La verdad en la escritura. Por Amanda

La verdad en la escritura

Por Amanda

Traducción Laura Inter, del texto “The Truth in Writing” de Amanda

Historia contenida en “VOICES Personal Stories from the Pages of the NIB: Normalizing Intersex” páginas: 13 a 16.

NIB Journal intersex

amanda intersex1

Un extracto de mi diario, durante un oscuro periodo de mi vida, dice lo siguiente:

“Soy una sobreviviente de mutilación sexual, de roles de género forzados, y de perpetuas mentiras, todo en nombre de la normalización. Algunas veces paso un mal rato incluso al pensar acerca del verdadero alcance de todo lo que pasó. Es como si mi mente no tuviera ese tipo de alcance, al igual que cuando pienso acerca de la palabra “eternidad.”

Escribí esto después de revisar mis antiguos informes médicos, de leer comentarios como “su introito ha sanado adecuadamente y tiene una apariencia normal, pero mi examen sugiere que su vagina es reducida,” y “clitoroplastia reductiva… extirpación de testículos.” Los informes continúan y dicen que mis “genitales externos son bastante satisfactorios,” y “en el examen perineal, su orificio neovaginal es bastante aceptable y fácilmente acepta mis segundo y tercer dedos.”

Mi diario continúa:

“Elegí este falso agujero cuando era una adolescente, porque no sabía que había otra opción. Me dijeron desde el primer día que tenía que ser una mujer, que tenía que ser heteronormativa, que actuara como todas las demás niñas, y que la única manera en la que podría cumplir plenamente con esto era verme como todas las demás. Pensé, que un agujero falso sería necesario para dejarme llevar con el resto de las mentiras. Algunas veces, pienso en como los doctores me dijeron que mintiera acerca de mis cirugías y mis cicatrices. Algunas veces me pregunto lo que mis padres le hubieran dicho al mundo si hubiera muerto durante alguna de las cirugías. Puede ser que contestaran “simplemente estábamos tratando de hacer que pudieran cogerla (penetrarla).”

**

Mi fuerza está creciendo a partir de las historias y experiencias que escribo y comparto. Mi diario comenzó hace unos cuatro años, cuando tenía alrededor de 20 años de edad, casi al comienzo de la escuela de medicina. Mi propósito inicial al escribir el diario, era que me ayudara a sobrellevar los sentimientos y experiencias relacionadas a una recién descubierta sexualidad, y a una cambiante identidad de género. La escuela de medicina estaba a miles de kilómetros de distancia de mi vida anterior, de mi familia, y de mis amigos. Lejos de mis antiguos lazos sociales, era libre para auto-descubrirme bajo mis propios términos. En mi primera entrada del diario, abordaba las razones por las que decidí ponerme en contacto con un terapista, algo que nunca había hecho. Algunas de las razones eran de lo más comunes, tales como mudarse de casa. Pero las razones fundamentales, por las que busqué un terapista, y por las que decidí comenzar un diario, tenían más que ver con explorar mis sentimientos después de mi primer encuentro sexual con una mujer, y después, aceptar mi intersexualidad. Mi relación con ese terapista no duró, pero el diario sí.

Al principio del diario, escribí:

“Soy de un suburbio de Milwaukee pequeño, religioso, de raza blanca, no diverso y orientado a la familia. Fui criada para ser la imagen perfecta de una hija, en un hogar en el que no se hablaba acerca de diferencias emocionales, sexuales, culturales, religiosas, etc. Mi hermano y yo, tampoco hablábamos acerca de cuestiones personales (y aún no lo hacemos), lo que es bastante sorprendente ya que somos gemelos, y hemos crecido haciendo todo juntos, desde compartir fiestas de cumpleaños, hasta compartir ropa… [Cuando mi madre me dijo que tenía Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA)], el saber este pequeño hecho acerca de mi cuerpo, hizo que deseara convertirme en una mujer perfecta, en todas las formas posibles.”

