Una política sexista puede terminar con la carrera de una de las mejores corredoras de la Commonwealth. Por The Conversation

Una política sexista puede terminar con la carrera de una de las mejores corredoras de la Commonwealth

Por The Conversation

Traducción: Laura Inter del artículo “A sexist policy may end the career of one of the Commonwealth’s greatest female runners” de The Conversation

Fuente: https://theconversation.com/a-sexist-policy-may-end-the-career-of-one-of-the-commonwealths-greatest-female-runners-94390

Semenya 3

La superestrella sudafricana Caster Semenya está preparada para esta semana convertirse en la tercera mujer en la historia de los Juegos de la Commonwealth en ganar dos medallas de oro, una en la carrera de 800 metros y otra en la de 1500 metros. Pero una nueva política sobre el hiperandrogenismo (que se caracteriza por altos niveles de testosterona) puede significar el final de su ilustre carrera.

La política de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), que aprobaron los miembros del consejo el mes pasado y entrará en vigencia en noviembre, es sospechosamente selectiva. Aplica solo a dos mujeres que compiten en eventos de atletismo de los 400 a los 1500 metros. Estas son las distancias en las que Semenya se destaca.

Comparada contra otras regulaciones relacionadas a la testosterona, la nueva política no solo es confusa, sino contradictoria. Más aún, las regulaciones sugieren que la testosterona es un lujo que solo los hombres pueden permitirse.

La última política de la IAAF, proviene de un estudio financiado por la IAAF en 2017 (criticado aquí). Los investigadores encontraron que las competidoras de élite con niveles altos de testosterona “tienen una ventaja competitiva significativa” sobre las que tienen niveles más bajos de testosterona, y esto sucede en 5 eventos: la carrera de 400 metros (2.7% de ventaja), la carrera de obstáculos de 400 metros (2.8% de ventaja), la carrera de los 800 metros (1.8%), lanzamiento de martillo (4.5%) y salto con pértiga (2.9%).

Sin embargo, sin explicación, las nuevas directrices omiten tanto el salto con pértiga como el lanzamiento con matillo, donde las mujeres con niveles altos de testosterona ostentan la mayor ventaja, y añaden la carrera femenil de los 1500 metros, aunque esta no haya sido uno de los eventos en los que la testosterona parecía tener importancia. La hormona, concluye el estudio, no afecta a los hombres en “ninguno de los eventos atléticos masculinos”.

Definiendo la “feminidad” en el deporte

Las políticas que regulan la testosterona en las mujeres, son parte de una larga historia en la que las autoridades en el atletismo han intentado establecer algunos marcadores definitivos de la “feminidad”.

Comenzó en 1930, no mucho tiempo después de que las mujeres comenzaron a competir internacionalmente en el atletismo. Consumidos por la necesidad de verificar la feminidad (pero nunca la masculinidad), los funcionarios fueron de comprobar los certificados médicos en la década de 1940, a exámenes ginecológicos e inspecciones visuales en 1966, a pruebas cromosómicas de 1967 a 1992, y pruebas genéticas de 1992 a 1999.

El realizar cada una de estas pruebas de sexo, resultó costoso, dañino, discriminatorio e ineficaz. En consecuencia, las autoridades decidieron poner fin a la práctica de realizar pruebas a todas las mujeres, y en su lugar solo realizaron pruebas a quienes les parecían “sospechosas”.

Aparentemente esto fue lo que sucedió con Semenya, quien públicamente fue sometida a procedimientos de “verificación de género” en el Campeonato Mundial de 2009. Aunque nunca se confirmó que tuviera niveles elevados de testosterona, la primera política de la IAAF sobre hiperandrogenismo, publicada en 2011, parecía ser una respuesta directa a la controversia que la rodeaba.

Esta política de 2011, requería que cada atleta que mostrara niveles “altos” de testosterona funcional (para ser exactos, 10 o más nanomoles por litro de suero sanguíneo), sin importar el evento, debería bajar esos niveles o abandonar el deporte.

La velocista india Dutee Chand rechazó ambas opciones. Fue excluida de los Juegos de la Commonwealth por un diagnóstico de hiperandrogenismo, ella desafió esta descalificación en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (CAS, por sus siglas en inglés).

Ahí, los árbitros determinaron que la IAAF no había mostrado suficiente evidencia que vinculara los niveles altos de testosterona con un mejor rendimiento y, por tanto, no pudieron aplicar su política sobre hiperandrogenismo. El CAS dio a la IAAF dos años para que probara su caso.

