BRÚJULA INTERSEXUAL. Por Laura Inter (Sobre el surgimiento de la página y mi historia personal como persona intersexual con HSC)

Resumen de entrevista que me realizó la Doctora en Ciencias Sociales y Psicología Eva Alcántara (especialista e investigadora mexicana en el tema de la Intersexualidad), en septiembre de 2014, y que se presentó en el Foro Inter Visibilidad, Visibilidad Intersex en la Comisión de Derechos Humanos del DF el 31 de Octubre de 2014

Brújula Intersexual

Por Laura Inter

Inter visibilidad

Brújula Intersexual es una página de Facebook, la cual difunde e informa sobre todo lo relacionado con la intersexualidad. El sitio tiene, hasta ahora, cinco objetivos. El primero es informar, difundir y visibilizar todo lo relacionado con la intersexualidad. Le damos prioridad, y nos parece más importante, la opinión de las personas intersexuales que la opinión médica. El segundo objetivo es abrir un espacio para ofrecer ayuda y orientación a personas intersexuales y a sus familias. El tercer es servir como un punto de encuentro para las personas intersexuales. Siendo que la mayoría de la información sobre este tema está en inglés, la página también tiene un cuarto objetivo que es traducir al español y compartir artículos relacionados con el tema. Por último, el principal objetivo de la página es que todos tomen conciencia de que la intersexualidad no es una patología ni algo que se tenga que “corregir”, que todas las personas entiendan que la intersexualidad es algo natural y normal, ya que lo normal en la naturaleza es la diversidad. Como una vez leí: “las personas intersexuales no necesitan cambiar su cuerpo, la sociedad necesita cambiar su mente”.

La decisión de abrir la página Brújula Intersexual tiene mucho que ver con mi historia personal, así que la platicaré intentando concentrarme en los aspectos que generaron en mi algún tipo de problemática ya que fueron estas situaciones las que más tarde me impulsaron a abrir esta página.

Nací en los años ochenta y para sorpresa de mis padres los doctores no podían decirles si yo era un niño o una niña, mi cuerpo presentaba genitales ambiguos, así que me realizaron un cariotipo y éste arrojó como resultado que tenía cromosomas XX. Entonces me asignaron como niña y más tarde me diagnosticaron con Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC). Afortunadamente el endocrinólogo que me trató no mencionó la opción de la cirugía, que les realizan a prácticamente todos los niñxs que presentan ambigüedad genital, mi tratamiento médico únicamente consistió en tomar cortisol. Aún así, desde que tenía un año de vida, fui sometida a reiteradas revisiones genitales, dos veces al año, en las que el endocrinólogo tocaba y revisaba mis genitales para ver como se desarrollaban. Estas revisiones innecesarias tuvieron un efecto muy adverso en mi vida pues yo no entendía porque me tenía que bajar los pantalones enfrente de un extraño y dejar que él me tocara. El hecho de que mi madre estuviera presente y aprobara esta situación era algo que me hacía sentir por completo indefensa. Todo eso me parecía muy extraño y siempre me incomodó gravemente, sentía que no estaba bien. Recuerdo que el doctor hablaba como si yo no estuviera ahí, y aunque yo no entendía todo lo que decía por mi temprana edad, crecí con un sentimiento de ser “inadecuada”, de que algo no estaba bien conmigo aunque no sabía exactamente lo que era. Estas revisiones se prolongaron hasta aproximadamente los doce años de edad. Años más tarde, al comenzar mi vida sexual, me di cuenta de lo mucho que afectaron psicológicamente esas revisiones.

Recuerdo que fue en las clases de educación sexual, en el primer año de la escuela secundaria, cuando descubrí qué era lo que estaba “mal” conmigo. En una de las clases mostraron dos imágenes, una era de los órganos sexuales femeninos externos y la otra de los órganos sexuales masculinos, y observé que, mis órganos sexuales, no se parecían a ninguno de ellos, por fin sabía que estaba “mal” conmigo, me di cuenta que no podía funcionar sexualmente ni como hombre ni como mujer y con angustia pensé: “¡estoy deforme de mis genitales!”. Ese pensamiento hizo que me deprimiera enormemente, tenía la certeza de que nadie me iba a querer, que nunca tendría pareja, que nadie me iba a aceptar por que era “anormal”.

