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De esperpentos y quimeras: sobre las memorias de Herculine Adélaïde Barbin
En el marco del Día de la Solidaridad Intersexual
Por Free
“Para sufrir hace falta un corazón grande, noble y un alma generosa. Pero llegará la hora de la expiación, si es que no ha venido ya. Y entonces os sentiréis aterrorizados ante el vacío espantoso de vuestro ser”.
-Herculine A. Barbin
El día de hoy, 8 de noviembre, se conmemora el Día de la Solidaridad Intersexual, propuesto por la Organización Internacional de Intersexuales (OII), en memoria de Herculine Adélaïde Barbin, una persona intersex de origen francés que vivió en una época regida por un sociedad represiva y rígidamente religiosa en la que la medicina no tomaba en cuenta las inquietudes de las personas. Pero, ¿quién fue Herculine Barbin en realidad?
“Tengo veinticinco años y, aunque todavía joven, me aproximo, sin dudarlo, al término fatal de mi existencia. He sufrido mucho, y ¡he sufrido solo, solo, abandonado por todos! Mi lugar no estaba marcado en este mundo que me rehuía, que me había maldecido”. Así inicia el relato de las memorias de Herculine, publicadas en 1985 por el filósofo francés Michel Foucault.
Herculine Adélaïde Barbin, conocida en distintos momentos de su vida como Herculine, Alexina o Abel, ―o bien Camille, como se refería a sí misma en sus memorias― nació el 8 de noviembre de 1838 en una localidad llamada Saint-Jean-d’Angely en Francia. Desde temprana edad se crio como una señorita de bajo estatus económico, en casas de religiosas en la que solamente se le permitía interactuar con mujeres.
“Yo había nacido para amar. Todas las facultades de mi alma me impulsaban a ello; bajo una apariencia de frialdad y casi de indiferencia, tenía un corazón de fuego”.
-Herculine A. Barbin
Desde muy joven se percató de que sentía atracción hacia las mujeres, se enamoró de varias féminas y, en su adolescencia, al ser sorprendida besando a una de sus compañeras, se le negó la oportunidad de realizar su primera comunión, anhelo que tanto añoraba.
De acuerdo con lo que ella narra, su físico era muy distinto al de sus compañeras. Mientras ellas tenían formas curvilíneas y poseían una delicadeza que las caracterizaba, Herculine tenía un cuerpo andrógino, carente de curvas y con vello facial y corporal. Era consciente de sus características corporales y trataba de ocultarlas afeitándose el vello facial y manteniendo su cuerpo completamente cubierto; aun cuando el clima era muy caluroso, evitaba descubrirse los brazos para evitar bromas acerca de su corporalidad, Barbin le tenía miedo al terrible “qué dirán”.
A los diecinueve años, Camille comenzó a trabajar como institutriz ayudante en una academia de señoritas. Fue en esa etapa de su vida en la que se enamoró de su compañera de cuarto, una joven doncella a quien llamaba Sara y quien al poco tiempo se convertiría no solo en su amiga y enamorada, sino también en su amante, en quien encontraba tanta dicha que hasta lograba olvidarse de sus inquietudes y demonios internos.
De un día para otro, Herculine comenzó a presentar lo que ella describía como “horribles sufrimientos físicos”, los cuales eran dolores terriblemente fuertes que se le presentaban en la ingle y que eran cada vez más difíciles de soportar.
Después de algunas revisiones médicas incómodas en las que se identificó que Camille presentaba tanto rasgos femeninos como masculinos en sus características sexuales, fue forzada a cambiar su estado civil mediante un juicio en el que se dictaminó que, a partir de ese momento, debía iniciar una nueva vida como varón, dando inicio a su calvario.
¡Venga, maldito, continúa tu tarea! El mundo que invocas no estaba hecho para ti. Y tú no estabas hecho para él. En este vasto universo, donde tienen cabida todos los dolores, tú buscarás en vano un rincón donde albergar el tuyo, que desentona y trastorna todas las leyes de la naturaleza y la humanidad. Tu vida misma es un escándalo que haría enrojecer a la joven virgen y al adolescente tímido!
-Herculine Adélaïde Barbin
Una ocasión, con vestiduras masculinas, Barbin asistió a una misa en la que coincidió con varias personas de su entorno, de las cuales, había sido suficiente con que un par de ellas lo reconociera y divulgara el rumor de su reasignación de sexo para que al día siguiente los periódicos y la prensa hicieran público el caso de Herculine Barbin.
Debido a ello, Barbin fue forzado a separarse de su familia para emprender una nueva vida, lejos de todo aquello que conocía y amaba. A partir de ese momento, vivió en soledad y en agonía, con deseos de un amor que, según él, no merecía, y haciéndose a la idea de que eso sería imposible. Sumergido en la depresión causada por tener que asumir un rol social con el que no se identificaba, a escasos 29 años, Barbin se encontraba con ansias de morir y, como él mismo describe en sus memorias, “anhelaba a esa hora el reposo de la tumba”.
“He sufrido mi destino, he sufrido con valor, creo, los penosos deberes de mi situación.”
-Herculine Adélaïde Barbin
Herculine Barbin se quitó la vida en febrero del año 1868.
“Oh, príncipes de la ciencia, químicos preclaros, cuyos nombres resuenan en el mundo, analizad pues, si es posible, todos los dolores que me han abrasado, que han devorado este corazón hasta sus últimas fibras; todas esas lágrimas ardientes que lo han ahogado, que lo han sofocado bajo opresiones salvajes.”
-Herculine Adélaïde Barbin
En el informe médico, se describe detalladamente todas las atrocidades que con descaro, en nombre de la ciencia, un cierto médico llevó a cabo en el cuerpo de Herculine, como, por ejemplo, pedirle que orinara en su presencia, tratar de introducir un dedo en el canal vaginal de Herculine ―lo cual ella no permitió de ninguna manera―, e introducir una sonda en ese mismo orificio, al mismo tiempo que el médico introdujo su dedo índice por el ano de su paciente.
Leo el informe médico una y otra vez y me duele el abuso al que el cuerpo de Barbin fue sometido. Me duele porque me hace recordar las revisiones genitales a las que fui sometida en edad adolescente, porque esas revisiones eran mucho muy similares a las que describe el texto. Me duele darme cuenta de que los protocolos médicos actuales llevados a cabo en personas con variaciones en sus características sexuales no son tan diferentes a los que se realizaban hace doscientos años.
El protocolo médico aplicado en nuestros cuerpos es impulsado por un sinfín de prejuicios, morbo y estigmas sociales que, en la búsqueda del sexo verdadero ―como Foucault lo menciona en el libro― lejos de mantener la objetividad en el tratamiento, lo hunden en una subjetividad terriblemente negativa que daña no solo nuestra salud física, sino también nuestra salud mental y emocional.
La medicina nos trata como monstruos, fenómenos de circo incapaces de ser lastimados. Pero, ¿saben algo? Los esperpentos también sufrimos. Somos seres humanos que, como cualquier otro, sentimos, amamos, reímos y lloramos.
Hago un llamado a tan estimados lectores para que, en este Día de la Solidaridad Intersexual, así como todos los días del año, se solidaricen con nuestro movimiento compartiendo y discutiendo acerca de la intersexualidad y los problemas que nuestra comunidad enfrenta para que, algún día, se haga justicia para Herculine y para todo aquél que ha padecido en carne propia los procedimientos de Mutilación Genital Intersexual y sus terribles consecuencias.
Free
Gracias por la información compartida
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