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Mi segunda pubertad
Por Izan (Venezuela)
Para los que no siguen mi historia, soy una persona intersexual y fui criado desde mi nacimiento como niña con el nombre de Yela, aunque nunca me sentí identificado con ese género. Al llegar mi adolescencia comenzaron cambios en mi cuerpo que confirmaban lo que desde muy pequeño presentía: me estaban criando con un género equivocado. Muy a pesar de lo evidente, nadie hizo nada, y en esto me incluyo; era una persona tan sumisa que solo aceptaba lo que dijeran los demás, aunque no estuviera de acuerdo.
Los cambios en mi desarrollo fueron muy traumáticos, pues para el mundo yo era una niña, pero mi cuerpo manifestaba todo lo contrario. Mi voz comenzó a ponerse muy gruesa por más que yo trataba de suavizarla para no despertar curiosidades y críticas de las personas. El vello facial y corporal no tardó en salir y sentía que estaba viviendo una pesadilla. Comencé a odiar mi cuerpo, a reprocharme. Me volví una persona solitaria, no me gustaba hablar con nadie, pues no quería que escucharan mi voz, no quería que nadie me preguntara cosas incómodas para mí. Preguntas de las cuales ni yo tenía la respuesta, por ejemplo: “¿por qué hablas así?” ¡Semejante pregunta! ¿no?, “¿eres chica o chico?” Las personas y sus imprudencias…
Hace algunos meses, cuando por fin decidí ser quien siempre he querido ser ¡sí, después de toda una vida!, me reconocí como el hombre que soy y me acepté. Comencé un tratamiento de reemplazo hormonal con testosterona, pues en algún momento de mi vida los médicos sacaron mis gónadas SANAS (testículos internos) y dejé de producir hormonas de manera natural.
Ese tratamiento hormonal me está haciendo vivir una segunda pubertad, pero esta vez sin miedos, con más información y haciéndome sentir muy feliz. Amo cada vello de mi cuerpo, mirarme al espejo y ver a esa persona que siempre quise ver. Oír mi voz es una de las cosas más bonitas que tengo, hablar sin ningún temor, actuar sin fingir, de verdad me hace muy feliz. Además, mi salud física mejoró muchísimo al cambiar los estrógenos por la testosterona.
Hoy le doy las gracias al proceso que me arrastró al fondo, porque fue allí donde descubrí mi verdad, aprendí a amarme y abrazarme como la persona que siempre soñé. ¡Que el miedo no te robe la vida!
P.D.: Ahora mi autoestima está por las nubes ¡Lo estoy logrando!