Unos años después, buscando respuestas, encontré mi expediente médico y leí entre los documentos “pseudo-hermafroditismo”, también encontré “Hiperplasia Suprarrenal Congénita”. Busqué en internet, pero únicamente me encontré con la opinión médica que decía que en los casos de ambigüedad genital, lo mejor era la intervención quirúrgica. Me pregunté: “¿Por qué no me operaron a mi?”. Cuestioné a mis padres y esto hizo que nuevamente alrededor de los quince años me volvieran a revisar en un consultorio médico para valorar la realización de una cirugía genital para por fin –pensé en ese entonces– ser una persona “normal”.

Nunca he contado esto a nadie fuera de mi familia, pero una de esas revisiones fue la experiencia más humillante que he tenido en mi vida. Era una doctora, hizo esperar a mi madre afuera del consultorio porque dijo que quería hablar primero conmigo. Mi madre accedió pensando que después le hablarían para estar presente en la revisión. La doctora me hizo preguntas, algunas de las cuales me incomodaron mucho: “¿te sientes bien siendo mujer? ¿alguna vez te has sentido hombre? ¿por qué no te arreglas mas? ¿eres lesbiana? ¿has tenido relaciones sexuales?” A continuación me dijo que tenía que revisar mis genitales. Yo me sentía mal y quería que mi madre estuviera presente, pero también quería que todo terminara rápido, y no dije nada. Al revisar mis genitales, la doctora me dijo que no eran “aptos para tener relaciones sexuales”, que me tenían que “realizar cirugías”. Además me incomodó que en el consultorio había otro doctor viéndome y tomando notas. Después de que revisaron mis genitales, me dijo que necesitaba que me desnudara totalmente, quería decir no, pero me sentía indefensa y vulnerable, y accedí. Ella revisó mi cuerpo y me dijo que el tratamiento hormonal había hecho que acumulara grasa y que me salieran algunas estrías, que debía cuidarme más, que además tenía más bello corporal del normal y tendría que tomar hormonas para “solucionarlo”. Al escuchárla comencé a llorar y entonces me dijo que me vistiera. Al salir del consultorio fingí que todo estaba bien, solo quería irme a casa.

Más tarde me valoraron otros médicos, que, debo decir, me trataron con mas respeto y coincidieron en que me debían “realizar cirugías para reducir el tamaño” de mi “clítoris hipertrofiado”, que me iban a realizar “una operación muy sencilla para abrir el conducto vaginal y separarlo de la uretra”, según ellos, el que estuvieran unidos, me iba a causar infecciones recurrentes. Me explicaron que después de la cirugía tendría que usar dilatadores y, entonces, estaría lista para poder, en palabras de los doctores: “Tener relaciones sexuales de manera normal, con tu esposo, cuando te cases”. Recuerdo bien que la descripción de los procedimientos quirúrgicos me asusto mucho, así que volví a investigar y me horroricé al ver las imágenes de dichos procedimientos, era una verdadera carnicería, y al ver los resultados, los genitales no parecían después de todo los de una mujer “normal”. Decidí no operarme.

Yo seguía sintiéndome deforme e inadecuada, así que seguí investigando, me sentía muy sola y perdida. Comencé a leer experiencias y opiniones de personas que eran como yo, leí que se denominaban a sí mismas “intersexuales”, también descubrí que no había una sola persona que hubiera sido intervenida quirúrgicamente, que se sintiera bien con dicha intervención, que sufrían dolores, anorgasmia, infecciones, etcétera. Hasta ese momento me sentí aliviada por haber decidido no operarme. Platiqué con algunas personas y comencé a sentirme mejor con mi cuerpo, me di cuenta que yo no estaba “deforme”, que mis genitales no tenían nada de malo, que la intersexualidad no es una patología en sí misma, ya que mis genitales eran sanos y no me generaban ningún problema. Entendí que la intersexualidad es más común y más normal de lo que creemos, fui sanando el punto de vista que tenía sobre mi cuerpo. También encontré personas a las que no habían intervenido y mi sorpresa fue que estaban bien, llevaban vidas sexuales sanas y satisfactorias, eso me tranquilizó.

