar al riesgo que tiene cualquier mujer a tener cáncer de mama), y que en lugar de quitarme las gónadas podrían solo haber corregido la hernia inguinal y después realizarme estudios periódicos para ver como estaban mis gónadas. Además, antes de hacerme la operación, los doctores NO me informaron todas las consecuencias que esta tendría en mi salud, ni me dijeron las consecuencias de tomar o de no tomar un tratamiento hormonal para sustituir las hormonas que antes producían mis gónadas.

Debido a la horrible experiencia que tuve con la ginecóloga, decidí no volver a las consultas con ella, así que nunca tomé un tratamiento hormonal. Como ya no tenía las hormonas que producían las gónadas sanas que me quitaron, a partir de la operación comencé a tener problemas que antes no tenía, como: aumento de peso, cambios bruscos de humor, bochornos (un calor intenso que viene de la nada), mi cabello se me cae a puños, mi piel se ve como de viejita (y eso que apenas cumplí 20 años), me aparecen moretones de la nada, me baja la presión y me dan dolores fuertes de cabeza. Más tarde supe que con la cirugía me generaron una especie de menopausia y por eso los síntomas… además, muy probablemente pueda tener problemas de osteoporosis y me tengo que hacer estudios.

En una de las consultas de revisión después de la cirugía, el doctor nos comentó, a mí y a mi mamá, que necesitaría una cirugía vaginal, dijo que era para agrandar mi canal vaginal y así pudiera “tener relaciones sexuales”, y mencionó un sinfín de problemas que tendría si no me la realizaba.

Después de la experiencia con la otra cirugía y con la ginecóloga, ya no quería volver a pasar por una operación, menos una vaginal, así que me propuse a investigar. En el buscador de internet puse la información que me habían dado los doctores sobre mi situación. Después de entrar a varios enlaces que me aparecieron, encontré una página llamada Brújula Intersexual. Les envié un mensaje y les agradezco infinitamente toda la información brindada. Ahí me enteré qué la variación que tengo se llama “insensibilidad a los andrógenos completa” y que esta se da porque mi cuerpo no procesa la testosterona, por eso mi cuerpo es completamente femenino, de hecho, prácticamente no me crece vello corporal, no tengo mal olor corporal y, antes de la operación, mi piel y cabello eran muy sanos.

En Brújula también me dieron apoyo emocional, en especial, agradezco a Laura Inter, si no hubiera sido por ella, sus consejos y la información que me compartió, a estas alturas ya me hubieran hecho la operación vaginal, y lo peor es que me hubieran operado a los 15 años cuando no me sentía preparada para una cirugía así y ni siquiera entendía que me iban a hacer exactamente.

Actualmente, con los problemas de salud que estoy teniendo, quiero tener un tratamiento hormonal adecuado para mí, porqué sé que muchos de estos tratamientos pueden ser malos a largo plazo y producir muchas secuelas en la salud. Pero tengo miedo de ir con cualquier doctor y que me trate como la ginecóloga. En Brújula me recomendaron un doctor, pero se encuentra en otra ciudad, así que espero pronto poder viajar a consultarlo.

Debido a todo lo que viví, las conclusiones a las que he llegado son:

  • A veces, algo en nuestro interior nos avisa cuando algo no está bien. Por más que asistamos a los doctores, no podemos confiar ciegamente en ellos, y no siempre tienen la información exacta.
  • Debido a la poca información que existe en los hospitales sobre intersexualidad, se realizan múltiples negligencias médicas, las cuales terminan en cirugías innecesarias que en lugar de hacer el bien, perjudican la vida de las personas.
  • Los doctores manejan la intersexualidad como un problema y dicen que no encontraremos a otras personas como nosotras, cuando en realidad no es un problema y es algo más común de lo que pensamos.

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