Reflexión: DÍA DE LAS INFANCIAS | Por Ceci Lopez Bemsch

Reflexión: DÍA DE LAS INFANCIAS

Por Ceci Lopez Bemsch

El 15 de agosto se celebra en Argentina el Día de las Infancias

La venida a este mundo de un niñx intersexual suele ocasionar en las familias angustia, desesperación, miedo, tristeza y preguntas como: ¿Por qué a nosotros? ¿Qué hicimos mal? ¿Será un castigo? Estas mismas preguntas fueron las que mi mamá se hizo cuando los médicos le dijeron que yo había nacido con una «deformidad en los genitales». Ella me comentó que nunca había experimentado tanto miedo, nadie le explicaba nada en el hospital y solo le decían que tendrían que someterme a unas cirugías “correctivas”.

A pesar de que ya pasaron 32 años de mi nacimiento, cuando conversé con mi mamá de esto, noté angustia en sus palabras y su mirada un poco pérdida. Necesitaba preguntarle esa parte de mi vida, de nuestra vida, ya que fue ella la que siempre estuvo llevándome de un lugar al otro tratando de buscar respuestas a lo que me pasaba: consultas médicas, análisis de sangre, ecografías, etc. En un momento, me dijo: «Yo quería llevarte a Buenos Aires», ella pensaba que allá las cosas serían un poco diferentes a lo que pasaba en el interior del país, pero la realidad es que no importa donde atiendan a las infancias intersex – en particular a las que nacen con variaciones en sus genitales – no importa si son atendidas en un hospital de Tucumán, Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, etc., nuestros cuerpos serán cortados, nuestros órganos sanos extirpados y nuestras pieles rasgadas.

Durante mucho tiempo cuestioné a mi madre por las cosas que me sucedieron a partir de las cirugías genitales que viví, como los dolores que padecía y mi malestar de ir constantemente al médico a causa de las infecciones… pero entendí que ella era tan víctima como yo de un sistema que borra de forma urgente aquellos genitales sanos que salen de su «normatividad». Mi mamá no es sexóloga, no tiene estudios sobre diversidad, ni nada que se aproxime. Era una mamá que tuvo su segunda hija pensado que todo saldría como cuando nació mi hermana mayor «L», pero, esta vez, esta nueva hija vino cargada de palabras patologizantes que ella no entendía. Mi mamá confiaba en el sistema médico, nunca se imaginó que la medicina destruyera a los cuerpos intersexuales de tal manera que puedieran dejarnos a un paso de la muerte.

A pesar de que por mucho tiempo mi intersexualidad fue un tema tabú, ese día me anime a conversar con mi mamá de todo esto y a preguntar, y pude entender tantas cosas por las cuales tuvimos que pasar juntas, deambulando de consultorios en consultorios, de salas de espera, de quirófanos, de curaciones.

Al último, me dijo: «Cada lagrima que salía de tus ojos a causa de las curaciones, cada grito de dolor, cada noche de fiebre que pasaste por las infecciones, yo también lo experimenté, mi alma lo vivió contigo, pensé que estaba haciendo lo mejor para vos, confiaba en que los médicos te ayudarían, pero cada operación fue peor que la anterior».

Cerramos esa conversación con un abrazo y le dije: «Gracias por cuidarme y estar ahí en los momentos de dolor, no tienes la culpa, vos no sabías, te quiero ya que siempre buscaste lo mejor para mí, pero ahora sabes que lo que le hace el sistema medico a los cuerpos sanos no se debería de hacer”.

Hoy lucho para que la mutilación a nuestros genitales deje de suceder en todo el mundo, principalmente en Argentina, el país donde vivo, donde el estado financia estas torturas a nuestros cuerpos infantes.

Hoy, con 32 años, soy sobreviviente y mis cicatrices gritan por justicia. Esto no quedará así, no quiero que ningún niñx intersex deje de jugar con sus juguetes o hacer sus deportes preferidos por las secuelas de la mutilación genital. No quiero más terapias pediátricas en las que haya niñxs intersexuales con gasas, drenajes, desinfectante, etc. en sus genitales. Esto tiene que parar.

 

INFANCIAS (En un mundo justo) de Brenda Stolze – Trabajadora de la educación y activista feminista

Esta no es una definición de infancia, ni una explicación, ni una percepción, ni muchos una descripción. Más bien son sentires a partir de ver/mirar/imaginar rostros en el mundo

En un mundo justo

Las infancias no son objeto del daño. No son explotadas. No son sentenciadas a las guerras, ni a las opresiones racistas, sexistas, clasistas, capacitistas, adultocentristas.

En un mundo justo

Ni las infancias trans son expulsadas, ni las infancias intersex son mutiladas, ni las niñas son madres.

En un mundo justo

Las infancias tienen tiempo. Ríen, corren, juegan, desean, deciden, desobedecen, traman, se distraen, imaginan, inventan otros mundos, otros universos, pluriversos.

En un mundo justo

Las infancias están despojadas de las obligatoriedades corporales; saben que no hay veredicto de normalidad o anormalidad; saben que en su estar siendo construyen su propio futuro. Son acogidas y así conversan en la ternura.

En un mundo justo

Las infancias son reconocidas desde su fragilidad, son miradas y resguardadas como valioso tesoro. En un mundo justo Les adultes somos compasives con les niñes que fuimos y con les que este mundo recibe.

En un mundo justo

Las infancias van a la escuela, y en ese mundo justo que deseamos solo las escuelas frágiles, que acogen, hospedan, escuchan, abrazan, cuidan, dan, y aman; sabrán atesorarlas.

  • Extraído del Ciclo: La escuela: conversaciones desde la ternura. Organizado por Secretaría de Políticas de Género de ATEN Capital.

Ceci Lopez Bemsch es activista intersexual, fundadora y coordinadora de Argentina Intersex

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