He comprobado, a través de mi propia experiencia, que el ser intersexual abre un campo nuevo de posibilidades porque nuestra anatomía, en muchos casos, nos obliga a repensar la sexualidad, a no encasillarnos en las ideas preconcebidas o machistas sobre la misma, y eso siempre es algo bueno. Condenando a las personas intersexuales, imposibilitándoles elegir, intentan enmarcar sus posibilidades en lineamientos preestablecidos de lo que “debe” ser la sexualidad, y eso es arbitrario e injusto.

Es así que al llegar a estas conclusiones, quería compartirlas con otras personas intersexuales, así como toda la información que había encontrado sobre el tema y que me ayudó a sanar. Quería que tuvieran un acceso fácil a esta información para que no se sintieran perdidas y solas como yo me sentí una vez.

Una persona cercana, me animó y me ayudó a abrir una página de Facebook, me sugirió el nombre de “Brújula Intersexual” debido a que, la brújula es un instrumento de ubicación, ayuda al viajero a no perderse, lo cual me pareció buena idea porque imaginamos la página como un lugar que sirviera de guía a las personas intersexuales. El proyecto, curiosamente, inició un día después del “Día de la Visibilidad Intersexual”, el 27 de octubre de 2013.

A partir de que abrí la página se acercaron muchas personas intersexuales que generalmente nunca han tenido la oportunidad de platicar con alguien como ellos, con alguien que pueda entenderlos de una manera más profunda y cercana. Es común que en las experiencias que me comparten encuentre dos situaciones distintas: las personas intersexuales intervenidas quirúrgicamente y las que no vivieron esas intervenciones. Las experiencias de las personas intersexuales que fueron intervenidas quirúrgicamente para “corregir” sus genitales son casos muy tristes, son personas que quedan con secuelas físicas y emocionales muy graves. Como dolores al momento de tener relaciones sexuales, infecciones recurrentes, anorgasmia, la sensación de que no les asignaron el sexo “correcto”. Traumas asociados con recuerdos de estar gran parte de sus vidas en hospitales, revisiones genitales médicas, traumas sobre su cuerpo, y en general en cuanto a la sexualidad. Hay personas que tienen mucho rencor hacia los médicos y hacia sus padres, por no haberles dado la oportunidad de decidir sobre sus cuerpos.

Respecto a las personas que no intervinieron quirúrgicamente es frecuente que en algún momento de sus vidas se sintieran inadecuados, deformes, anormales, incluso está la certeza de que están enfermos por el solo hecho de ser diferentes, más allá de si tienen o no algo específico. Me ha parecido más fácil ayudarles a cambiar estos puntos de vista equivocados y hacerles sentir mejor consigo mismos, les comparto algo que he entendido, que no tiene nada de malo ser diferente, que la intersexualidad no es una deformidad, ni una enfermedad.

