Historia de Clara y Abian | Caminar Intersex (España)
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Comenzaré a contarles una historia que comenzó por el 2001, un 13 de octubre a eso de las 00:12 horas en la sala de paritorio en Tenerife, España.
Costó mucho su llegada, después de 12h fue necesaria una cesárea, pero mi bebé llegó bien.
No supimos si era “niña” o «niño”, ecografía tras ecografía nos decían que no se dejaba ver, que se escondía, creo que ya quería decirnos algo de una forma muy sutil.
Los doctores miraron sus genitales, me dijeron: “¡es una niña!”, me emocione, era una niña y todo estaba bien, pensé: “¡Sí, está perfecta!” y se la dimos a su papá para que la conociera.
Recuerdo que fueron los días más bonitos de mi vida, tenía 21 años, deseábamos ser padres y estábamos muy felices con nuestra bebé.
Las primeras semanas todo estaba bien, tuvo sus primeras revisiones médicas con su pediatra, quien siempre nos apoyó incondicionalmente en todos los momentos de nuestra vida.
La primera vez que nos dimos cuenta que las cosas no serían “normales” para nuestro bebé, y que algo pasaba, fue el día que su pediatra dijo: “Tiene que ir a un endocrinólogo, su clítoris está un poco más grande de lo normal”.
Así, llegó aquel día que cambiaría todo para siempre.
Tardaron aproximadamente 30 días en darnos la cita con el endócrino, y 3 días antes de esta, mi bebé enfermó gravemente e ingresó al hospital por urgencias. Me presenté con el endócrino, le dije que mi bebé estaba grave en urgencias y que necesitaba que le revisara, porque el pediatra ya sospechaba que tenía Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC), entonces se dirigió a urgencias a ver a mi bebé.
Al verle, lo primero que me dice es: “Estoy seguro de que tiene HSC, pero hay que hacer pruebas, y esto que le ha pasado es porque seguramente es perdedor de sales”.
Salimos de urgencias con muchos papeles y sin saber que hacer.
Cuando llegaron todos los resultados de las pruebas, me dijeron: “Su hija tiene genitales ambiguos y está enferma de HSC – 21 hidroxilasa, es perdedora de sal. Su clítoris está malformado y debemos operar inmediatamente, sino se desarrollará mal, con una deformidad, e incluso podría padecer enfermedades cancerígenas”.
Al escuchar esto me volví loca, incluso tengo una laguna mental importante del momento en el que me dieron ese diagnóstico, no recuerdo exactamente que sucedió, solo recuerdo que comencé a caminar sin rumbo… y lo siguiente que recuerdo es estar de nuevo en la consulta con el endocrinólogo.
Nos informaron sobre la medicación que habría que darle (hidrocortisona, flurocortisona y actocortina) debido a la HSC, dijeron que debía tomarla de por vida, y que si en algún momento le faltaba la medicación, moriría.
Aquel endocrinólogo de cabello blanco, comenzó a hablarnos de malformaciones genitales y de la posibilidad de que no tuviera órganos reproductores internos, además, nos dijo que nuestro bebé era una aberración y que había que parar esta situación. Dijo que una bebé no podía vivir con ese clítoris tan grande, que no tenía labios vaginales, que si no tomábamos la decisión de “corregirla” siempre sufriría y que nosotros seríamos los culpables por no arreglar los “errores” a tiempo… Otra de las “recomendaciones” fue no hablar con otros familiares sobre esto, porque eso podría traer problemas en el futuro, así que guarde silencio, mucho silencio y seguí todas las recomendaciones.
En el año 2002, internet no estaba tan accesible como ahora, y aunque lo hubiera estado, no existía información no patologizante en español sobre estos temas, así que la única guía que teníamos sobre que hacer, era la de los médicos.
Nos enviaron con un cirujano, quien, en todo momento, seguía las recomendaciones del endocrinólogo. Durante la primera consulta, volvieron a desnudar a nuestro bebé, y lo volvieron a mirar, no solo el cirujano, sino la enfermera y una estudiante de medicina…
Después, más médicos, pruebas, resonancias, ecografías… hasta que llegó el día de la cirugía.
Fue el primero de muchísimos ingresos al hospital, donde mi bebé pasó tanto dolor y sufrimiento, y nosotros siempre pensamos que todo eso era por su felicidad.