Esto le permitió a Chand competir en las Olimpiadas de 2016, donde no pudo calificar para las semifinales de la carrera de 100 metros. Tampoco pudo calificar para los Juegos de la Commonwealth este año. La testosterona puede estar relacionada con un mejor rendimiento, pero no es una “bala de plata” (o de bronce o de oro, para el caso).

En contraste, Semenya ganó los 800 metros en Rio, agregó los eventos de los 400 metros y 1500 metros a su impresionante repertorio.

Mientras tanto, la IAAF se esforzó por encontrar evidencia suficiente para descartar el caso de Chand con el CAS, que es precisamente lo que hacen las nuevas reglamentaciones.

¿Cómo resuelves un problema como el de la testosterona?

Las autoridades del atletismo, nunca se han preocupado acerca de la necesidad de definir la “masculinidad” y, además del dopaje, no parece preocuparles la testosterona en los hombres. De hecho, si un atleta hombre excede el rango de referencia hormonal “normal”, probablemente sería venerado como un espécimen de estudio.

Durante el juicio de Chand, los abogados le preguntaron al Dr. Stéphane Bermon, coautor de un estudio de 2017 que respalda la nueva política, porqué los atletas hombres no fueron sometidos a pruebas similares.

El respondió que la pregunta no tenía sentido, porque no existe una tercera categoría de “super hombre” en el deporte. Las mujeres con demasiada testosterona no son “super mujeres”, son hombres – al menos de acuerdo con la “declaración de consenso” del Comité Olímpico Internacional de 2015, que recomienda que las mujeres con hiperandrogenismo “no sean elegibles para la competición femenina… deberían ser elegibles para competir en la competición masculina”.

Nadie sugiere que los hombres con niveles bajos de testosterona, debieran ser elegibles para la competición femenina.

De hecho, la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés), permite que los hombres diagnosticados con niveles bajos de testosterona, apliquen por una exención para poder tomar testosterona sintética, una sustancia prohibida, porque tienen una necesidad médica.

En el mismo documento, WADA estipula (en negrita) que esta exención “no debería ser aprobada para mujeres”. Incluso si la testosterona de una mujer está por debajo del límite saludable, no se le otorgará la misma oportunidad que a un hombre de elevarla a niveles que estén acordes a los de las otras competidoras de su mismo sexo.

Sin embargo, los atletas trans (que transicionaron de mujer a hombre), pueden competir sin restricciones por las hormonas. De hecho, WADA sostiene que el uso de testosterona sintética “es esencial para completar el proceso de transición anatómica y psicológica en los atletas que transicionan de mujer a hombre”.

Esto significa que la testosterona no solo es acerca de mejorar el rendimiento, sino también acerca de la salud y bienestar. Pero solo cuando se trata de hombres.

En un documento separado, WADA insiste en que “no existen indicadores conocidos para la suplementación de testosterona en atletas transgénero mujeres.

Eso no es verdad, dijo la ciclista Kristen Worley y, en 2017, el Tribunal de Derechos Humanos en Ontario, Canada, estuvo de acuerdo con eso.

Worley, que prefiere el término mujer XY, no produce casi nada de testosterona natural (o para el caso, estrógenos) como resultado de la cirugía de confirmación de género. Acusó a tres importantes organizaciones de ciclismo, incluyendo a la Unión de Ciclismo Internacional, por discriminación sexual al no permitirle usar suficiente testosterona sintética durante su carrera deportiva.

Este no fue solo un problema deportivo, explicó Worley. La testosterona es responsable de “más de 200 funciones cotidianas del cuerpo humano”, y ella tenía una “completa falta de hormonas”.

Al final, las federaciones de ciclismo accedieron a analizar y revisar sus reglamentos y “adoptar políticas y directrices que están basadas en una investigación científica objetiva”. No es una mala idea. Tal vez el IAAF debería considerar un compromiso similar.

Hasta entonces, podríamos quedarnos con un deporte sin Caster Semenya, o por lo menos no con la misma Caster Semenya que continúa estableciendo nuevos estándares de excelencia en el atletismo femenino.

Bajo todo esto, hay cuestionamientos sobre cómo seguir manteniendo la segregación sexual en el deporte. Desde la década de 1930, el deporte ha hecho un caos con el sexo. Tal vez sea el momento de que el sexo haga un caos con el deporte. Ahora que lo pienso, ya lo hizo.

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