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Ángel sin memoria
Por Cloe Catixia
¡Hola! Está es mi historia intersex, la dedico a Laura Inter, quien es una persona muy especial, porque sin ella no sabría nada relacionado a la intersexualidad, seguiría pensando que estaba sola y era una especie única en el planeta, y continuaría a la deriva con el autoestima baja y sin saber por qué había vivido todo lo que viví. También agradezco a todas las personas que han publicado en esta página y a las organizaciones que han apoyado el trabajo de Brújula Intersexual y que nos han apoyado.
A la comunidad intersex le agradezco de todo corazón el que forme parte de mi vida, y que siempre me reciban con mucho amor y cariño.
Mi historia comienza a los dos o tres años de edad, cuando sé que me realizaron la primera cirugía genital, pero no me ha sido fácil recordar. No sé exactamente qué información le dieron los doctores a mi mamá, ni como le explicaron en qué consistía la Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC). Mi mamá y los doctores siempre mantuvieron todo como un secreto, cuando estaba en el hospital siempre me decían que era por otras cosas y no me decían la verdad. Lo poco que sé me lo contaron mucho tiempo después.
En las visitas al hospital siempre estuve de la mano de mi madre, pero siento que ella no podía asimilar mi situación y eso hizo que nunca me tuviera la confianza suficiente para decirme las cosas tal cual eran.
Yo nací en Monterrey, Nuevo León en el año de 1983, y desde mis primeros pasos o desde que yo tengo memoria, ya visitaba regularmente las instalaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en ese entonces no entendía por qué tenía que tomar diariamente medicamentos, ni el objetivo de las constantes visitas al médico. La verdad, nunca le pregunté a mi madre, solo obedecía lo que ella me decía.
Cuando estábamos en el hospital mi mamá se acercaba a distintos médicos mientras me sacaban varios tubos de sangre, recuerdo que las enfermeras me regalaban una jeringa de juguete, me decían palabras de aliento y me hacían plática para que no llorara.
Mi papá me comenta que cuando era chiquita, en la época de navidad, era frecuente que estuviera internada en el hospital – por problemas de asma o por las cirugías genitales – y que desde mi cama de hospital yo le hablaba a mi papá con mi manita para que fuera porque tenía frío, y que a él le dolía mucho verme conectada a los aparatos y solo vestida con el pañalito, y como hacía frío, él siempre pedía a las enfermeras que subieran la temperatura del aire acondicionado. Le dolía mucho verme en una camita, sin sábana y siempre siendo examinada como un ratón de laboratorio.
Cuando nací, los doctores notaron que tenía genitales ambiguos, me realizaron estudios y después le hicieron saber a mis padres que tenía Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC), me recetaron medicamentos (prednisona), y, además, les dijeron que para que yo tuviera una vida – según ellos – “normal”, debían hacerme una cirugía vaginal. Les dijeron que el que yo tuviera genitales ambiguos no era algo bueno ante la sociedad, que iba a batallar en la vida, que lo correcto era hacerme una cirugía genital para poder ser una “niña normal” y que en el futuro pudiera tener una pareja hombre e hijos, según ellos eso era una “vida normal”. Todo lo que les dijeron los médicos era mentira, a mí siempre me gustaron las mujeres y nunca me interesaron los hombres, y a varias de mis amigas que tienen HSC también les gustan las mujeres.
Entiendo a mis padres, les faltaba información y eran inconscientes, además, eran los años 80s, así que aunque hubieran buscado no existía información suficiente. Para ellos todo lo que les decía el doctor era lo correcto, y nunca pensaron en darme la posibilidad de decidir sobre mi cuerpo cuando fuera mayor.
Hoy en día pienso que las decisiones que se tomaron respecto a las cirugías genitales no fueron las mejores, porque me dejaron marcada de por vida, no tengo claro el número de cirugías me realizaron ni qué me hicieron exactamente, porque mis padres nunca me han querido hablar de eso, entre yo menos supiera mejor… Lo que sí sé es que tengo una cicatriz horizontal en mi vientre, que no sé de qué es, y otras cicatrices de las cirugías genitales “estéticas”. Las cirugías fueron con el objetivo de que mi vagina se viera “normal”, según el doctor, pero me desgraciaron en mi vida íntima, porque me quitaron sensibilidad y no puedo sentir satisfacción en la sexualidad. En la cirugía me dañaron muchos nervios de mi clítoris, porque en lugar de placer siendo dolor.