En esa primera cirugía solo tenía 17 meses, entró en una pequeña sala decorada con dibujos infantiles en las paredes, ahí le inyectaron un sedante para que entrara tranquilamente al quirófano. Su papá y yo fingíamos no estar preocupados, le sonreíamos para que sintiera tranquilidad y felicidad… nunca imaginé que todo eso tendría como consecuencia el dolor más grande jamás sentido.
La cirugía tardó muchas horas, los doctores nos informaron que había sido un gran éxito, le realizaron una reducción de clítoris, una vaginoplastia y una labioplastia.
Durante las 4 semanas que duró la recuperación, estuvimos en el cuarto del hospital, dormíamos en un pequeño sillón negro, frío e incómodo. Su papá y yo nos turnábamos para poder ir a casa y descansar, su papá tenía que trabajar, así que después de haber estado en el hospital toda la noche, al día siguiente se iba al trabajo, la vida tenía que seguir, no podíamos parar.
Después nos enviaron a casa con sus debidas precauciones, pero las consultas y las incómodas revisiones genitales en presencia de doctores, enfermeras y estudiantes de medicina, continuaron.
Cuando tenía 24 meses, los doctores dijeron que había que hacer algunos “retoques” mediante una cirugía, para terminar de “perfeccionar” los labios vaginales, y que debían calibrar o dilatar la vagina que crearon para asegurar que no se cerrara y pudiera ser penetrada cuando en un futuro comenzara su vida sexual…
Así pasaron 11 largos años, y durante todo ese tiempo pensamos que los médicos eran los “expertos”, y que al seguir sus indicaciones, estábamos haciendo lo correcto.
Los años pasaron, y aquel bebé feliz e inocente se fue convirtiendo en una persona oscura, llena de miedos, apenas quería mostrarse en público y me hablaba del vacío que sentía en el colegio… comencé a entender que algo no estaba bien, sentí que teníamos que comunicarnos más para saber que es lo que pasaba.
Una día de tantos, estabamos hablando y me dijo: “mamá, no soy una chica, soy un chico”.
Sentí que el mundo se detuvo, los relojes dejaron de avanzar… el aire, las nubes, el sol, todo desapareció… mi corazón de paró, y sólo necesité 3 segundos para entender en la oscuridad en la había estado mi hijo.
Recuerdo que le dije: “no pasa nada, vamos a buscar ayuda”, pero yo realmente no sabía por dónde empezar, lo que sí sabía es que no podía estar mucho tiempo sin reaccionar y hacer algo.
Muchas veces la vida te pone hadas en el camino, y apareció ella, una educadora Social del IMAS de Ofra (Tenefire) , y nos encaminó hacia el futuro, hacia un nuevo comienzo, una verdadera vida .
Nos consiguió una cita con un psicólogo llamado Miguel. Llegó el día de la cita y estábamos sentados en la sala de espera muy nerviosos pero entuciasmados, pensábamos: “¿Qué pasará? ¿Qué nos va a decir?” Mi hijo Abian estaba pálido, estaba sentado a mi lado, le sudaban las manos y tenía la mirada perdida. Y yo que soy un culo inquieto, me paré y toqué la puerta… Toc Toc… un hombre serio e imponente volteó a verme y me dijo: “¡Tiene que esperar a que le llame!”, volví a sentarme, pasaron unos momentos y finalmente escuchamos: “Pasen”.
Al entrar, lo primero que Abian le dijo al psicólogo fue: “¡no quiero estos pechos los odio, me los voy a lesionar hasta que desaparezcan!”.
Una hora y 30 minutos fueron suficientes para que Miguel nos hiciera entender todo. Aquellas piezas de puzzle que jamás encajaron estaban tomando forma.
Después de la cita, los tres juntos comenzamos a pensar estrategias para ayudar a Abian. Si algo teníamos claro es que si Abian había sido operado sin su consentimiento, ahora que él estaba solicitando una cirugía de masculinizacion de tórax para eliminar sus pechos, tenía que ser escuchado en el hospital.