Era sofocante crecer sin ser capaz de hablar acerca de tener SIA, por decir lo menos. Cerrarse a la comunicación, implica gran vergüenza, y con la vergüenza, vino una mayor represión. Mis intereses eran andar en patineta, coleccionar tarjetas de baseball, y armar modelos de carros, y desaparecieron al enterarme de mi SIA, lo que creo sucedió cuando tenía 12 años de edad, pero no logro recordarlo exactamente. Por supuesto, es difícil decir si mis intereses simplemente cambiaron mientras crecía, pero si recuerdo sentir miedo de tener tendencias masculinas, que no tenían otras niñas de mi pueblo (por ejemplo, jugar futbol soccer estaba bien, pero tenía que afeitar mis piernas). También había elaborado historias para encubrir mi SIA, incluyendo historias acerca de cuando tuve mi primer (falso) periodo menstrual, o sobre como tuve miedo de quedar embarazada en la universidad cuando el condón de mi pareja se cayó, o tener varios lugares donde escondía mis frascos de píldoras de estrógenos. Decidí que nadie debía saber que era intersexual, e hice todo lo que estaba en mi poder para hacer que así fuera, incluyendo estas intrincadas mentiras, relaciones distantes, y auto-medicarme con alcohol y drogas. A menudo, me sentía incapaz de conectar con otras niñas y mujeres, al menos en las interacciones iniciales. Me angustiaba y asumía que criticarían cada una de mis palabras y acciones, buscando pistas de que era una impostora. Esto se ha hecho más sencillo conforme he ido creciendo, y me siento más cómoda con mi identidad en evolución.

Tan solo unos pocos meses después de comenzar la escuela de medicina, tuve una conversación significativa con mi abuela materna. Me enteré que otras personas en mi familia, aparte de mi madre y mi padre, sabían que tenía SIA: durante nuestra conversación, mi abuela dijo las palabras “tu condición” (Después me enteré que otras personas en mi familia lo habían “descubierto,” pero mis padres lo habían negado). Crecí con el entendimiento silencioso de que nadie más que mis padres lo sabían, o deberían saberlo, como una manera de estar protegida de la crueldad e ignorancia de otros. Después de unas frases cargadas de malas palabras, escribí en mi diario:

“De acuerdo a mi abuela, mi mamá estaba angustiada y triste debido a mi condición, ya que pensó que podría haber sido consecuencia de las medicinas para la fertilidad. Pensaba que era su culpa. Mi mamá instruyó a mis dos abuelas para que no le dijeran a nadie en la familia. Una de mis abuelas me dijo que por eso, desde una edad temprana, me estuvo presionando para que estudiara medicina.”

Continué escribiendo:

“También le dije a la abuela que realmente no me gustaban los hombres. ¿Su respuesta? ‘Siempre me había preguntado acerca de eso…’ dijo ‘lo que sea que te haga feliz’ y ‘así es como te hizo Dios.’”

Hablar con mi abuela ese día fue liberador y una experiencia muy emotiva; antes de ese momento, nunca había mencionado mi SIA, a menos que fuera detrás de las puertas de una sala de examen. Escribir nuestra conversación lo hizo real – ahora, no podría convencerme a mí misma de que había inventado todo en mi cabeza. También había ‘salido del closet’ como queer, con un miembro de mi familia. Fue liberador, y sobre todo; aún me sentía amada y apoyada. En mi opinión, esto fue uno de los momentos más cruciales en mi viaje para romper la vergüenza que rodea a mi cuerpo medicalizado. Fui capaz de abrirme con ella acerca de mi sexualidad, y recibir el máximo apoyo. Este evento me ayudó a, eventualmente, comenzar a derrumbar barreras con mi madre, aunque fuera por correo electrónico. Después de que le expliqué en un correo electrónico que era queer, y que había estado saliendo con mujeres, mi madre rápidamente llevó la conversación hacia mi condición intersexual. Escribió:

“No, realmente no es una sorpresa, ya que es algo que siempre había imaginado. No ha pasado un solo día, de tus casi 26 años, en el que no piense en ti o me pregunte si eres feliz. Eso es todo lo que queremos de ti – que seas feliz con tu vida, en lo que sea que hagas. Y, supongo que es posible que quieras ayudar a otros que tengan tu síndrome – ya sea estudiando para endocrinólogo o psicólogo, no necesariamente urología, pero algo similar, una vez que comiences la escuela de medicina. Espero que entiendas que no tuvimos otra opción cuando eras una niña. No había internet para investigar, ni grupos de apoyo para padres o niños como tú. Cuando naciste, nos dijeron que teníamos una hermosa y pequeña niña. Un día más tarde, mi ginecólogo mencionó que tus genitales estaban “un poco cerrados” – pero que no era un gran problema, y que una pequeña cirugía cosmética se haría cargo de ello. Alrededor de una semana después, comenzaste a tener problemas con las hernias, y descubrieron que eran gónadas no descendidas. Vimos a tres urólogos más, que primero nos dijeron que eras una hermosa y pequeña niña. Y luego el cirujano nos dijo que él tomaría la decisión durante la cirugía, de que es lo que se haría dependiendo de qué órganos reproductivos tenías una vez que los viera. El no consultó con nosotros durante la cirugía – sino después de ella, y nos dijo que había extirpado las gónadas, y que, para todo fin y propósito, serías una mujer.  Fue más tarde que realizaron el test de cromosomas (cariotipo), y determinaron que internamente eras hombre. Sólo tus abuelos maternos y paternos sabían la historia real.”

Mientras mi vida (y diario) continuaban a través de la escuela de medicina, me encontré a mi misma cuestionando más mi identidad de género y que es lo que significa experimentar el género, especialmente en lo relacionado a ser intersexual. La identidad femenina comenzaba a sentirse más y más como una máscara que como una verdad. Me corté el cabello muy corto, y comencé a vestirme mucho más masculina, optando por camisas de botones más que por blusas. Me confundían fácilmente con un hombre (o más bien, con un chico adolescente). En ese entonces, el cuestionar el género solo significaba presentarme de una madera masculina a través de mis elecciones en la ropa, y quería exponerme a una comunidad transgénero y queer que apenas si conocía. Decidí explorar y aprender acerca de medicina transgénero en una clínica en San Francisco, durante mi tercer año en la escuela de medicina. En el mes que pasé en la clínica, escuché historias de triunfos y problemas relacionados al género, y esto tuvo un efecto duradero en mí, tanto personalmente como profesionalmente. Tengo la oportunidad de atender a una población creciente de personas transgénero y de género no conforme, durante mi residencia clínica, mientras continuo explorando lo que significa deconstruir mi género y reconstruirlo desde un lugar de honestidad.

Últimamente, ya no he escrito mucho en mi diario, y las entradas que he escrito recientemente han sido acerca de los problemas durante la residencia. Creo que el que escriba menos, se debe en parte a las largas y tediosas semanas de trabajo. Pero también, pienso que es porque me he permitido comenzar a experimentar la vulnerabilidad y honestidad, y he llegado a un punto de aceptación. Me acepto a mí misma como queer, intersexual, de género no conforme, y en constante evolución. Sin embargo, aún no me he abierto con algunos de mis amigos más cercanos de la infancia y de la universidad; aún tengo problemas al hablar con mi familia, y todavía tengo que hablar de mi intersexualidad con mi hermano. También estoy viendo a un nuevo terapista, aunque no tan seguido como lo permitiría un horario normal de trabajo. Ella sabe sobre lo queer y trans*, pero fue sincera respecto al hecho de que nunca había trabajado con una persona que se identificara como intersexual. Espero ir teniendo más habilidad para hablar acerca de mi historia e identidad con mi familia y amigos, y voy a seguir venciendo la vergüenza a medida que continúo abriéndome y permitiéndome ser vulnerable.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.