Crecí con muchas preguntas: no sabía por qué tenía que tomar medicamentos, no sabía por qué mi madre me llevaba frecuentemente al médico, no sabía por qué me internaban en el hospital, ni el motivo de las cirugías, ni de las revisiones genitales. Recuerdo que por varios años vivimos fuera de Monterrey y viajábamos grandes distancias para no perder las citas médicas y me dieran mi medicamento, íbamos y veníamos constantemente. Mi madre siempre se cerró a platicarme los hechos o el por qué me pasaba esto, solo me decía: “Es por tu bien”; y mi padre evadía el tema, y solo se concentraba en su trabajo y en sus cosas. Ninguno de los dos se sentaba conmigo y me explicaba que era lo que tenía.
En la adolescencia no entendía por qué me salía tanto vello en todo mi cuerpo y barbilla, y porqué mi espalda era más ancha. Tampoco entendía por qué, cuando era niña, crecí mucho más rápido que mis compañeros de escuela y en las fotos de la escuela primaria me veía delgadita y más alta que las demás; y por qué en la adolescencia dejé de crecer, estaba muy subida de peso y era la más chaparrita de la clase.
En la escuela viví mucho bullying, como me salía mucho vello corporal y era gordita, mis compañeros me molestaba por mi apariencia, les caía mal, y yo me sentía muy triste por no tener amigos.
Cuando aún no existía internet, iba a la biblioteca a investigar y buscar casos de personas que fueran igual que yo, también buscaba información sobre Hiperplasia Suprarrenal Congénita, que era lo único que me habían dicho que tenía, pero no entendía bien en qué consistía, ni por qué tenía tanto vello corporal, ni por qué me habían realizado las cirugías genitales, también quería saber cómo eran mis genitales antes de la cirugía y muchas preguntas más. Cuando ya existía el internet también buscaba información por ese medio. Pasé mucho tiempo buscando respuestas, pero no encontré información que resolviera las dudas que tenía.
En ese entonces me sentía muy deprimida, me agüitaba sentirme diferente a las demás niñas. También me deprimía cada vez que iba al médico, ya que no solo era un médico el que me hacía revisiones genitales, sino cinco o hasta ocho, quienes me recostaban en una mesa de exploración, me abrían las piernas, se ponían sus guantes, se colocaban un gel frío en sus dedos y finalmente los metían en mi vagina, supongo que para saber si todo estaba “normal”, también tocaban mis pechos y me preguntaban si tenía sensibilidad, era algo muy traumático. Mientras me revisaban, todos los médicos querían opinar y tocar, como si yo fuera un ratón de laboratorio, también opinaban sobre como “había avanzado” y mostraban mi cuerpo como si lo que me habían hecho fuera su obra maestra.
Todas estas experiencias traumáticas hicieron que continuara buscando respuestas, y, de tanto buscar, un día llegué a la familia Brújula Intersexual, donde encontré tanta información… sin esta página aún estaría perdida y con depresión. En Brújula conocí a más personas como yo y hablé con Laura, a quien agradezco infinitamente, al fin había hallado a alguien que entendía por lo que había pasado y lo que me habían hecho. También conocí a otras personas que han sufrido lo mismo o más que yo, y que debido a las cirugías genitales tienen secuelas de insensibilidad, infecciones y muchas otras cosas traumáticas, y que, a pesar de todo, hemos sabido seguir adelante paso a paso.
Quise compartir mi historia para ayudar a otras personas como yo, y aconsejo a las mamás y papás de personas como yo, que no acepten las cirugías genitales que los médicos dicen que se deben de hacer a sus hijas e hijos, dejen que crezcan así como son, porque a fin de cuentas solo es algo “estético”, para que según te veas “normal” de acuerdo con el punto de vista de los doctores.
Agradezco a Brújula Intersexual por recibir y publicar mi historia, a Laura por ser mi luz y mi guía, es una gran persona y sé que cuento con ella; y también agradezco a todas las personas que se han tomado el tiempo de publicar sus historias, ya que sus experiencias me han ayudado mucho y también ayudan a informar a las madres de niñas y niños como nosotras sobre lo que pasamos en nuestras vidas.
Gracias por hacerme parte de esta linda familia.