Miguel llamó al hospital, habló con ellos, y más tarde me presenté en la oficina del gerente del hospital, le expliqué la situación, y a los 14 años de edad, le realizaron una cirugía de masculinizacion de tórax, la cual fue realizada y costeada por la seguridad social, no tuvimos que pagar nada. Esta cirugía cambio mucho la vida de Abian para bien.
Pero aún había otras batallas que tendríamos que librar: la batalla legal para cambiar su género a masculino en sus documentos oficiales.
En 2016, comenzamos a solicitar el cambio de nombre y género, esta fue otra lucha muy muy grande, la falta de leyes para modificar los documentos oficiales de un menor de edad según su identidad de género, además del completo desconocimiento de la intersexualidad de parte de las autoridades, complicó ese cambio. A pesar de que la fiscalía estaba a favor de nuestra solicitud, durante 4 años el juez se negó a reconocer la verdadera identidad de Abian. Por lo que Abian tuvo que continuar con un documento que no lo representaba y le negaba su verdadera identidad.
Durante todo este tiempo, comenzamos nuestro activismo por las personas intersex y trans en diferentes asociaciones. Hasta que conocimos el proyecto “Génesis”, una asociación para personas trans, donde comenzamos a realizar labores de activismo, y, desde entonces, poco a poco Abian ha ido sumándose, sin prisas, incluso realiza activismo e informa a otras personas sobre la intersexualidad y temas trans a través de los videojuegos que son su pasión.
En la asociación “TransBoys”, para hombres trans, Abian tiene un área para gamers, donde ayuda a otros chicos y chicas que están viviendo una situación similar.
En todo este tiempo descubrimos a Brújula Intersexual, en especial conocimos a Laura Inter, su creadora, quien entre muchas cosas, nos dio la oportunidad de poder colaborar y presentar dos Informes de ONG ante organismos de la ONU sobre la situación de las personas intersex en España, uno en 2017 y otro en 2019, sin ella esto nunca hubiera sido posible, y fue una forma grandisima de sanar heridas. Por este, y muchos otros motivos, construimos un vínculo tan hermoso, en el que vemos todo tan claro, tan transparente, que finalmente decidimos formar nuestro propio proyecto: Caminar Intersex, que comenzó el 26 de octubre de 2019 con la ayuda de Laura Inter y de mis niños de TransBoys.
Hoy por hoy, creemos que la visibilidad de Abian no es visibilizar su rostro ante una cámara, sino visibilizar su experiencia de vida, visibilizar los problemas que enfrentan las personas intersex en todo el mundo y en particular en España. Abian ha puesto toda su confianza en mi, y me permite poner mi rostro y expresar cuál ha sido nuestra vida. Gracias al trabajo que hemos realizado, ha cambiado el pensamiento de muchas personas en nuestra comunidad autónoma, y seguiremos cambiando el pensamiento de muchas más personas, para lograr que se dejen de violar los derechos humanos de las personas intersex y conseguir aprobar leyes que las protegan de la mutilación genital infantil.

En octubre de este año (2020), llegó un mensaje del juzgado, Abian finalmente tiene su documentación y partida de nacimiento con su verdadera identidad de género, me dijo: “Mamá, mi vida comienza ahora”.
Abian me pidió que escribiera en esta historia que jamás sintió un apoyo real de la sociedad, que solo ha recibido apoyo de su familia. Recuerda que cuando en el colegio intentaba explicar que sentía, o porqué tenía que faltar a clases, lo único que recibió fue bullying, risas y burlas, y concluye: “Deje de creer en esta sociedad cuando era un niño, quizás es momento de darle una oportunidad”.
Gracias Brújula Intersexual por estar siempre y en todo momento a nuestro lado apoyándonos en cada paso de nuestro camino.
Q historia más triste, positiva a la vez y llena de verdad. Tu sacrificio ha servido para cambiar el rumbo de otras personas q son como tu , q sienten y padecen como tu, q es importante ante la frialdad de la sociedad. Sin saberlo has venido al mundo con un propósito generoso y humano, q con tu familia maravillosa 💗cambiarás la vida de muchas personas , restándoles el sufrimiento injusto e impasible de muchos q nos rodean y q no van a cambiar . Te ánimo Abían y te doy las gracias 🌈te deseo unas vida tuya c derecho con tu propio sentimiento llena de cosas buenas y q tus baches normales de la vida sean reales también c derecho . Un beso corazón .
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