La idea general de quienes atienden los casos de intersexualidad es que las personas no intervenidas serán desafortunadas y tendrán serios problemas de salud, pero los doctores, la verdad, no sé en qué se basan para hacer las afirmaciones que hacen sobre los cuerpos intersexuales, pero ciertamente, no se basan en estudios con personas adultas con cuerpos diferentes. A mi me dijeron que por la forma de mis genitales –al estar juntas la uretra y la vagina– yo era propensa a infecciones vaginales. La realidad es que solo he sufrido una leve infección vaginal, eso pasó hace más de diez años y fuera de eso no he tenido ningún problema. Como ya comenté tengo HSC, en su forma no perdedora de sal. El primer año de vida estuve sin tratamiento con cortisol, y debo decir que tuve problemas de salud, me enfermaba frecuentemente y tenía fiebre de manera más o menos recurrente; sin embargo, la realidad es que mi salud no mejoró al administrarme cortisol, seguí enfermando recurrentemente, sobre todo de enfermedades respiratorias. Las fiebres continuaron, el medicamento me causaba algunos efectos secundarios como sobrepeso, mareos, mucha sed y alucinaciones –luces de colores o manchas– que en realidad no estoy segura si eran a causa del cortisol, pero lo cierto es que a los catorce años dejé el tratamiento por recomendación del endocrinólogo y todas estas situaciones cesaron. No sé si fue coincidencia, pero mi salud mejoró. Sé que el cortisol me ayudó a alcanzar la estatura que tengo ahora, y que de no haberlo tomado mi estatura hubiera sido más reducida así que estoy de acuerdo en que me hayan tratado con él. He notado que los doctores no se ponen de acuerdo en la manera de tratar casos como el mío. Por ejemplo, el endocrinólogo que me trató recomendó que dejara el tratamiento, que no tendría por qué tomarlo más, pero otros médicos me dijeron que ese tratamiento debía continuarlo de por vida. Ante esas opiniones contrarias parece que cada quien debe tomar una decisión.

Además debo decir que la comunidad médica, o al menos las personas que tratan casos de intersexualidad tienen una mentalidad muy cerrada en cuanto a la sexualidad. Creen que el placer sexual sólo puede existir entre un hombre y una mujer, es decir, para ellos la única posibilidad son las relaciones heterosexuales, y no solo eso, sino que un hombre solo puede ser y sentirse bien como hombre si sus órganos sexuales tienen la capacidad de penetrar la vagina de una mujer; que una mujer solo puede ser y sentirse mujer si sus órganos sexuales pueden ser penetrados por el órgano sexual masculino. La comunidad médica no considera posible que una mujer tenga un clítoris más largo de lo normal: ¿piensan acaso que intimidará a su pareja masculina? Los médicos piensan que las personas que poseen cuerpos diferentes serán seres humanos infelices y desdichados, entonces llegan a la conclusión de que con su intervención nos están haciendo un favor, que nos están regalando la llave para ser felices, incluso sexualmente. Nada puede ser más ridículo y estar más alejado de la realidad que esa manera de pensar, como escribió una persona intersexual: “hay muchas más cosas en la sexualidad que la penetración”. Habemos personas que simplemente no encajamos en las descripciones machistas de lo que debe ser un hombre y una mujer. Sabemos que no es fácil sentir que no encajamos, pero lo que importa es que nos dejen crecer y decidir por nosotrxs mismxs. Lxs niñxs intersexuales tal vez al crecer encuentren, como yo, que no tiene nada de malo ser diferente, que la sexualidad se puede experimentar de diversas maneras. Desde mi punto de vista, yo pienso en una sociedad utópica, una que elimine la casilla de “sexo” en las Acta de Nacimiento y documentos oficiales, y al nacer unx niñx intersexual simplemente ponerle un nombre “neutro”, esto evitaría muchos problemas legales. Desgraciadamente, no vivimos en una sociedad así, un cambio así con seguridad tardaría años y dado que nuestra sociedad es sumamente prejuiciosa e idiosincrática y tiende a discriminar lo que no entiende o a quien es “diferente”, creo que por el momento pueden asignarnos niños o niñas, eso nos ayudará a no crecer señalados, a no cargar con un estigma, pero eso no significa que puedan intervenir nuestros cuerpos de manera irreversible. Cuando crezcan esxs niños y niñas tendrán la oportunidad de elegir si quieren o no someterse a una intervención quirúrgica, tendrán la capacidad de asumir un género al que quieran pertenecer, o si se sienten identificadxs con el cuerpo con el que nacieron: uno intersexual. Creo que los médicos tienen grandes responsabilidades y deben asumir la tarea de ponerse a investigar, de abrir sus mentes y corazones, de leer o escuchar lo que las personas intersexuales tenemos que decir. A fin de cuentas estudiaron medicina para ayudar a sanar a las personas: ¿cómo van a ayudar realmente a alguien si no lo escuchan?

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